-CAPITULO 18🦋-

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Finales de Otoño ...

—Estos, pertenecen a este estante, y los vinilos... solos los dejas aquí—. Dylan me enseñaba el lugar.

Pasaba tardes enteras en la Radio de la escuela, la cual emitía para todo el pueblo. Estaba a cargo de la música y alguno que otro programa. Los jueves, viernes y sábados, los dedicaba a su banda.

Con respecto a Matt, nunca hablamos de lo ocurrido, es más, nunca mas hablamos. Él, continuó con Sussan y yo, acepté el noviazgo con Dylan. Era lindo y se estaba ganando todo mi cariño. Me había acostumbrado a estar acompañada, con cariños y caricias y él, llegó en el momento justo. Pero lo que yo no sabía, era el daño que me hacía con esa relación... Llenando un hueco que no podía colmar.

La amistad con Ali, jamás la perdí. No le agradaba Dylan, siempre me dijo: «Él, no es para ti Hanna, te mereces algo mejor» Ali, tenía ese no sé qué... Juzgaba a las personas en una mirada y nunca fallaba.

Ese año, traté de integrarme a algún taller buscando mi futuro, pero mis horarios no daban con ellos, no me gustaba correr de un lugar a otro, y menos, toparme con Matt, quien me miraba con desprecio por los pasillos, cuando pasaba en los brazos de Dylan.

El maldito día que más odie a Matt, fue cuando su creatividad llego al borde, dándome un curioso sobrenombre.

«Hanna Banana» —murmuró en mi oído, cuando sostenía una banana en las manos como mi almuerzo. Lo miré con el mismo desprecio, con el cual solía observarme por largos ratos. Mi mirada dijo más que mil palabras. Odiaba lo que me hacía padecer. Sentía su aroma cerca de mí, y su energía la podía palpar a cada lugar que él presenciaba. Esa energía aun me recorría la piel, cuando nuestras miradas llenas de odio se encontraban, y recordaba como con un simple beso, me hacía perder totalmente el control de mí.

Aun lo amaba, pero luchaba contra eso, luchaba y me obligaba a no quererlo más. «¡El príncipe se convirtió en sapo, Hanna! O quizás, jamás fue príncipe.» Palabras que me repetía, mientras aún, el corte en el pecho dolía por su estocada invisible.

El sobrenombre se quedó, y no dejo de usarlo hasta el día que se fue. Lo usó en la escuela, en su casa, y cada vez que se mofaba en un saludo, cuando dejaba a Ali en mi casa. Me tenía podrida.

—Hanna Banana... ¿Podrías quitarte de mi camino?, Hanna Banana Cada día eres más insoportable... Hanna Banana ¿Tu noviecito está llorando? ¡Alison! ¡Hanna Banana al teléfono!

Jamás, durante lo que quedo de ese año, volví a llevar una fruta a la escuela.

Las clases de Actividad Física eran tediosas, nuestros cursos se juntaban para hacer una sola clase y, odiaba cada minuto de ella. La maestra a cargo nos hacía sudar. Matt, me hacía sudar en odio, cuando no dejaba de mirarme con sus ojos moca. Era una tortura, tortura de tenerlo que ver y no poder lanzarme a sus brazos, de decirle lo mucho que duele no tenerlo conmigo, y que odio lo que me hizo. Que el chico responsable y pulcro que creí que era, solo era una fachada de la realidad que ahora veo. Matthew Evans había cambiado demasiado.

𝑫𝒆𝒗𝒖𝒆𝒍𝒗𝒆𝒎𝒆 𝑴𝒊 𝑻𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora