Cuando estaba embarazada veía imágenes de mamás felices con sus bebes. Revistas, tiendas, pañales... Pero ese no fue mi caso. Programas de TV. «Como ser la mejor mamá» ¡Já! Bebes risueños dando un toque a que todo es placentero con un bebe recién nacido. Me pregunto ¿¡Quien carajos invento eso!?
Edward, a quien nombre con mucho amor, no me dejaba dormir. Sus llantos desesperados; las noches, el día, mañana, tarde... ¡Dios!
Era un desespero, me convertí en un zombie y ya, no quedaba nada de la antigua Hanna.
La cesárea, había sido horrible. «Unas puntadas y váyase a su casa». Pase una noche en el hospital, todo bien, pero al llegar a casa... Edward no se despegó de mí. No sabía como acomodarme para dormir, sentía que las puntadas se abrirían y todo mi interior, se desparramaría en esa cama. Estúpida Hanna.
Mis pechos, sufrieron los cambios por la irremediable boca de Edward, quien no dejaba de alimentarse de mí. Succionaba con desespero y muchas veces se atoraba con la leche que extraía de mí. Recordaba de niña, cuando Nadia me decía que tomara mi leche, y que era extraída de las vacas... esa era yo en ese momento. Las cuatro paredes de mi habitación, se convirtieron durante un mes, en todo mi hogar.
Muchas veces me desvelaba y ya no sabía que hacer, mis pechos sangraban y casi reventaban. Llore por la desesperación de no saber que más hacer, necesitaba dormir.
Recuerdo muy bien esa tarde, al cuarto día llegó Marie, al rescate. Retiró de unas bolsas unas cosas extrañas.
—Toma Hanna, ahora eso extraerá la leche de tus pechos —La mire con asombro —Hazlo, y después dormirás. —ordenó la castaña.
Llene dos botellas, una me pidió que la guardara en el congelador y a la otra, le instalo un chupete. Acto seguido, me quito a Edward de los brazos y ordeno que fuera a dormir y que no me preocupara por el bebe.
Esa noche, no recuerdo cuando Marie, se fue.
Nadia, hacia lo que podía luego de los turnos en el restaurante.
Cuando Ed, cumplió un mes. Marie, nos llevo a casa y nos sentamos en las reposeras de su patio, justo frente al lago.
Ahí amamante a Edward, quien pedía a gritos ingerir comida.
Marie me observaba por largos ratos sentada a mi lado, con una tenue sonrisa en sus ojos y por momentos acariciaba mi cabello y lo acomodaba, quitándolo de mi rostro.
Su mirada, me recordaba lo que cada noche pensaba en silencio... Matt.
Muchas veces tuve la sensación de que Marie, quiso hablar de su hijo, pero sé que lo evito. Como Will, dijo un día: «Hanna, todos lo saben»
—Te ves hermosa, Hanna —exclamó Marie, con amor y con un suave tono en su voz.
Le di una gran sonrisa. Tenía muy presente que mi rostro había cambiado, apenas dormía por las noches y mis ojos negros lo decían, y la mayor parte del día, me sentía cansada.
—Sé, que no a sido fácil, —musitó la castaña, observando a Ed. Y luego lo acaricio. —Pero llenara de alegrías tu corazón. La vida para ti no termina aquí Hanna, lograras hacer cosas maravillosas, sin importar si te hubieses ido con Ali... o —Hizo una pausa —Hubieses continuado con Matt.
Aguante mi respiración, y un frío recorrió mi espalda. «¿Continuar con Matt?»
—Se que amabas a mi hijo... «Amas» —continuo Marie, y se corrigió cuando vio mis ojos derramar una lágrima, mire perdida hacia el lago. —De todas maneras, era algo que tenía que suceder, Matt tenía que estudiar.
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𝑫𝒆𝒗𝒖𝒆𝒍𝒗𝒆𝒎𝒆 𝑴𝒊 𝑻𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐
Romantik«El hermoso príncipe, se ha convertido en sapo o quizás, jamás fue príncipe» Hanna Scott, a terminado con su matrimonio. Dejando todo atrás, decide volver a su pueblo natal, donde su amiga Alison Evans, la espera ansiosa. Este retorno, no sólo...