-Capítulo 29 -🦋

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Un aroma familiar, entraba por las ventanillas semi abiertas del vehículo que nos llevaba con rumbo al pueblo

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Un aroma familiar, entraba por las ventanillas semi abiertas del vehículo que nos llevaba con rumbo al pueblo.

Mientras el auto avanzaba comenzaban a llegar más y más recuerdos, acompañados de una pequeña punzada en la boca de mi estómago. Cuando llegamos a lo alto de uno de los cerros que envolvían al pueblo Ed, exclamo:

—Hemos llegado —sonrió observando, lo que solo había imaginado en mis tantos relatos, pero el pueblo había crecido en notoriedad. —¡Por fin!

No podía creer que estaba ahí, que había regresado y recordé el día que dejé este lugar, haciendo para mis adentros, mil promesas que juraría no romper jamás y... aquí estoy.

El vehículo no tardó en llegar a la calle principal. Me erguí para poner más atención, pues los cambios notorios en las estructuras y calles, si bien me alegraban me preocupaban, no quería ver que el tiempo se había llevado lugares que amaba.

El auto, bajo su velocidad y pude apreciar con mayor atención. La florería de Emma permanecía intacta. El café de Billie había sido remodelado y se veía moderno. Las veredas, a sus costados poseían jardineras llenas con flores de colores, típicas de la estación.

Mi corazón, se comprimió cuando vi el cine. Poseía un gran letrero de «Se Vende». Recordé a los mellizos y nuestra película, «Sé lo que hicieron el verano pasado». ¡No! No podía estar en venta. Pensé.

Me cuestione... ¿Por qué el Sr. Evans querrá vender el cine? Si, tengo muy presente que ya no se venden entradas para un cine, que solo pasa películas antiguas, Pero... podría sacarle provecho.

La tienda de dulces de una de las esquinas principales había sido reemplazada por una gran Gelateria. La botica de la pareja de ancianos Brennan, también había sido reemplazada por una farmacia, e imaginé que, por su avanzada edad, ya no estaban y recordé también, cuando cosechaba las frutas de sus árboles, tratando de no pensar en Matt. ¡Uf!

Matthew Evans, estaba en todas partes, cada rincón de este pueblo poseía su nombre, era difícil escapar de los recuerdos. Entre ellos, se mezclaban algunos destellos de mamá.

—Hemos llegado —avisa el chofer, cuando hace la parada frente al hostal, donde espero quedarnos por dos semanas.

Edward, baja de inmediato y quita el equipaje del portamaletas, mientras pago el viaje al chofer.

¡Mierda! Hago una vista panorámica del lugar, cuando el transfer nos ha dejado y caigo en cuenta de lo que se viene y todo lo que tengo que enfrentar. Carl, Nadia y Matt...

—¡Mamá, vamos! —Ed, me saca del momento y nos adentramos a nuestro lugar.

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Luego de reportar nuestra llegada y acomodarnos en nuestra habitación, rebuscamos en la maleta, nuestra ropa apta para el calor del pueblo. Ed, esta ansioso de recorrer los lugares que tanto le mencionaba en nuestras conversaciones.

𝑫𝒆𝒗𝒖𝒆𝒍𝒗𝒆𝒎𝒆 𝑴𝒊 𝑻𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora