ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 46: ʙᴇʏᴏɴᴅ ᴛʜᴇ ɢᴀʀᴅᴇɴ

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El frío de la noche había comenzado a asentarse cuando Charles, Carlos, y sus amigos se adentraron en el bosque, más allá del jardín, sus corazones pesados con una mezcla de temor y urgencia

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El frío de la noche había comenzado a asentarse cuando Charles, Carlos, y sus amigos se adentraron en el bosque, más allá del jardín, sus corazones pesados con una mezcla de temor y urgencia. La mansión Leclerc, antes un refugio de calidez y seguridad, parecía ahora un lugar lejano y desprovisto de consuelo. La noche envolvía todo en sombras, y el bosque, normalmente un lugar de calma, se sentía ahora como un laberinto interminable. La desesperación que todos sentían era enorme, tenían miedo de lo que le podía pasar a Leo.

—¡Leo! —gritó Charles, su voz quebrándose con cada llamado—. ¡Leo, por favor, vuelve!

Carlos tomó la mano de Charles, apretándole con fuerza, tratando de calmarlo lo más posible, pero en vano.

—Lo encontraremos, Charles. No te preocupes. —dijo, aunque la preocupación en su propia voz era evidente.

Los árboles altos y oscuros parecían cerrarse alrededor de ellos, sus ramas crujían con cada paso, como si el bosque mismo conspirara para mantener a Leo oculto. Checo, Max, y Pierre los seguían de cerca, cada uno sosteniendo linternas, sus haces de luz cortaban la oscuridad en busca de cualquier señal del niño.

—¡Leo, somos nosotros! —llamó Pierre, su voz resonando en la distancia.

Alexandra, que había estado llorando silenciosamente, se detuvo y se abrazó a sí misma, su rostro marcado por la culpa y el arrepentimiento.

—Esto es mi culpa… —susurró, sus ojos llenos de lágrimas—. No debería haber venido aquí. No debería haber causado todo esto.

Charles, aunque lleno de desesperación, se volvió hacia ella, sus ojos llenos de dolor pero también de una determinación feroz.

—Ahora no es el momento, Alexandra. Necesitamos encontrar a Leo. Eso es lo único que importa. —Dijo cortante, sus ojos cristalizados se reflejaban con la poca luz de la luna.

Las lágrimas corrían ya por el rostro de Charles, mezclándose con la humedad de la noche. Carlos, sintiendo la desesperación de Charles, lo abrazó con fuerza, tratando de infundir algo de esperanza.

—Vamos a encontrarlo, Charles. No estamos solos. —le aseguró Carlos, su voz firme aunque sus ojos también mostraron preocupación y lágrimas amenazando con salir.

El grupo continuó avanzando, sus voces se alzaban en el aire frío y oscuro. Cada paso resonaba en el suelo cubierto de hojas secas y ramas quebradas, y la tensión en el aire era evidente, Charles estaba perdiendo la cabeza.

Leo, acurrucado entre unos arbustos, sentía el frío calar en sus huesos. Abrazaba al gato con fuerza, buscando consuelo en su calor. Sus sollozos eran suaves, pero el miedo lo tenía paralizado.

—Tio Jules, tengo miedo… —susurró, su voz temblando. El gato ronroneaba suavemente, frotándose contra él, como si tratara de consolarlo.

“Todo estará bien, no temas, estoy aquí contigo”

𝐁𝐄𝐘𝐎𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐀𝐑𝐃𝐄𝐍 - 𝐁𝐲 𝐀𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬| 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora