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Alejandro estaba con Constanza en el sofá, Ester les estaba sirviendo la merienda y no habían parado de hablar desde que Inés les dejó. La joven hacía muchas preguntas y el chico respondía con cariño; estaba aprendiendo a compartir aficiones y amores con su hermana pequeña, aunque ella no sabía muy bien quién era en realidad.

Victoriano a veces los dejaba solos, porque verlos allí tan cerca le emocionaba, y para que sus hijos no lo vieran llorar, salía de la habitación.

- Ocultar la emoción de ver a tus hijos juntos, tuve que ocultárselo a Constanza, me imagino lo que será con Casandra, y ya sabes a lo que me refiero Victoriano. - Dijo Ester, viéndole llorar de nuevo.

- No sé qué decirle, ¿cómo le voy a explicar que Alejandro es mi hijo? - se secó la cara con las manos.

- No tendrás que hacerlo, sospechará, ¿o crees que averiguará cómo? Pregúntale a mi Inés!» Ester sonrió y le dejó solo.

Alejandro tuvo que contestar al teléfono porque era una llamada, dejando sola a la joven, que enseguida fue detrás de su padre y lo vio mirando a Alejandro.

- Es muy simpático, ¿verdad, papá? - dijo la chica, abrazando a Victoriano. - Es tu cara, ¿sabes? Además, habla igual que tú. ¿Fue por él que «tu Inés» te dejó? Bueno, si es hijo de Inés ¡también es tuyo!

- Hija, amor de mi vida, no sabía de él, como creí que Inés había desaparecido como el humo, no sabía de él. Descubrí que Alejandro era mi hijo cuando lo miré, y seguía siendo el hijo de Inés.

- Tengo un hermano mayor, que es tan hermoso, y además, se parece a ti.

- Constanza, mi amor, ¿qué piensas de todo esto?

- Papá, tu Inés ha vuelto, es la doctora de Casandra, y me ha traído un hermano, ¡qué felicidad más grande! - Abraza a su padre y lo siente llorar. - ¿Papá está llorando ahora? - se echa a reír y continúa abrazándolo.

- Siento interrumpir, pero tenía que coger este.... - dice Alejandro torpemente e interrumpe.

- Hijo, ¡ven aquí! - Victoriano tiró de Alejandro para abrazarlo. - Mi familia es tan hermosa que ahora soy el hombre más feliz del mundo. Mi hijo Alejandro, mi hijo varón, y mi hijo con Inés.

Los tres se quedaron abrazados, Ester observando la escena con lágrimas en los ojos, hasta que el móvil de Alejandro volvió a sonar, haciendo que se alejara de su padre y su hermana.

Instantes después, regresó y les informó de que tenía que volver al hospital porque el estado de una paciente había cambiado y tenía que realizarle una serie de pruebas.

- Te llevaré, hijo, tengo que hablar con los médicos sobre Casandra, y también con tu madre. - Victoriano ya estaba listo, cogió su llave de la mesa y se acercó a Alejandro.

- Oye, ¡yo también voy! - dijo la joven, echándose la mochila a la espalda.

Los tres se marcharon sonrientes, se estaba formando una nueva familia, pero lo que les esperaba era lo que llamamos «las sorpresas del destino».

***

- Hola Inés. - le dijo cuando abrió la puerta.

- Hola Gabriel, ya te he dicho que no te quiero así delante de mi casa, lo que pasó en el pasado, pasado está. - ella le hizo sitio para entrar.

- Pero Inés, ¡yo te quiero! - dijo mirándola y cogiéndole la mano. - Y sabes que no pararé de hablar y demostrártelo hasta que seas mi mujer.

- Basta Gabriel, yo conozco a tu ex mujer, lo sabes, ya te lo he preguntado, lo que pasó aquella noche, se quedó aquella noche. - se estaba poniendo nerviosa porque sabía que tendría que hablarle de Victoriano, y también hablarle a Victoriano de Gabriel. - ¿Qué es lo que quieres? ¿Es sobre la venta de las acciones del hospital? - le preguntó, ya que era un tema que les preocupaba a los dos.

- Sí, ¿sabes quién lo ha comprado? - preguntó él.

- ¿Ya las han vendido? - ella se apartó de él y empezó a caminar aún más nerviosa. - ¿Qué quiere decir? Nos han dado veinte días para cobrar el dinero.

- El comprador es un forastero, información confidencial según los abogados del propietario. - Gabriel miraba fijamente a Inés, que no paraba. - Vas a destrozar el suelo, deja de andar, mujer.

- Gabriel, necesito saber quién lo ha comprado, sabes que si no es alguien del negocio, acabarán con la clínica pública y eso no lo voy a permitir.

- Si lo hacen, ¡yo tampoco lo permitiré! - Inés dejó de caminar y lo miró, el mismo hombre que luchó con el ayuntamiento para que no se mantuviera la clínica pública del hospital, no podía creer lo que estaba escuchando.

- Gabriel...

- Lo sé, pero es bueno, hacer caridad es bueno, y yo sólo quiero la clínica para verte más a menudo, para hablar contigo, para estar cerca de ti. - volvió a su lado, que se dio la vuelta y cogió el bolso y las llaves.

- Voy al hospital, quiero informarme sobre la venta de la participación del hospital.

Inés ni siquiera oyó lo que Gabriel decía, lo dejó allí plantado y, por supuesto, no se quedó mucho tiempo. Cuando llegó al hospital, se topó con Victoriano. Lo que no esperaba era que Gabriel llegase con ella, y cuando vio la cara del hombre mirando en dirección a Inés, entró en acción.

- Inés, espera. - dijo Gabriel, tomándola del brazo y volviéndola hacia él-. - Te quiero, te deseo y voy a luchar por ti.

- Inés, ¿qué está pasando aquí? - Victoriano se paró junto a ellos, incapaz de entender lo que aquel hombre le decía.

¡Enséñame cómo lidiar con esto!📖✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora