ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 29: ʏᴏᴜ ᴡɪʟʟ ʙᴇ ᴏᴋᴀʏ

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El sol de la tarde se filtraba suavemente a través de las ventanas, llenando la sala de estar con una luz cálida y acogedora

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El sol de la tarde se filtraba suavemente a través de las ventanas, llenando la sala de estar con una luz cálida y acogedora. Charles y su madre, Pascale, estaban sentados en el jardín, disfrutando de una tranquila merienda. Los aromas de las flores y el canto de los pájaros creaban un ambiente idílico. Era uno de esos raros momentos en los que Charles podía relajarse y dejar de lado las preocupaciones del mundo exterior.

—¿Sabes, mamá? —dijo Charles, mientras tomaba un sorbo de té—. Este es mi momento favorito del día, cuando podemos sentarnos juntos y simplemente disfrutar de la compañía.

Pascale le sonrió, una sonrisa llena de amor y orgullo.

—Y el mío también, mi querido Charles. Siempre he valorado estos momentos contigo.

La conversación fluía con naturalidad, como siempre lo hacía entre ellos. Hablaban de cosas triviales: el clima, las flores del jardín, anécdotas de la infancia de Charles. Pero de alguna manera, estos pequeños detalles cotidianos siempre lograban traerle paz y consuelo.

Mientras conversaban, Charles no podía evitar pensar en Carlos y Jules, quienes habían salido de viaje por carretera esa misma mañana. Sentía una ligera inquietud, pero trataba de ahuyentarla. Sabía que Carlos era un conductor experimentado y que Jules estaba en buenas manos.

De repente, el sonido de su teléfono interrumpió la calma. Charles lo miró, sintiendo un nudo formarse en su estómago al ver el nombre de Carlos en la pantalla. Contestó de inmediato.

—¿Carlos? —dijo, tratando de mantener la voz firme—. ¿Está todo bien?

La voz de Carlos al otro lado de la línea era temblorosa, cargada de pánico y dolor.

—Charles... tuvimos un accidente. Jules... Jules no está respondiendo...

El mundo de Charles se detuvo. Sintió que el suelo se desvanecía bajo sus pies, y por un momento, no pudo respirar. Las palabras de Carlos resonaban en su mente, como un eco interminable. Sin pensar, se levantó de golpe, casi tirando su taza de té.

—¡¿Dónde están?! —gritó, el pánico y la desesperación llenando su voz—. ¡Voy para allá ahora mismo!

Pascale lo miró con preocupación, pero Charles apenas notó su mirada. Sus pensamientos estaban completamente enfocados en su hermano y en Carlos. Corrió hacia la puerta, su mente nublada por el miedo y la angustia.

El trayecto al hospital fue un borrón. Charles conducía como en piloto automático, con las manos temblando y el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Cuando finalmente llegó, corrió hacia la entrada, buscando desesperadamente a Carlos y a Jules.

La sala de espera del hospital estaba llena de una atmósfera pesada y opresiva. Charles vio a Carlos, cubierto de cortes y moretones, con la mirada perdida. Al verlo, se sintió abrumado por una mezcla de emociones: alivio de que Carlos estuviera vivo, pero un miedo paralizante por Jules.

𝐁𝐄𝐘𝐎𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐀𝐑𝐃𝐄𝐍 - 𝐁𝐲 𝐀𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬| 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora