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Victoriano la despidió, estaba preciosa, había vuelto el brillo a sus ojos, pero la pregunta era ¿por cuánto tiempo?

Inés volvió a casa, se duchó, se puso una falda lápiz gris, una camisa blanca y un traje gris, se maquilló ligeramente, bajó a su despacho y se sentó para hacer una llamada.

- Buenos días Gabriel, ¿me has visto en el hospital en mi día libre? - me dijo.

- No era tu día libre Inés, ¡que yo sepa cambiaste de turno! - le dijo y la oyó respirar más hondo.

- ¿Qué es lo que quieres? - preguntó, pero ya sabía la respuesta.

- Quiero verte Inés, déjame entrar en tu corazón, sabes cuánto lo deseo, déjame hacerte feliz. - dijo sentado en su coche mirando por la ventanilla en dirección a la casa de ella.

- Gabriel, ya hemos hablado de esto, no quiero volver a hablarlo, y sal de tu coche y ven a hablar conmigo mirándome a los ojos, no querrás que esté en el coche mirando a mi casa. - ella ya estaba de pie mirando hacia fuera y viendo a Gabriel dentro del coche.

- ¿puedo entrar? - preguntó abriendo la puerta y mirándola desde la ventana.

- Puedes -dejó que la cortina se cerrara delante de ella y suspiró. Sabía que decirle que Victoriano había vuelto no sería fácil ni para ella ni para Gabriel, que intentaba por todos los medios conquistar a Inés.

Una noche en el past....

Era el baile anual de los médicos, Inés estaba siendo homenajeada por el proyecto y la puesta en marcha del centro de rehabilitación de traumatología ósea del hospital, donde también era la jefa del servicio de traumatología del hospital. El baile comenzó con los homenajes, luego vino la cena y finalmente el gran baile.

- Está usted guapísima esta noche, Dra. Huerta. - estaba guapo con su smoking, mirándola con deseo. Inés estaba en la mesa con sus principales compañeros y amigos del trabajo, y todos se dieron cuenta de lo que él tramaba.

- Hola Gabriel, buenas noches, gracias. - dijo mirando a su amigo Raúl, porque sabía que hablaría de ese momento durante semanas.

- ¡Buenas noches a todos! - lo dijo cordialmente, pero todos se quedaron un poco sorprendidos, Gabriel tenía pocos amigos y no enseñaba los dientes a nadie aparte de Inés.

- ¡Buenas noches! - un coro algo desconcertado salió de la mesa, todos mirándolo a él, que miraba directamente a Inés y la admiraba en aquella noche tan especial.

Inés y Gabriel se miraron fijamente, sus miradas eran tensas y cachondas, él la miraba con deseo con aquel vestido negro de tirantes finos y abertura en la pierna, una estola de pedrería negra le daba un aspecto más sobrio y elegante, le cogió la mano y se la besó sin apartar los ojos de ella. En la sala sonaba música animada, algunas parejas se divertían, hasta que un violín sonó de fondo anunciando el tango.

Gabriel le cogió la mano con fuerza y la hizo levantarse, pero no le pidió una invitación formal para llevarla al centro de la sala y bailar con ella.

- ¿La invitación?

- No necesito formalidades, ¡cuando quiero algo lo consigo! - le dijo, sujetándola por la cintura y juntando sus cuerpos.

- ¡Gabriel!

Comenzaron a bailar, el resto de la gente de la sala hizo sitio para que la pareja bailara tango, y fue todo un espectáculo, la música era perfecta y el bailarín impecable, además de ser el soberano bailarín de esa noche.

Gabriel la dirigía con elegancia, sus cuerpos eran pura sincronía, Inés era una gran bailarina, su cuerpo tenía ritmo, y Gabriel la dirigía bien, cuando al final de un tango como Dios manda, Inés dio el toque final de lujo, dándole a Gabriel un golpe en el muslo, haciendo que los demás aplaudieran al final de su baile. Se dieron cuenta de que nadie más bailaba, en el salón sólo estaban Inés y Gabriel.

Al son de los aplausos, abandonaron el salón, él de la mano de ella. Al pasar por delante de la mesa, Inés sonrió, recogió su estola, la placa en su honor y un pequeño bolso y abandonó la fiesta con él.

Al son de los aplausos salieron del recinto, él de la mano de ella, al pasar por la mesa, Inés sonrió cogiendo su estola, la placa en su honor y una pequeña bolsa y se marchó de la fiesta con él

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Al son de los aplausos salieron del recinto, él de la mano de ella, al pasar por la mesa, Inés sonrió cogiendo su estola, la placa en su honor y una pequeña bolsa y se marchó de la fiesta con él....

***

- Hola Inés", dijo él cuando ella abrió la puerta.

- Hola Gabriel, ya te he dicho que no te quiero así delante de mi casa, lo que pasó en el pasado, pasado está. - ella le hizo sitio para que entrara.

- Pero Inés, ¡yo te quiero! - dijo mirándola y cogiéndole la mano...

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