«El hermoso príncipe, se ha convertido en sapo o quizás, jamás fue príncipe»
Hanna Scott, a terminado con su matrimonio. Dejando todo atrás, decide volver a su pueblo natal, donde su amiga Alison Evans, la espera ansiosa.
Este retorno, no sólo...
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Enero 2021
Los aviones y las alturas me daban nervios, o ¿solo era el viaje? Volver después de 19 años no era un chiste. Sobre todo cuando toda la familia Evans, se reuniría para el tan esperado compromiso de Ali y Paul.
Recordaba a Marie y sus gritos, al paciente y cariñoso Sr. Evans, a la alocada Ali y Matt... Siempre Matt, con esa sensación que falto decirnos más. Solo pensar en él y todo lo que marco en mi adolescencia, me transportaba a esos momentos. Donde sentía que había quedado algo inconcluso. Donde yo, me cuestionaba y que la carta más importante que había escrito en mi vida, nunca fue enviada y como una niña, aun la tenía guardada.
Miraba a mi derecha, Edward dormía durante el viaje y yo, temblaba de frío o, de nervios. Comencé hacer lo que no hacia hace mucho, comer mis manos.
Julio 2001
La inseguridad llego en invierno, con el frío y la lluvia diaria, esa que se alojaba hasta por semanas.
—¿Algo para mi? —Preguntaba a Nadia con las manos en la boca, mordiendo la palma de mi mano cuando ella recogía la correspondencia. Nadia negaba con la cabeza y observaba como me volvía a encerrar en la habitación.
Las cartas de los chicos estaban retasadas casi un mes, nunca lo habían hecho. Yo sin embargo, escribía y enviaba a la fecha, para mí era sagrado y demasiado importante no perder el contacto con mis amigos.
No quise marcar su teléfono, esperaría una semana más.
—¿Quieres hablar? —Pregunto Nadia. Llego a mi habitación una noche, cuando la lluvia golpeaba con furia en mi ventana.
No hablábamos mucho, me refiero a cosas profundas o... «Mis cosas». No quería darle algo en que pensar. Ella y Carl, se preocupan de la casa y todo lo que conllevaba, no quería darle problemas adolescentes.
—Hola —Le conteste cuando asomaba su cabeza en la puerta. Le sonreí y la invite a pasar.
—¿Mucha tarea? —Pregunto sonriendo, mirando mi cuaderno y se sentó a mi lado en la cama. Recordé a mamá, sé que hacia el esfuerzo de tratar de actuar como una.
Ante su pregunta, negué con mi cabeza. —Oye... —Suspiro —Se que no te dedico el tiempo suficiente y debería... lo siento yo...
—Esta bien —La interrumpí con una sonrisa y dándole un codazo —Yo puedo sola Nadia, no se me hace difícil la escuela. —respondí sin darle mucha importancia, recogiéndome el pelo y anudándolo con el lápiz. Ella, suspiro hondo y cerro los ojos. Se que tal como yo, nuestras vidas habían cambiado mucho, por eso no me gustaba contarle alguna estupidez de cómo me sentía al respecto, ellos tenían bastante con sus trabajos y con preocupaciones de adultos.