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Al amanecer, Roberto planeaba cómo quitar de en medio a sus rivales de un plumazo. Recorrió la pared mirando las fotos de Gabriel y su rutina, y luego miró a la mujer que le ayudaría en todo. Kaiane sería el objetivo que utilizaría para acercarse a Gabriel.

- Vamos a ver qué le gusta a su momia, pero antes tenemos que saber el paradero del General, si su padre está vivo, ¡cómo reaccionará Gabriel ante eso! - cerró el sobre. - Ahora enviémosle este expediente al doctor Medina y veamos cómo reacciona al saber que su padre está vivo.

Roberto sonrió macabramente, sabía lo que ese sobre le iba a hacer a Medina, lo dejó sobre la mesa e hizo una llamada telefónica para decir que el paquete estaba listo.

De vuelta en casa de Gabriel, Kaiane intentaba dormir, pero no podía, algo le preocupaba, se levantó, cogió el móvil y lo miró, nada, ni una llamada ni un mensaje de Albert, ¿realmente estaba llegando a Estados Unidos después de tantos años dándole por muerto, volvía para ayudar a su hijo?

- Maldita sea Albert, que haces, espero que no me vuelvas a tomar el pelo. - se levantó y se acercó a la ventana. - No estoy dispuesto a perder otro hijo por tu culpa. Nuestra familia ya ha perdido demasiado por tu avaricia.

Miró la fría noche de Boston, ya empezaban a verse los primeros signos del invierno, este iba a ser un invierno un poco más frío.

Gabriel estaba acostado cuando sonó su móvil, lo miró, era un mensaje de un amigo de Nueva York, le decía que pronto se cerraría el trato con el nuevo médico que le había recomendado, pero faltaba un detalle. Sonrió y supo que Melissa sólo aceptaría el trabajo si Carter iba con ella.

Contestó al mensaje dando su permiso para que el otro médico que Melissa había mencionado en la reunión aceptara.

- Espero que estés contenta, querida. - apagó el móvil y volvió a la cama.

Albert miró a Kaiane por la ventanilla del coche; seguía siendo la mujer más hermosa que había conocido. Sabía que su regreso tendría importantes consecuencias, una de ellas era decirle a Gabriel que seguía vivo y lo que era peor, que su madre lo sabía todo. Lo que ninguno de los dos sabía, sin embargo, era quién estaba vigilando también a la familia Fross Medina aquella noche y metió al hombre en el coche.

- No puedo creer que mi padre esté vivo, ¡cómo ha podido hacer esto, cómo ha podido! -Jason, que miraba incrédulo, no sabía qué pensar, después de años, y tras pensar que su «muerte» había sido en vano, volvía a estar cerca del hombre que lo había provocado todo.

El frío amanecer dio tranquilidad a algunos en la comodidad de sus camas, mientras que otros sintieron el frío miedo de viejas pesadillas que pronto se hicieron demasiado reales.

[...]

Inés se despertó, cansada pero feliz. Miró a Victoriano, que aún dormía. Cogió la bata y fue al baño. Se dio una ducha caliente, hacía frío por la mañana.

Se secó el pelo, se vistió y salió de la habitación, dejando a su marido aún dormido. Fue directa a la cocina, donde Julia ya la esperaba con el desayuno para que Inés pudiera tomar su medicación.

- Buenos días Jujú, ¿cómo estás?

- Buenos días, señorita. Llegó lo que pidió.

- Qué bien, tendremos que consultar con Victoriano lo del perro de Constanza, no sé cómo ponerlo aquí. Tendremos que adaptarlo a su monstruito.

- Inés, ese perro es un toro. Ven a sentarte a tomar un café y luego lo pensamos. ¡Hoy tienes una cita!

- Voy a terapia con Koko y luego comeremos juntos e iremos de compras.

¡Enséñame cómo lidiar con esto!📖✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora