Amor En Llamas - Jasper Hale

XLIV. NUEVOS COMIENZOS

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Capítulo Cuarenta y Cuatro:
Nuevos Comienzos

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Pasaron varias semanas desde que Riley y Bree llegaron a la vida de los Cullen. Los dos neófitos, que habían sido rescatados de una existencia de caos y violencia, comenzaban a adaptarse a su nueva vida gracias a la paciencia y el cuidado de la familia. Desde el principio, Riley y Bree sintieron una conexión especial, una especie de alivio mutuo que les permitió enfrentar sus desafíos con más seguridad.

Para Riley, acostumbrado a la soledad y la desconfianza, la presencia de Bree era como un bálsamo. Ella comprendía su dolor y su angustia, compartiendo sus propias cicatrices emocionales. Juntos, encontraron consuelo en la compañía del otro, reconociendo en sus miradas el reflejo de sus propias luchas.

Bree, por su parte, descubrió en Riley un compañero en quien confiar, alguien que entendía sus miedos y dudas sin juzgarla. En los momentos de debilidad, Riley estaba allí para levantarla, ofreciéndole apoyo incondicional y protección en un mundo que aún le resultaba desconcertante.

La familia Cullen observaba con beneplácito la evolución de esta relación, conscientes del poder curativo que la amistad podía tener incluso entre seres tan atormentados como ellos. A medida que los días pasaban, Riley y Bree se volvían inseparables, compartiendo secretos y risas, construyendo juntos un futuro que nunca habían creído posible.

En los ojos de los Cullen, la luz de la esperanza brillaba más intensamente cada vez que veían a Riley y Bree juntos, recordándoles que, incluso en la oscuridad más profunda, siempre existía la posibilidad de encontrar la redención y el amor.

Una tarde, después de una caza exitosa en la que Riley y Bree habían mostrado un notable autocontrol, se sentaron junto al río con Emmett y Rosalie.

—Lo están haciendo muy bien —dijo Emmett, sonriendo con orgullo—. Cada día veo mejoras.

Riley asintió, tomando la mano de Bree con una sonrisa.

—Gracias, Emmett. No sabíamos que podríamos llegar a sentirnos tan... normales.

Bree miró a Rosalie, con una expresión de gratitud.

—No sabemos qué habríamos hecho sin ustedes. Es un gran alivio saber que no estamos solos en esto.

Rosalie les devolvió la sonrisa, su mirada suave.

—Ustedes dos son fuertes, y esa fuerza solo crecerá con el tiempo. Tienen una conexión especial que los hace aún más fuertes juntos.

Riley y Bree se miraron, sus sonrisas reflejando la seguridad y el amor que sentían el uno por el otro. Sabían que, con el apoyo de los Cullen, podrían enfrentar cualquier desafío.

Mientras tanto, Jasper y Ashley se dedicaban por completo al pequeño Aidan. Aunque sabían que no era su hijo biológico, eso no les impedía amarlo y cuidarlo como si lo fuera. Jasper usaba su don para mantener al bebé calmado, creando un ambiente de paz y serenidad en la casa.

Una noche, mientras acunaban a Aidan para dormir, Jasper y Ashley compartieron un momento de reflexión.

—Nunca pensé que sentiría esto —dijo Jasper, mirando al bebé con ternura—. Este amor tan puro y desinteresado.

Ashley, sentada a su lado, sonrió y acarició suavemente la mejilla de Aidan.

—Es maravilloso, ¿verdad? Aidan nos ha dado una nueva razón mas para vivir.