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La ceremonia fue increíble, a pesar de que había pocos invitados, todo estaba precioso, y luego estaba el cóctel que se sirvió a los invitados. Julia y Carlos iban a pasar su luna de miel en una playa que a ella le gustaría visitar en México. Iban a la Riviera Nayarit como regalo de la familia Santos, que viajaban a la mañana siguiente, ya que esa noche se iban a alojar en un hotel.

- ¡Helena! - la llamó Inés. - ¿Podemos hablar?

- Claro Inés, ¿está todo bien?

- Sí, estoy bien. ¡Quiero pedirte un favor!

- ¡Venga!

- Sé que Victoriano y tú sois muy amigos, me gustaría que intentaras averiguar dónde le gustaría pasar nuestra luna de miel, no me lo ha dicho y me gustaría llevarlo a Italia, más concretamente a la Costa Amalfitana, pero sé que habéis viajado juntos varias veces a Europa.

- Sí, viajamos mucho, pero nunca fuimos juntos a Italia, y creo que él no fue, porque cuando tenían programado ir Diana se enfermó y no fueron. Pero sí, hablo con él, sé cómo sacarle información a ese grandullón.

- Muchas gracias, eso ayudaría mucho, es un lugar maravilloso, y sé que a Flora y a ti os encantaría, sobre todo Sorrento. Es una de las ciudades portuarias más encantadoras en las que he estado.

- Tomaré nota de los consejos del Dr. Huerta.

- Es el Dr. Huerta, de Santos. - dijo acercándose a ellos.

- Le encanta hacer eso, ¿verdad? - dijo Helena mirando a Inés.

- Sí, le gusta marcar y demarcar su territorio. - se miran y se echan a reír. - Ven aquí, territorialista, he visto que Bryan y tú estabais hablando.

- Sí, sabes que me gusta ese chico, pero le he dejado claro que si mi chica llora, él llorará el doble.

- ¡Victoriano, vamos!

- Déjalo en paz Inés, una vez que estábamos en un bar, vino un tío a meterse conmigo...- pone los ojos en blanco. - Como si hiciera falta, este hombretón se fue contra el tipo y casi lo rompe. Y le dije que si lo volvía a hacer, no volvería a salir conmigo y que se olvidara de que yo era amigo suyo, ¡pregúntale si lo ha vuelto a hacer!

- Eso es bueno saberlo, entonces cuando lo digo yo, ¡soy la pendenciera, la que crea problemas!

- Bueno Helen, no va a salir así, tú quedándote cerca de Inés, podrías convencerla de que no se case con el ogro este.

- Amigo mío, si ha vuelto contigo después de 25 años separados, ni Dios puede mantenerla separada. ¡Lo digo literalmente! Ella puede soportar tus ronquidos. Inés, ¿alguna vez se ha acostado contigo borracho?

- No, soporto los ronquidos, porque siempre me duermo antes que él, pero no le dejo entrar en mi habitación. - Victoriano se enfadó con su conversación y se fue sin decir nada. - Aiai, cuando voy a aprender a tratar con él, se está haciendo mayor y es peor que un niño mimado y berrinchudo. Vamos a domar a la bestia.

- Te encanta burlarte de él, ¿verdad?

- Sí, porque cuanto más celoso y pendenciero se pone, ¡más me gusta hacerle el amor para reconciliarme!

- ¿Y qué hay mejor que el sexo para reconciliarse?

- No - los dos hablan y se ríen, Inés entra en casa y le manda un mensaje.

Ella envía el mensaje y entra, Victoriano mira a su alrededor pero no responde. Después de limpiarse los pechos y sentarse, la niñera trae a los pequeños e Inés le pide a Carol que les haga una foto. Ella lo hace y se la envía a Victoriano desde el móvil de Inés.

¡Enséñame cómo lidiar con esto!📖✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora