ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 40: ʏᴀ ɴᴏ ᴛᴇ ᴇsᴘᴇʀᴀʀᴇ ᴍᴀ́s

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Charles conducía con precisión, el volante firme entre sus manos mientras Leo dormitaba en el asiento trasero

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Charles conducía con precisión, el volante firme entre sus manos mientras Leo dormitaba en el asiento trasero. La conversación con sus padres había sido difícil, pero también liberadora. Había llegado el momento de enfrentarse a su pasado y pedir disculpas a la persona que realmente amaba.

Al llegar al edificio de departamentos donde vivían Sergio y Carlos, Charles estacionó el auto y sacó a Leo con cuidado. Su hijo se acurrucó más contra su pecho, aún medio dormido, Charles sintió que moriría de dulzura. Mientras Charles caminaba hacia la entrada. Sentía una mezcla de nervios y resolución, sabiendo que esta conversación podría cambiarlo todo.

Tocó la puerta y esperó, sintiendo el latido acelerado de su corazón. Cuando la puerta se abrió, Sergio apareció con una sonrisa cálida, aunque algo sorprendida al verlos allí.

—¡Charles! ¡Leo! —exclamó Sergio, abriendo la puerta de par en par—. ¡Qué sorpresa verlos! Pasen, por favor.

Charles asintió y entró, agradeciendo la hospitalidad de Sergio. Una vez dentro, Sergio cerró la puerta detrás de ellos y se inclinó para acariciar la cabeza de Leo, quien lo miró con ojos somnolientos.

—¿Está Carlos en casa? —preguntó Charles, tratando de mantener su voz firme.

Sergio asintió, aunque notó la seriedad en el rostro de Charles.

—Sí, está en su habitación. Voy a buscarlo. —Se volvió hacia Leo y sonrió—. ¿Quieres ver al gato, Leo? Está en la sala de juegos.

Leo asintió con entusiasmo, y Sergio lo tomó de los brazos de Charles, llevándolo hacia la sala de juegos. Charles tomó una profunda respiración y caminó hacia la habitación de Carlos, donde tocó suavemente la puerta.

—Adelante, —dijo la voz de Carlos desde el otro lado.

Charles abrió la puerta y entró, encontrándose con la mirada sorprendida de Carlos. El español se levantó de su escritorio, donde había estado trabajando, y se quedó de pie, nervioso ante la inesperada visita.

—Charles, ¿qué-que haces aquí? —preguntó Carlos, intentando mantener la compostura.

Charles cerró la puerta detrás de él y se acercó lentamente, con el corazón latiendo fuerte en su pecho.

—Carlos, necesito hablar contigo. —dijo Charles, su voz temblando ligeramente. Pero tenía que hacerlo, lo haría sin titubear.

Carlos asintió, sabiendo que esta conversación era inevitable. Señaló una silla cerca del escritorio y ambos se sentaron, enfrentándose.

—Carlos, —comenzó Charles, las palabras atascandose en su garganta—. Antes que nada, quiero pedirte disculpas. Por todo lo que ha pasado. Por los golpes, por la forma en que te traté en el hospital después de que Jules muriera. No hay excusa para lo que hice, y lo siento mucho, realmente estoy arrepentido y entenderé si no quieres perdonarme…

Carlos lo miró, sintiendo una mezcla de dolor y alivio. Sus ojos se llenaron de lágrimas al escuchar la sinceridad en la voz de Charles. 

“Lo escuchare a el y no a la voz que dice que no valgo nada, no lo arruines Carlos”

—Charles, —respondió Carlos, su voz quebrándose—. Yo también lo siento. Siempre te he amado, incluso durante esos cuatro años en los que no hablamos. Pero estoy cansado de esperar. Estoy cansado de amarte desde la distancia, de no saber qué lugar tengo en tu vida.

Charles sintió las lágrimas rodar por sus mejillas mientras escuchaba las palabras de Carlos. Estiró una mano para tomar la de él, sus dedos entrelazándose con fuerza.

—Carlos, ya no quiero que esperes más, —dijo Charles, su voz firme a pesar de las lágrimas—. Estoy completamente entregado a ti. Te amo más de lo que puedo expresar, y estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para poder recuperarte. Quiero que estemos juntos, criar a Leo juntos, ser felices juntos.

Carlos cerró los ojos, sintiendo la verdad en las palabras de Charles. Las lágrimas corrían libremente por sus mejillas mientras se inclinaba hacia adelante, apoyando su frente contra la de Charles.

—Te amo, Charles, —murmuró Carlos, susurrando las palabras con un fervor que llevaba años conteniendo—. Siempre te he amado. Y estoy dispuesto a intentarlo, a estar contigo, a ser felices juntos.

Charles sonrió a través de las lágrimas y, sin decir una palabra más, cerró la distancia entre ellos, capturando los labios de Carlos en un beso lleno de amor y pasión, el sabor salado de las lágrimas mientras sus labios se unían aún más. Carlos separó y abrazo a Charles llevándolo hacia la cama, juntando el calor de ambos, un abrazo tierno y besos llenos de cariño en sus mejillas limpiando sus lágrimas.

—Te extrañe tanto…—dijo Charles abrazando aún más fuerte el cuerpo de Carlos, atrayéndolo hacia su propio cuerpo, Carlos hundió su cara en el hueco del cuello del menor, buscando refugiarse.

Fin

Fin

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Obvio no es el fin, aun queda mucho

𝐁𝐄𝐘𝐎𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐀𝐑𝐃𝐄𝐍 - 𝐁𝐲 𝐀𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬| 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora