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Jules se levantó temprano esa mañana, sintiendo una extraña mezcla de inquietud y esperanza. Desde hacía días notaba que algo perturbaba a Charles, su hermano, y aunque Charles intentaba ocultarlo, su expresión preocupada y sus suspiros constantes lo delataban. Jules sabía que debía estar allí para él, pero también sabía que Charles era reservado con sus emociones.
La casa estaba tranquila cuando bajó a la cocina. Alexandra, Herve, y Charles ya estaban allí, sentados alrededor de la mesa, pero la atmósfera era densa y cargada de tensión. Se unió a ellos, intentando iniciar una conversación casual, pero la preocupación por su hermano no lo dejaba concentrarse del todo.
Poco después, Carlos entró en la cocina con su típica energía positiva. Saludó a todos y se sirvió una taza de café antes de sentarse junto a Alexandra. Jules notó cómo Carlos intentaba aliviar la tensión con su presencia y sus palabras amigables, pero Charles seguía ausente, perdido en sus propios pensamientos.
Decidió que era momento de sacar a Charles de ese ambiente y darle un respiro. Se levantó y le sugirió dar un paseo por el jardín. Charles aceptó sin dudarlo, y juntos salieron al aire fresco, dejando atrás la tensión de la cocina.
Mientras caminaban, Jules miraba a su hermano con disimulo, buscando el momento adecuado para hablar. Sabía que Charles necesitaba abrirse y liberar esa carga que llevaba encima.
—Charles, ¿qué te pasa? —preguntó Jules finalmente, con suavidad.
Charles suspiró, deteniéndose para mirar el paisaje. Jules podía ver la angustia en sus ojos.
—Es complicado, Jules. Hay muchas cosas en mi cabeza.
Jules se acercó y le puso una mano en el hombro, intentando transmitirle su apoyo.
—Puedes hablar conmigo. Sabes que siempre estaré aquí para ti.
Charles asintió, pero antes de que pudiera responder, Carlos se acercó con cautela. Jules se apartó un poco, dándoles espacio. Observó cómo Carlos hablaba con Charles, notando la preocupación genuina en sus ojos. Decidió darles un momento a solas, sabiendo que Carlos también era alguien en quien Charles podía confiar.
Mientras se alejaba, Jules se sintió agradecido por la presencia de Carlos en sus vidas. Pues este no conocia los problemas que estos habían tenido, hasta llegó a pensar que lo de Charles olvidando a Jules fue un juego sucio de el para molestar a todos, incluyendo al español, y aunque no conocía todos los detalles de su relación, sabía que era algo especial.
Jules volvió a la casa, intentando no pensar demasiado en la conversación que estaba ocurriendo en el jardín. Se sentó en la sala, mirando distraídamente el reloj, esperando que Charles encontrara la paz que tanto necesitaba.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Carlos y Charles regresaron. Charles tenía los ojos enrojecidos, pero había una expresión de alivio en su rostro. Jules se acercó a ellos, ansioso por saber qué había pasado.
—¿Estás bien, Charles? —preguntó con preocupación.
Charles asintió, dándole una pequeña sonrisa.
—Sí, Jules. Creo que finalmente estoy empezando a estarlo.
Carlos se quedó un momento en silencio, dejando que Charles explicara lo que quisiera. Jules sintió un inmenso alivio al ver a su hermano más tranquilo. Sabía que aún quedaba mucho por resolver, pero este era un paso importante.
—Gracias por estar ahí, Jules —dijo Charles, abrazándolo con fuerza—. No sé qué haría sin ti.
Jules devolvió el abrazo con igual intensidad, sintiendo una conexión profunda con su hermano. Estaba decidido a seguir apoyándolo, sin importar las dificultades que enfrentaran.
Esa noche, mientras todos se preparaban para la cena, Jules notó un cambio en el ambiente. La tensión había disminuido considerablemente y las conversaciones eran más ligeras. Sentía que habían dado un paso importante hacia la sanación.
Observó a Carlos y Charles intercambiar miradas significativas a lo largo de la cena, y aunque no sabía todos los detalles de lo que habían hablado, estaba seguro de que había por la charla que su hermano y el español habían tenido.
Más tarde, cuando se retiró a su habitación, Jules reflexionó sobre el día. Sabía que aún quedaba mucho camino por recorrer, pero se sintió esperanzado por primera vez en mucho tiempo. Su hermano estaba volviendo a ser el mismo, y empezó a confesar sus sentimientos de mejor manera.
Antes de dormir, envió un mensaje rápido a Charles: "Siempre estaré aquí para ti, hermano. No lo olvides."
Y con eso, se permitió relajarse, confiando en que el amor y el apoyo de su familia y amigos los ayudarían a superar cualquier obstáculo que se les presentara.
