ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 30: ᴍʏ ʙᴀʙʏ

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3 años después…

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3 años después…


Tres años habían pasado desde la trágica muerte de Jules y desde aquel día en que Charles, consumido por el dolor la ira y la tristeza, había echado a Carlos de su vida. La herida seguía abierta, y cada día era una lucha por seguir adelante. Charles había regresado con Alexandra, cumpliendo con su promesa de cuidar al hijo que ella estaba esperando. Aunque amaba profundamente a su hijo, nunca logró amar a Alexandra de la misma manera en la que ama a Carlos, por que si, lo amaba todavía las llamas en su corazón aun seguían intactas de amor por ese hombre.

El sol de la tarde se filtraba suavemente a través de las cortinas, llenando la habitación de una luz cálida y acogedora. Charles estaba sentado en el suelo, jugando con su hijo, un niño de ojos brillantes y sonrisa contagiosa. Cada vez que su pequeño reía, Charles sentía una chispa de alegría, un destello de esperanza en medio de la oscuridad que había marcado su vida.

—¡Papá! —exclamó el niño, sosteniendo un juguete en sus pequeñas manos—. ¡Mira lo que hice!

Charles sonrió, su corazón llenándose de amor por ese pequeño ser que le daba fuerzas para seguir adelante.

—Muy bien, campeón —respondió, acariciando la cabeza del niño—. Eres muy inteligente.

Sin embargo, a pesar de los momentos felices que compartía con su hijo, Charles no podía evitar sentir un vacío en su corazón. Alexandra, a quien había intentado amar nuevamente, era un recordatorio constante de los eventos que habían destrozado su vida. Aunque ella trataba de ser una buena madre y compañera, la relación entre ellos era fría y distante.

Una tarde gris, mientras su hijo dormía la siesta aun lado del sofá, Charles se encontró en la sala de estar, mirando por la ventana con la mente perdida en recuerdos la lluvia era fuerte, las gotas que caían sobre la ventana relajaba su cuerpo. No podía evitar pensar en Carlos, en lo que habían tenido y en lo que habían perdido. El amor que sentía por Carlos seguía ardiendo en su pecho, un fuego que nunca se apagaría.

Pascale entró por la puerta que conectaba con la sala, se agacho besando levemente la frente del bebe, y recordó cuando apenas charles era uno igual, eran idénticos. El poco cabello del bebe era de un tono más oscuro, sus ojos eran de un color gris rodeados de un azul pálido, era tan pequeño.

—Se parece tanto a él…—dijo Pascale atrayendo la atención de Charles quien dejó de ver por la ventana. —Pero también se parece a ti, aunque ambos son idénticos.

Charles no dijo nada, simplemente guardó silencio por un momento. Luego dio dos pasos delante de su madre.

—Él lo adoraría, sería un buen tío—dijo al fin, no había hablado de Jules después de lo que sucedió, mucho menos de Carlos aunque siempre esté vagara en su mente, sus recuerdos y sus fantasías. —Lo extraño tanto…

Las lágrimas resbalaban en sus mejillas, estaban de un color levemente rosa, su expresión lo decía todo. Pero en esas palabras quiso decir «Los extraño», Pascale sabía bien a quienes se refería, conocía a su hijo.

—Yo también, lo hago cada día mi niño. —Abrazo fuertemente el cuerpo de Charles, atrayendo hacia ella, su corazón no veía claramente. —Sabes que no fue su culpa, deja que ese rencor salga de tu corazón…

Pascale trató de persuadirlo y tratar de que olvidara todo lo que había pasado, o simplemente perdonar algo que no cometió, por que su corazón guardaba tanto remordimiento.

—No es simple…—dijo él—no es de solo perdonar y ya, si fue o no su culpa ya no lo necesito no es esencial en mi vida, con mi hijo me basta.

Pascale suspiro, tratando de relajarse. Se alejó del lugar, no podía convencer a su hijo y no podía obligarlo pero sí podía guiarlo.

—Sabes, lo esencial es invisible para los ojos—Dijo Pascale, en un pequeño susurro que lograba oír.— Si ves con el corazón lo veras realmente...

—Invisible? —dijo en un susurro casi inaudible.

Su madre salió de la habitación, dejándolo solo. El anochecer se acercaba y la lluvia seguía al igual que las lágrimas sobre sus ojos.

Esa noche, mientras Charles acunaba a su hijo para dormir, pensó en lo dicho por su madre. Lo esencial es invisible a los ojos, ¿Qué era lo esencial? Sabía que el camino por delante sería difícil, pero también sabía que debía encontrar la manera de sanar y de seguir adelante. Su amor por Carlos era una parte de él que nunca desaparecería, pero también debía encontrar la paz y la felicidad por el bien de su hijo y de sí mismo.

—Si tan solo estuvieras aqui Jules…—dijo Charles en un suspiro, recostando su cabeza cerca donde ya hacía un bebe dormido. —Amarías a Leo tanto como yo…

"Igual que tu Carlos…"

𝐁𝐄𝐘𝐎𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐀𝐑𝐃𝐄𝐍 - 𝐁𝐲 𝐀𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬| 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora