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La mañana siguiente, Charles se levantó temprano, pero no se sintió renovado. Sus pensamientos giraban en torno a los eventos del día anterior, especialmente a la cercanía con Carlos. Se sentía atrapado entre el amor y la culpa, entre sus sentimientos por Carlos y su lealtad hacia Alexandra.
Bajó a la cocina y encontró a su madre preparando el desayuno.
—Buenos días, Charles. ¿Dormiste bien? —le preguntó ella con una sonrisa maternal.
—Sí, mamá, más o menos —respondió, tratando de sonar convincente.
—Tienes que resolver lo que te inquieta, hijo. No puedes seguir así.
Charles asintió, sabiendo que ella tenía razón. Se sentó en la mesa, perdido en sus pensamientos. Poco después, Carlos entró en la cocina, luciendo un poco cansado pero con su habitual energía.
—Buenos días, Charles, señora Leclerc —saludó Carlos con una sonrisa.
—Buenos días, Carlos.Y por favor no me digas señora Leclerc que me haces sentir mas vieja.─Le dijo ella ─ ¿Quieres café? —ofreció la madre de Charles.
—Está bien Pascale y sí, por favor —respondió, sentándose junto a Charles.
El silencio entre ellos era palpable, pero la presencia de la madre de Charles les impedía hablar de lo ocurrido la noche anterior.
Finalmente, Jules bajó, con una expresión de agotamiento mezclada con resaca.
—¿Qué demonios pasó anoche? —preguntó, frotándose la cabeza.
—Nada importante, solo que casi nos matas del susto —respondió Charles, sonriendo débilmente.
La madre de Charles miró a los tres jóvenes con una mezcla de curiosidad y preocupación, pero decidió no preguntar más.
Después del desayuno, Charles decidió salir a caminar solo por el jardín. Necesitaba despejar su mente y reflexionar sobre todo lo que estaba sucediendo. Mientras caminaba, sintió una presencia detrás de él. Se volteó y encontró a Alexandra, quien lo observaba con una expresión seria.
—Charles, ¿podemos hablar? —dijo ella, sin rodeos.
—Claro, Alex. ¿Qué pasa? —respondió él, tratando de sonar tranquilo.
—He notado que últimamente estás distante y preocupado. ¿Hay algo que no me estás diciendo? —preguntó ella, mirándolo directamente a los ojos.
Charles sintió una oleada de ansiedad. Sabía que no podía seguir ocultando sus sentimientos, pero tampoco estaba listo para enfrentar la verdad.
—Solo he estado estresado por algunas cosas. Nada importante —dijo, intentando desviar la conversación.
—¿Tiene algo que ver con Carlos? —insistió Alexandra, con un tono que mezclaba curiosidad y sospecha.
Charles se quedó paralizado por un momento. ¿Cómo había llegado ella a esa conclusión? ¿Había notado algo?
—No, no es eso. Carlos y yo solo hemos estado pasando tiempo juntos como amigos —respondió, tratando de sonar convincente.
Alexandra lo miró fijamente, pero decidió no presionar más, al menos por el momento.
—Está bien, Charles. Solo quiero que sepas que puedes hablar conmigo sobre cualquier cosa —dijo, aunque en su voz había una ligera nota de duda.
—Lo sé, Alex. Gracias —respondió él, sintiendo un peso en su corazón.
Mientras Charles y Alexandra hablaban, Carlos observaba desde una distancia prudente, sintiendo la tensión en el aire. Sabía que eventualmente tendrían que hablar sobre lo que había ocurrido entre ellos, pero por ahora, respetaría el espacio de Charles.
El día transcurrió con una extraña normalidad. Alexandra se mostraba afectuosa pero vigilante, mientras que Charles intentaba mantener una fachada de tranquilidad. Carlos y Jules, por su parte, decidieron salir a la ciudad para distraerse un poco y dejar que Charles tuviera algo de tiempo a solas.
Esa noche, Charles se encontró solo en su oficina, recostado en su sofá, mirando al techo. Sabía que no podía seguir posponiendo lo inevitable. Sus sentimientos por Carlos eran reales y fuertes, pero también sentía una responsabilidad hacia Alexandra, quien había estado a su lado en momentos difíciles no podía dividirse en dos y pertenecer a ambos y no quería a Alexandra de esa manera.
Alexandra sentía miedo, no quería perder a su esposo. Una buena amiga suya le había aconsejado quedar embarazada y atarlo con eso, lo cual le parecía perfecto pues ya era momento de tener un hijo, después de estar casados por dos años.
Y ahora tenía el plan perfecto para estar junto a Charles por siempre.
