ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 41: ɪ ᴅᴏɴ'ᴛ ᴡᴀɴᴛ ᴛᴏ pretenᴅ ᴀɴʏᴍᴏʀᴇ

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Charles se despertó en la espaciosa cama de la mansión, sintiendo el peso de la conversación del día anterior con Carlos aún colgando sobre él, una sonrisa se le dibujó en el rostro involuntariamente. La luz de la mañana se filtraba a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Al lado de la cama, en una pequeña cuna, Leo dormía tranquilamente, su respiración suave y rítmica. Charles sonrió con ternura al ver a su hijo, pero su mente rápidamente volvió a la realidad que tenía que enfrentar.

Había llegado el momento de hablar con Alexandra. No podía seguir fingiendo una vida que ya no le pertenecía. Lo había hecho una vez, la enfrentó una vez podía hacerlo de nuevo, no tenía miedo.  Después de haber recuperado a Carlos, Charles sabía que debía ser honesto y poner fin a su matrimonio con Alexandra, aunque sabía que no sería fácil.

Se levantó de la cama con cuidado para no despertar a Leo y se dirigió al baño para prepararse. Mientras se miraba en el espejo, respiró profundamente, tratando de calmar los nervios. Sabía que esta conversación sería difícil, pero era necesaria.

Alexandra estaba en la cocina cuando Charles bajó las escaleras. Estaba sirviendo el desayuno, y al verlo, le sonrió cálidamente, pero Charles notó la tensión en sus ojos.

—Buenos días amor —dijo Alexandra, tratando de sonar alegre—. ¿Dormiste bien?

—Sí, gracias, —respondió Charles, acercándose a ella—. Alexandra, tenemos que hablar, es algo serio y espero no te enojes…

La sonrisa de Alexandra se desvaneció al escuchar el tono serio en la voz de Charles. Dejó lo que estaba haciendo y lo miró, preocupada.

—¿Qué pasa mi amor? —preguntó, aunque en el fondo ya sabía la respuesta.

—Yo-yo no puedo seguir fingiendo, —dijo Charles, sintiendo como el aire acumulado en sus pulmones se liberaba sintiendo alivio—. Sé que esto no será fácil para ninguno de los dos, pero creo que es hora de que nos separemos. Quiero divorciarme.

Alexandra se quedó en silencio por un momento, procesando lo que acababa de escuchar. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero su expresión rápidamente se tornó en una mezcla de dolor y furia.

—¿Así que finalmente lo has decidido? —dijo Alexandra, su voz temblando—. Después de todo lo que hemos pasado, ¿simplemente vas a dejarme?

—No quiero lastimarte, Alexandra, —dijo Charles, tratando de mantener la calma—. Pero no podemos seguir así. No es justo para ninguno de los dos, y menos para Leo.

Alexandra dio un paso hacia atrás, sus manos temblando. La furia en sus ojos se intensificó.

—¿Y qué pasa con Leo, Charles? —espetó—. ¿Piensas que te lo voy a dejar así de fácil? Si te atreves a divorciarte de mí, te aseguro que no volverás a ver a tu hijo. Se lo que quieres, quieres abandonarme e irte con ese maricon no soy estupida Charles…

Las palabras de Alexandra golpearon a Charles como un puñetazo en el estómago. Sabía que ella era capaz de cumplir su amenaza, pero no podía seguir viviendo una mentira.

—Alexandra no hables así de él, por favor, —dijo Charles, su voz suplicante pero seguía firme ante la fiera delante de él—. No quiero que esto se convierta en una pelea. Podemos encontrar una solución que sea lo mejor para Leo. Ambos lo amamos y queremos lo mejor para él.

—¿Solución? —rió Alexandra amargamente—. La única solución que veo es que te quedes aquí y sigas fingiendo. Porque si no, te juro que haré todo lo posible para separarte de Leo.

Charles sintió que la desesperación crecía dentro de él. Sabía que Alexandra estaba herida y actuaba desde el dolor, pero no podía permitir que sus amenazas lo detuvieran.

—¡No puedo seguir viviendo así!—dijo Charles, su voz temblando—. Te quiero, Alexandra, pero no de la manera en la que amo a Carlos. Necesitamos ser honestos con nosotros mismos y con nuestro hijo.

Alexandra se quedó en silencio, sus lágrimas cayendo libremente ahora. Charles dio un paso hacia ella, tratando de consolarla, pero ella lo apartó con un movimiento brusco.

—Si realmente amas a Leo, —dijo Alexandra entre sollozos—, entonces sabrás que lo mejor para él es tener a sus padres juntos.

—Lo sé, —respondió Charles, sus ojos llenándose de lágrimas también—. Pero también sé que no podemos ser felices si seguimos fingiendo. No quiero que Leo crezca en un hogar lleno de mentiras y resentimiento. Merece ver a sus padres siendo honestos y felices, aunque no estén juntos.

Alexandra lo miró con una mezcla de dolor y resentimiento, pero su expresión se endureció.

—Esto no es justo, —dijo Alexandra en voz baja—. No es justo para ninguno de nosotros.

—Lo sé, —respondió Charles—. Pero podemos encontrar una manera de hacerlo funcionar. Te prometo que siempre estaré presente para Leo, y que haremos lo mejor para él.

Alexandra asintió lentamente, aunque las lágrimas seguían cayendo. Charles se acercó y la abrazó, sintiendo la tensión en su cuerpo.

—Te prometo que todo saldrá bien, —murmuró Charles—. Lo resolveremos juntos.

El abrazo se prolongó por unos momentos, y cuando finalmente se separaron, Alexandra lo miró con ojos llenos de resentimiento, ira y enojo.

—Charles, si realmente piensas que voy a dejarte salirme con la tuya tan fácilmente, estás muy equivocado. Haré lo que sea necesario para asegurarme de que no vuelvas a ver a Leo. Esto no ha terminado, —dijo con una frialdad que envió un escalofrío por la columna de Charles.

Charles sintió una oleada de miedo y ansiedad al mismo tiempo. Sabía que la lucha contra Alexandra estaba lejos de terminar, pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para proteger a su hijo y vivir una vida basada en la verdad y el amor verdadero. Sin decir una palabra más, subió las escaleras para buscar a Leo, con la resolución firme de enfrentar cualquier desafío que Alexandra pudiera lanzarles.

 Sin decir una palabra más, subió las escaleras para buscar a Leo, con la resolución firme de enfrentar cualquier desafío que Alexandra pudiera lanzarles

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𝐁𝐄𝐘𝐎𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐀𝐑𝐃𝐄𝐍 - 𝐁𝐲 𝐀𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬| 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora