ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 20: ᴍᴀx ᴀʏᴜᴅᴀᴍᴇ

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En la mañana del día siguiente, dos almas llenas de amor amanecieron abrazadas juntas, el frío de la madrugada ni siquiera fue percibida por estos, pues el calor que emanaba de ambos cuerpos los cubría en su manto de amor

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En la mañana del día siguiente, dos almas llenas de amor amanecieron abrazadas juntas, el frío de la madrugada ni siquiera fue percibida por estos, pues el calor que emanaba de ambos cuerpos los cubría en su manto de amor. La luz de la mañana recayó sobre el rostro del menor, despertando y removiendose de los brazos del mayor, frotando sus ojos mientras bostezaba, giro a ver al mayor quien se encontraba despeinado, sus mejillas rojas y marcadas por la la almohada, simplemente le pareció bello, tomo su teléfono y divisó la hora.

Mierda, grito dentro de sí mismo, eran las 8 de la mañana y se suponía que él debía estar en su empresa a las 8:30. Como pudo se levantó sintiendo un pequeño mareo por el levantamiento repentino. Carlos sintió frío, la falta de calor de Charles ya no estaba, inconscientemente su cuerpo lo buscaba. Charles río ante lo visto, era realmente adorable que no pudiera estar sin el, por que ahora él tampoco podría.

Corrió hacia la ducha en su habitación y se preparó lo más rápido posible, todos sus trajes estaban ya listos, se detuvo un momento y penso Soy el puto jefe, por que estoy corriendo?, luego recordó el por qué, tenía que hablar con algunos ejecutivos y alguna colaboración con quien Dios sabe quién. Max le había dicho que Pierre había colaborado con alguna empresa de computadoras o algo así.

Vio como Carlos se levantaba lentamente sin preocuparse, era sábado y pensó Suertudo, no trabaja el día de hoy. Pero que se quejaba, le había dejado prácticamente su puesto a Max y a Pierre quienes se encargaban de todas sus juntas y el prácticamente hacía más de alguna cosa en su hogar, sintió los brazos del mayor abrazando su cuerpo desde atrás, sintió la tentación de quedarse. No, Carlos lo acompañaría.

—Buenos días mon amour. —Dijo Charles, quien besaba la mejilla del menor, aún no tenían la confianza de besarse como realmente se debía.

—Como amaneciste bebe —dijo Carlos, diciendo la última palabra en su idioma natal. Las mejillas de Charles se tornaron de un color carmesí al escucharlo, amaba cuando Carlos le hablaba en español, o más bien le decía pequeñas palabras en Espanol.

—Bien, ¿y tu? —Preguntó el.

—Pues…amanecí a tu lado, mas que bien se queda corto —Dijo Carlos. Beso lentamente sus labios y sonrió.

—¿Qué? ¿Tengo algo en la cara? —preguntó el menor confundido por la risa del mayor.

—Eres realmente hermoso. —Dijo el español. Charles sonrió y besó nuevamente sus labios con  más confianza. —Lo sé.

El monegasco dijo con vanidad, y el español volvió a reír.

—Pero miren quien es el vanidoso ahora —Respondió Carlos.

—No soy vanidoso, solo es la verdad. Pero tú también eres hermoso —No tanto como él,  pensó.

—Iré contigo. —dijo Carlos.

—Pues se hace tarde y no te veo alistándote—Bromeo Charles.

Carlos se separó y tomó el traje más decente que tenía, no era rico como Leclerc pero sabía que él nunca le echara en cara eso. Se alistó rápidamente y se bañó en la colonia de Charles, el cual reía, Carlos era como un pequeño niño bañandose en la locion de su padre.

Bajaron hacia la cocina entre risas y bromas de parte de ambos, al llegar a la entrada de esta se encontraron con Jules y Pascale, los cuales ya se encontraban desayunando.

—Creímos que nunca bajarían a comer. —Bromeo Jules, el cual fue regañado por su madre con una mirada.

—¿Qué? No me refería a algo más —dijo él—al menos no todavía.

Charles se ahogó con su propia saliva y Carlos con el café que recién acababa de beber.

Las mejillas de ambos se fueron tornando rojas, y sus orejas ardían.

—¡Jules! —Regano Pascale, pellizcando el brazo de su hijo bromista.

Jules chilló ante el apretón de su madre, masajeando la zona donde su madre había pellizcado, escucho las risas de Carlos y Charles al fondo, lanzó el periodico que estaba a su lado hacia ellos.

—Ya vale, era una pequeña broma—Se disculpó.

—Como sea, tenemos que irnos—Charles y Carlos se despidieron y Pascales les deseo suerte. El tema de Alex no podía tomarse a la ligera, pues ella y Charles seguían casados legalmente.

Ambos se subieron al auto partiendo hacia la empresa, que hasta el momento Carlos desconocía cómo era, pues nunca había tenido la oportunidad de ir.

Por obvias razones Charles no le ha dicho a Carlos lo cuanto lo consolaron Max y Pierre, y mucho menos les ha dicho lo mucho que quieren romperle la cara.

─Conocerás a mis amigos, ¿ok?─Dijo Charles. Habían llegado a la empresa, Carlos quedó sorprendido de lo grande que era, lo elegante que era y las miles de personas que habían, se sintió pequeño, su presentación no era como la de dichas personas, y mucho menos se asemejaba a Charles.

Caminaron hasta el elevador, yendo hasta el último piso. Siguieron caminando hasta llegar a la oficina de Charles, al adentrarse Carlos no pudo evitar sorprenderse, la oficina era realmente grande, los enormes cuadros colgados en la pared eran hermosos, la mini sala de estar poseía un par de sofás de cuero. Un pequeño bar casi al lado de la pequeña sala y un gran mueble adornado con varias fotos familiares, en el centro de ellas una fotografía de Jules y Charles.

Realmente amaba la relación de esos hermanos. Charles tomo el telefono y llamo a lo cual parecía ser Alexandra, se sentía realmente mal por haberle quitado a Charles, no es que él fuera una gata rompe hogares pero el corazón de Charles le pertenecía desde el momento que se conocieron.

Charles discutía a través del teléfono, pero convenciendo a Alex de venir a la empresa, los tres necesitaban hablar seriamente. Estaba listo, o eso pensaba él, y el monegasco no se quedaba atrás, estaba igual de nervioso o más que él. Mis pensamientos fueron interrumpidos al escuchar la puerta abrirse y dos risas adentrándose a la gran oficina.

Dos hombres, calculaba que la edad rondaba cerca de la de él, el rubio tenía una cara seria, vestía de un traje elegante, corbata roja y el reloj en su muñeca se veía más caro que todo lo que tenía junto el segundo hombre era más alto, de igual manera vestía de traje elegante, las gafas de sol cubrían sus ojos, pero su sonrisa decía más que mil palabras.

─¿Así que este es el hombre que hizo llorar a Charlie?─Dijo el hombre con acento Francés, el cual lo tomó por el cuello de su camisa sacudiéndolo de un lado al otro.

─Maldita sea ¡Max ayúdame!─Charles intentó separar al francés del español sin éxito, Max reía y no sabía si apoyar a Charles o Pierre.

─Maldita sea ¡Max ayúdame!─Charles intentó separar al francés del español sin éxito, Max reía y no sabía si apoyar a Charles o Pierre

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𝐁𝐄𝐘𝐎𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐀𝐑𝐃𝐄𝐍 - 𝐁𝐲 𝐀𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬| 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora