-Capitulo 1-🚣

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Noviembre 25 año 2002 19hrs.


Un fuerte portazo detrás de mis espaldas.

Salí de casa rápidamente por la puerta trasera. Quite mis tenis con los pies, lanzándolos a unos metros delante de mi, pero mi rápido andar dieron con ellos. Recogí uno, a unos pasos el otro y luego continué.

Me dirigía al lago mientras iba refunfuñando descalza. El aire estaba ligeramente tibio, era un bello atardecer, casi de verano. Las nubes en hermosos tonos, pintaban el cielo.  Destellos tenues de sol, regaban la hierba y la brisa jugaba con ella, a lo lejos, podía ver los juncos danzar. 

Pero aunque todo a mi alrededor, era paz y armonía, mis pensamientos estaban muy lejos de ahí... muy lejos de casa y muy lejos del presente. Estaban en un futuro incierto y difícil de cargar.

Si, tenia miedo «Esto no puede estar pasando» me lo repetía constante, a cada paso que daba, mientras golpeaba ligeramente mis muslos con los tenis.

Enojada, triste, nerviosa y asustada, nunca había sentido eso. Necesitaba ver a Alison, con urgencia.

Mis pies dieron con la humedad de la tierra y luego, con el agua del lago.

Tome el bote, donde lance mis tenis, empujo, subo y comienzo a remar.

El silencio de aquel atardecer y el aroma del agua, pega justo en mis fosas nasales. Los patos y sus crías se cruzan por mi camino. La pausa hace perderme en esa imagen pero, ni aun así, me sacan de mis preocupantes pensamientos.

Alison Evans, vive justo al frente de casa y la forma más rápida de llegar, es atravesar el lago, que para mi suerte, es en la parte mas estrecha.

Remo rápidamente sintiendo la tensión en mis brazos, solo quiero llegar pronto y soltar lo que llevo atorado.

«¿Porque mierda, cada vez que quiero llegar rápido a cierto lugar, se hace eterno?», pensaba... «No puedo alejar el pesar en mi conciencia... no quiero estar jodida».

Llego al muelle de Alison, bajo rápido y ajusto una cuerda a mi bote...

—¡Mierda los remos! —Me quejo, cuando caen al agua por la torpeza de mis movimientos.

Los retiro antes, que la pequeña corriente los aleje y los dejo en el pequeño atracadero. Aprovecho que estoy de rodillas, en las tablas húmedas del muelle y amarro mis tenis, mientras le doy una que otra mirada ansiosa, a la casa de Alison.

¡Listo! Corro a su puerta.

Toc-Toc... Golpeaba con énfasis, el vidrio de la puerta trasera.

¡Ya va! —Contesta Alison a lo lejos y yo, agradezco al cielo que este aquí.

Apenas me ve, sonríe alegre y saluda divertida.

𝑫𝒆𝒗𝒖𝒆𝒍𝒗𝒆𝒎𝒆 𝑴𝒊 𝑻𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora