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Carlos y Charles, emocionados por pasar más tiempo juntos, decidieron organizar una pijamada en casa de Carlos. Para lograrlo, necesitaban convencer a sus padres de permitirles tener una noche de diversión.
— ¿Cómo vamos a lograr esto? —preguntó Charles, con una chispa de emoción en los ojos.
— ¡Con un plan infalible! —respondió Carlos, con determinación—. Vamos a mostrarles lo responsables que somos y lo bien que nos llevamos.
Con esa determinación en mente, se acercaron a sus padres con propuestas cuidadosamente preparadas.
—Mamá, papá —comenzó Carlos con voz persuasiva—, Charles y yo queremos organizar una pijamada en casa este viernes. Hemos pensado en todo: juegos, películas, ¡incluso haremos palomitas!
Los padres de Carlos escucharon con atención.
—¿Y cómo aseguran que todo estará bajo control? -preguntaron con una sonrisa.
Charles intervino con confianza.
—Hemos elaborado un horario con actividades divertidas y también incluimos un espacio para estudiar un poco antes de dormir. Será una noche genial, ¡prometemos portarnos bien!
Los padres intercambiaron miradas y asintieron.
—Está bien, chicos. Si cumplen con lo que han planeado y nos mantienen informados, pueden tener su pijamada -dijeron finalmente.
Carlos y Charles se abrazaron emocionados.
— ¡Lo logramos! — exclamaron al unísono.
La noche de la pijamada llegó, y la casa de Carlos se llenó de risas, juegos y momentos inolvidables. Con la aprobación de sus padres y su compromiso de comportarse bien, Carlos y Charles disfrutaron de una noche mágica que fortaleció aún más su amistad.
A la hora de dormir Charles y Carlos durmieron en la misma cama, una fuerte tormenta por las calles los asustaba, especialmente a Charles quien abrazaba fuertemente a Carlos, cuando esto sucedía era Jules quien cantaba para Charles para lograr calmarlo, o cuando el tenía una pesadilla.
— Esta bien Charles todo está bien—. Tranquilizo Carlos a Charles, mientras lo abrazaba más fuerte contra el, se sentía cálido, un abrazo puro y cálido lleno de inocencia.
— Cuando esto sucede... Es Jules quien me tranquiliza, canta para mi mientras la luz de las estrellas en mi habitación brillan, tu voz ahora me tranquiliza mucho—. Dijo Charles mientras miraba de Carlos, Carlos solo sintió sus mejillas arder por la vergüenza, pero vergüenza de que? Por que la tenía? Solo dijo que su voz lo tranquilizaba, tal vez era el echo de que se sentía halagado de que Charles lo viera como a su hermano mayor.
—Yo seré como tu hermano, te cuidare y te amaré siempre Charlie-. Carlos se quitó su pulsera donde tenía la letra C, luego se la entrego Charles—. Cuando no este contigo, ve esto, simboliza nuestra amistad y nuestro amor Charlie-.
Charles lo abrazo con fuerza y ambos quedaron profundamente dormidos.
Al día siguiente después de que la tormenta al fin seso, el sol entraba a través de las suaves cortinas en la habitación donde dos Ángeles dormían, la inocencia se reflejaba del rostro de ambos, Charles se despertó levemente por los rayos del sol que golpeaban su rostro, vio como Carlos empezó a removerse al igual por los rayos del sol en su rostro. Solo cinco minutos más Mamá-. Chillo el pequeño Sáinz.
—Calos levantate, tenemos que desayunar—. Charles lo empujó para que se despertarse, Carlos se levantó con bastante pesar—. Buenos días Charlie, como dormiste?
— Bien ¡pero tengo hambre!— Exclamó el menor de los dos.
— Okey, esta bien ahora Iremos a desayunar—. Ambos se levantaron de la cama y bajaron hacia el comedor donde la señora Reyes estaba cocinando panqueques-. Así que ya despertaron, bien, sienten se para desayunar—. Dijo alegremente, la mañana transcurrió tranquila, Charles y Carlos comiendo mientras le contaban a Reyes sobre la noche de pijamada, dejando escapar más que un detalle, al final del medio día Charles regresó a su casa Jules lo recogio en casa de los Sáinz, hubo lágrimas? Si, si las hubo por parte de los dos chiquillos dramáticos que verían al día siguiente.
