-Capítulo 36-🦋

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Mis lágrimas corrían por mi rostro, trataba de sollozar en silencio, mientras me escondía bajo la cabaña que nos hospedaba con Edward

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Mis lágrimas corrían por mi rostro, trataba de sollozar en silencio, mientras me escondía bajo la cabaña que nos hospedaba con Edward.

La cochera vieja de Ali, me cobijaba entre herramientas de carpintería, bolsas y cajas con nombres estampados con un plumón, que el paso del tiempo, deshacía la tinta en ellas y apenas dejaba ver lo escrito: Adornos navideños, revistas Alison, recuerdos, juguetes Matt, etc.

Mi espalda se apoyaba en algo amplio y rígido, cubierto con una tela empolvada, que a simple vista notaba que lo que escondía, lo habían olvidado hace bastante tiempo.

El silencio de la noche ocultaba mis suspiros y mi sonidos nasales , mientras limpiaba mis lágrimas con la manga de mi blusa.

Estar con Nadia, me había dejado un gran vacío, que llene con culpas, por malas decisiones, que había tomado a mis cortos, quince, veinte, veintiuno, veintidós...  ¡Dios!

Mi vida estaba marcada de «malas decisiones», y en cada una de ellas alguien salía lastimado.

—Ya tienes treinta y cinco, ¡No puedes seguir con esto! —la castaña reclamaba.

Lo que había sido un buen recibimiento, se transformó en discusión cuando Nadia, aviso que: «A papá no le queda mucho»

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Sentadas en el pórtico, bebiendo limonada menta, preparada por Nadia, recordábamos algunas cosas que hacía cuando era niña.

Miraba su rostro y se parecía tanto a mamá, y la imagen de la rubia de brazos cálidos llegaba a mi memoria, cuando salíamos a remar y me contaba historias. La boca de Nadia y sus gestos eran idénticos a ella. Mamá.

—¿Cómo va el restaurante? —pregunté después de un trago y los hielos danzaron en el vaso.

—Todo bien, aunque quisiéramos que fuese nuestro —recalcó la castaña añadiendo a Carl. —por años he sido la encargada del lugar...–Dio un hondo suspiro y aviso—: Los dueños amenazan con cerrar.

Para Nadia, ese trabajo era su vida, mamá trabajo ahí hasta que su enfermedad empeoro y luego y por necesidad, Nadia continuo lo de mamá.

—¿Y tú? —preguntó, tratando de cambiar el tema, que por cierto si le preocupaba. «Nos preocupaba».

—Aprendí y estudie lo necesario —avise y ella sonrió —Tengo una excelente propuesta de trabajo, pero... es lejos. —añadí y suspiré.

—¿Que tan lejos?

—España.

—¡Hazlo! Si es lo que quieres. Ed se ira a estudiar y tú, ya no tienes que darle explicaciones a nadie —expuso con énfasis, cuando ya la había puesto al corriente de lo ocurrido con mi matrimonio.

𝑫𝒆𝒗𝒖𝒆𝒍𝒗𝒆𝒎𝒆 𝑴𝒊 𝑻𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora