Gina necesitaba un momento para procesar todo lo que había ocurrido en la última hora. Después de hablar con sus padres, decidió salir al jardín para despejar su mente. El sol de la tarde iluminaba el espacio, llenando de luz y vida cada rincón del lugar que había sido su hogar durante tantos años.
Mientras caminaba por el jardín, sus pensamientos la llevaron de vuelta a momentos pasados. El suave crujido de las hojas bajo sus pies y el aroma familiar de las flores despertaron recuerdos que habían estado guardados en su memoria.
Gina llegó a un rincón del jardín donde había pasado muchas tardes con Matteo. Recordó cómo solían caminar juntos.
En su mente, casi podía escuchar su risa y ver su sonrisa. Matteo había sido más que un amigo; había sido una parte fundamental de su vida. Se detuvo junto a un rosal en particular, el mismo donde habían compartido tantos besos y risas.
Gina se agachó, acariciando con cuidado una rosa. La fragancia le traía de vuelta aquellos días de felicidad, cuando eran solo ellos dos. Una lágrima silenciosa se deslizó por su mejilla mientras sus recuerdos se entrelazaban con la realidad actual. Sentía un profundo dolor por la pérdida de Matteo, un vacío que sabía nunca podría llenar por completo. Porque a pesar de su molestia por todo lo que ocurrió con él, ella nunca se preparó para alejarse completamente de él y eso era lo que la lastimaba, el no verlo nunca más .
En ese momento, James apareció en el umbral del jardín, observándola en silencio.
Gina se limpió rápidamente las lágrimas al notar la presencia de James, intentando componer una sonrisa. Se enderezó y se giró hacia él, escondiendo su tristeza detrás de una sonrisa.
–¡James! No te vi llegar –dijo, forzando una nota de alegría en su voz.
James dio unos pasos hacia ella, sus ojos fijamente en ella. –Gina, ¿estás bien? Pareces... triste.
Gina sacudió la cabeza, sonriendo débilmente. –Oh, no, es solo que... recordar este lugar me pone nostálgica. He pasado tanto tiempo aquí...
James asintió lentamente, aunque su expresión mostraba que no estaba del todo convencido.
James miró el rosal junto a Gina, notando el leve rastro de lágrimas en su rostro. Una oleada de inseguridad lo invadió por un momento. –¿Es por... Matteo?
Gina negó con la cabeza rápidamente, tratando de parecer convincente. –No, no es por Matteo. Es solo que este jardín está lleno de recuerdos, de momentos felices de mi infancia, y a veces me siento abrumada por la nostalgia.
James miró a Gina, su expresión suavizándose un poco, aunque la duda aún asomaba en sus ojos. –Entiendo. Este lugar es muy especial para ti.
Gina asintió, manteniendo la sonrisa en su rostro. –Sí, lo es. He pasado tantos momentos hermosos aquí con mi familia y amigos. Simplemente me emociona recordar todo eso.
James dio unos pasos más hacia ella, extendiendo su mano para tomar la suya. –Lo sé. Y no hay nada de malo en sentirse así. Solo quiero asegurarme de que estás bien.
Gina apretó la mano de James, agradecida por su comprensión y apoyo. –Estoy bien, James. Gracias por preocuparte. Es solo un momento de nostalgia, nada más.
James sonrió, su semblante relajándose un poco. –Siempre me preocuparé por ti, Gina. Solo quiero verte feliz.
Ella asintió, sintiendo una mezcla de alivio y culpa por haberle mentido. –Lo sé, y aprecio mucho tu apoyo.
James la miró con ternura, acercándose un poco más dejándole un pequeño beso en la mejilla.
Mientras Gina y James caminaban de regreso a la casa, los padres de Gina, observándolos desde la terraza, intercambiaron miradas significativas. Decidieron acercarse a la pareja.
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Una Simple Casualidad
AcakEl viaje de la vida está lleno de sorpresas, giros inesperados y sobre todo, de simples casualidades.