Cap 40

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Gina buscó a su padre en el salón, pero no logró encontrarlo entre la multitud. Después de varios minutos de búsqueda infructuosa, decidió regresar al lado de James. Mientras se dirigía hacia donde lo había dejado, una voz familiar la detuvo.

—¡Gina! —llamó la voz, suave pero insistente.

Gina se detuvo y miró a su alrededor, buscando el origen de la voz. Sus ojos se posaron en una mujer elegante, de cabello oscuro y mirada intensa. Al principio, no la reconoció, pero cuando la mujer se acercó, todo se aclaró.

—¿Señora Emma? —dijo Gina, con un tono de sorpresa.

La madre de Matteo, vestida con un traje negro impecable, sonrió con una mezcla de tristeza y nostalgia.
—Gina, querida, cuánto tiempo ha pasado. ¿Cómo estás?

Gina se sintió un poco incómoda, pero intentó mantener la calma.
—Estoy bien, señora Emma. ¿Y usted?

La señora Emma la miró con una expresión que mezclaba curiosidad y una pizca de melancolía.
—He estado mejor, pero me alegra verte. ¿Cómo les fue en Italia?

Gina frunció el ceño, confundida.
— Les fue? No sé a qué se refiere.

La señora Emma parecía desconcertada.
—Pero pensé que habías estado allí con Matteo. ¿No es así?

Gina sintió un nudo en el estómago, recordando que la madre de Matteo no sabía toda la verdad sobre su relación y los eventos recientes.
—No, señora Emma. Matteo y yo... ya no estábamos juntos.

La expresión de la señora Emma se suavizó, pero la tristeza en sus ojos era evidente.
—Lo siento, Gina. No sabía. Matteo siempre hablaba de ti con tanto cariño.

Gina asintió, sintiendo una mezcla de culpa y tristeza.
—Él siempre será alguien importante para mí. Pero ahora... las cosas han cambiado.

La señora Emma suspiró.
—Entiendo. La vida sigue, ¿no?

Gina asintió, tratando de sonreír.
—Sí, sigue.  Me alegra haberla visto, señora.

La madre de Matteo le dio un apretón de manos afectuoso.
—Lo mismo digo, Gina. Cuídate mucho.

Gina asintió nuevamente y, con un último vistazo a la señora Emma, se dirigió de nuevo hacia donde había dejado a sus amigos. Sin embargo, antes de llegar, una voz masculina la llamó desde detrás de ella, deteniéndola una vez más.

–¡Gina! .

James se acercó por detrás, su cuerpo presionando contra el de ella mientras se inclinaba para besarle el cuello, sus brazos rodeándola por la cintura en un suave abrazo.

–Me asustaste

–Lo siento, amor. No pude evitarlo. Te veías tan increíblemente hermosa ahí parada, tenía que venir a darte un beso para reclamar lo que es mío.

–Parece que hay varias miradas sobre nosotros.- dijo Gina al notar que varios invitados los miraban sobre todo uno en especial.

James también notó las miradas y acercó a Gina un poco más a él, rodeándola con sus brazos de manera protectora.

–Que vean lo hermosa que eres. Solo están celosos porque no tienen a alguien tan preciosa a su lado.

Gina sonrió y tomo su mejilla acercandola hacia ella.

James se inclinó para encontrarse con su beso, su boca moviéndose contra la de ella en un gesto tierno y amoroso. Una mano subió para acariciar su mejilla mientras profundizaba el beso, cerrando los ojos y concentrándose únicamente en la sensación de sus labios sobre los de él.

Una Simple Casualidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora