ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 38: ᴄʜᴀʀʟᴇs sɪɴɢs

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Charles despertó con un dolor de cabeza terrible, la sensación de una resaca pesada palpitando en sus sienes. Se tambaleó mientras se levantaba de la cama, sus movimientos torpes y lentos. La poca luz del amanecer que se filtraba a través de las cortinas solo aumentaba su malestar. Se frotó los ojos, intentando aclarar sus pensamientos, pero los recuerdos de la noche anterior comenzaron a inundar su mente, golpeándolo con la fuerza de una ola.

Recordó el concierto, la música, las luces, el bullicio de la multitud... y a Carlos. Recordó sus labios, sus caricias, el calor de sus cuerpos entrelazados en el baño. Un sentimiento de culpa y remordimiento lo invadió, mezclado con una desesperada añoranza. Se dejó caer en la cama, su mirada perdida en el techo.

"De oro es mi prisión..." murmuró para sí mismo, dejando que las palabras se escaparan de sus labios casi sin pensarlo.

Se levantó lentamente, tambaleándose hacia el pequeño piano en la esquina de su habitación. Se sentó, sus dedos rozando las teclas, y comenzó a tocar una melodía suave. Los recuerdos de Jules cantando para él cuando era niño llenaron su mente, un eco lejano de tiempos más simples y felices.

"De oro es mi prisión," cantó en voz baja, su voz quebrándose. "Todo se esfuma, nada cambia... Estoy cansado de fingir."

Las notas fluían con una tristeza melancólica, cada palabra cargada de una verdad dolorosa. Charles sentía que su vida estaba atrapada en una jaula dorada, brillante por fuera pero vacía y oscura por dentro. Fingir amar a Alex para que Leo tuviera una vida normal se había convertido en una carga insostenible.

"Son una luz en mi oscuridad," continuó, su voz temblando con la emoción. "Ellos son mi esperanza, mi salvación... pero estoy atrapado."

La melodía aumentaba en intensidad, reflejando la tormenta emocional dentro de él. Los recuerdos de la noche anterior con Carlos lo inundaban, cada beso y cada caricia, mezclándose con la imagen de su hijo Leo, su risa inocente y sus ojos llenos de vida.

"De oro es mi prisión," repitió, la desesperación palpable en cada nota. "Todo se esfuma, nada cambia... Estoy cansado de fingir."

Las últimas notas resonaron en el aire, el eco de su voz desvaneciéndose en el silencio de la habitación. Charles se quedó allí, su corazón latiendo con fuerza, su respiración agitada. Sabía lo que tenía que hacer. No podía seguir viviendo en esta mentira, no podía seguir negándose a sí mismo ni a aquellos a quienes realmente amaba.

Decidido, se levantó del piano. Tenía que terminar con Alex. No era justo para ella, y tampoco para Leo. Pero también sabía que no podía abandonar a su hijo. Encontraría una manera de estar con Carlos y de ser el padre que Leo merecía.

"De oro es mi prisión," murmuró una vez más, su resolución firme. Con el corazón pesado pero decidido, se preparó para enfrentar el futuro, listo para romper las cadenas de su jaula dorada y buscar la verdadera felicidad, felicidad que posiblemente no merecía.

Jules, por favor guiame”



𝐁𝐄𝐘𝐎𝐍𝐃 𝐓𝐇𝐄 𝐆𝐀𝐑𝐃𝐄𝐍 - 𝐁𝐲 𝐀𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬| 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐥𝐨𝐬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora