-Capítulo 26 🦋-

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Me levante, por mucho que costo, pero cuando escuche el primer latido de la cosita que llevaba dentro, mi mundo cambio

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Me levante, por mucho que costo, pero cuando escuche el primer latido de la cosita que llevaba dentro, mi mundo cambio.

—¿Esta todo bien? —pregunto Nadia, mientras yo, estaba embobada mirando la pantalla, tratando de encontrar forma, al bichito, que se movía en mi interior.

—Si. Esta todo bien —respondió el doctor, frunciendo el ceño al analizar las imágenes en la pantalla.

Mientras ella hacia preguntas, yo apretaba ligeramente mi vientre, tratando que el bichito se moviera. Algunas veces, aguante la respiración para comprobar si él también lo hacía. Eran cosas ridículas, pero era solo una niña.

Me regalaron las primeras fotografías y así, comencé a juntar todo en una caja la cual escribí con un destacador: «Bichito».

—¿Quieres conocer el sexo del bebe? —repitió el doctor, al sexto mes de embarazo.

—¡Si!-¡No! —respondimos con Nadia, al unísono.

—Por favor, Hanna. Necesito... para comprar su ropa—. Pedía la futura tía, quien entusiasmada ante la llegada del o la bebe, compraba cada cosa que encontraba en la tienda de recién nacidos.

Cuando llegó Marie, después de dejar a los mellizos, le di la noticia. Ella, solo me abrazo y dijo:

—Lo sabía, tu cara me dijo todo.

Ali, envió como regalo un pequeño bolso con cosas para bebe, cartas y fotografías del lugar donde estaba, Londres.

Pregunté por Matt, aunque de él, no recibí la tan ansiada carta que esperaba. Dolió, pero no tanto como creía, porque en el fondo, tenía claro que todo se había terminado y así, puse corazón y mente en lo que se aprontaba.

Fue así, tanto Marie y Nadia, se convirtieron en mis nuevas mejores amigas. Y con Nadia, escuchábamos atentas a Marie, quien poseía más experiencia al respecto.

Mi vientre, comenzó a crecer a los tres meses. Odie con total intensidad las náuseas y también los antojos, que no eran de nada más y nada menos que chocolates, y cada que devoraba uno, recordaba cuando Matt, me los regalaba.

Ese verano, continúe remando hacia la misma dirección: La casa de los Evans. Muchas veces, me quede en el muelle, solo para recordar algunas de las tantas cosas que vivimos con los chicos, en especial con Matt.

Un día, reme hasta la roca y descanse en ella, solo para volver a sentir ese ambiente, pero ahora... sin él. Todo era extraño... me hacia falta.

Muchas veces me pregunté en voz alta: ¿Qué estarás haciendo... justo ahora? Como si fuese a responder. Matt, nunca se alejó de mis pensamientos.

Fue así, como escribí la primera carta, con la intención de enviarla y que leyera mis «Explicaciones» de todo lo que había sucedido, pero... Nunca la envié.

𝑫𝒆𝒗𝒖𝒆𝒍𝒗𝒆𝒎𝒆 𝑴𝒊 𝑻𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora