Cap 37

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Gina se despertó lentamente, parpadeando al abrir los ojos. Miró a su alrededor, notando que la habitación estaba tranquila. Sin embargo, se dio cuenta de que James no estaba a su lado. Una pequeña ola de preocupación la invadió.

Justo en ese momento, la puerta se abrió y entró el doctor John con una sonrisa amable.

–Buenos días, Gina. ¿Cómo te sientes hoy?

Gina se incorporó en la cama, intentando sacudirse la sensación de sueño. –Buenos días, doctor. Me siento mucho mejor, gracias.

El doctor John asintió, acercándose a la cama con su carpeta en mano. –Me alegra escuchar eso. Estoy aquí para darte el alta. Tu recuperación ha sido excelente, y no veo razón para que sigas en el hospital.

Gina sonrió, aliviada por las buenas noticias. –Eso es maravilloso, gracias.

John se aclaró la garganta, adoptando una expresión un poco más seria. –Antes de que te vayas, quiero pedirte disculpas por la situación incómoda que ocurrió con mi colega. Lamentamos profundamente cualquier molestia o incomodidad que haya causado. Ya hemos tomado medidas para asegurarnos de que no vuelva a suceder.

Gina asintió, apreciando las disculpas del doctor. –Gracias, doctor John. Realmente lo aprecio.

En ese momento, la puerta se abrió nuevamente y James entró con una bandeja de desayuno en la mano.

–¡Buenos días! Traje algo de desayuno –dijo con una sonrisa, pero se detuvo al ver al doctor en la habitación–. Oh, hola, John. ¿Todo bien?

John sonrió y asintió. –Sí, todo está bien. Estaba justo dándole a Gina la noticia de que puede irse a casa hoy.

James se acercó a la cama, dejando la bandeja a un lado y tomando la mano de Gina. –Eso es fantástico. No puedo esperar para llevarte a casa.

El doctor John les dio una última sonrisa antes de salir de la habitación. –Bueno, los dejaré para que puedan prepararse. Gina, si tienes alguna pregunta, no dudes en preguntar. Y por favor, cuídate mucho.

Gina asintió, agradecida. –Gracias, doctor John. Lo haré.

James se sentó junto a Gina, acariciando su mano. –Estoy tan contento de que podamos irnos a casa. ¿Estás lista?

Gina sonrió, mirando a James con cariño. –Más que lista. No puedo esperar para salir de aquí.

James besó su frente con ternura. –Entonces vamos a casa. Juntos.

Gina tomo una ducha rápida antes de salir del  hospital, después de una hora todo estaba listo para que ella regresará a casa

–¿Lista para ir a casa? –preguntó James, acariciando su mejilla con ternura.

–Sí, estoy lista –respondió Gina con una sonrisa

James y Gina terminaron de empacar las pocas pertenencias que tenían en la habitación del hospital. Gina se sentó en una silla mientras James organizaba todo cuidadosamente en una maleta.

–Todo está listo –dijo James finalmente– Vamos a casa.

Ambos caminaron de la mano hasta la salida y él la guío hasta su auto y cuidadosamente la ayudo a subirse en el.

James condujo con cuidado, sus ojos enfocados en la carretera, pero de vez en cuando lanzaba miradas preocupadas hacia Gina, quien estaba sentada en el asiento del copiloto. Gina estaba más silenciosa de lo habitual, sus manos entrelazadas sobre su vientre. Cada vez que el coche tomaba una curva o pasaba por un bache, sus dedos se apretaban un poco más.

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