veintisiete.

3.1K 235 5
                                    

—No sé, es que ese párrafo no me gusta, mi amor —me dijo Gabriel.

Reajusté mis lentes y lo volví a leer.

—¿Y si escribo mejor a partir de aquí? —señalé el monitor.

—Sí, puede ser.

Llevábamos horas completas en pijama y sentados en el comedor, revisando los últimos detalles de mi presentación.

Gabriel había cancelado todos sus pendientes de la semana para ayudarme.

—Ya me dio hambre, amor —me quejé—. Llevamos mucho tiempo aquí.

—¿Quieres que te cocine algo? —acarició mi mejilla.

—¡Sííí! —pedí—. Pasta, por favor.

Me sonrió.

—Mientras yo cocino, tengo algo que enseñarte.

Fingí sorpresa.

—Enséñame ya.

—Pero no te vayas a burlar, ¿eh?

Rodé los ojos.

—¡Gabriel! —me quejé—. ¿Qué es o qué?

—Las consecuencias de estar separados, chula.

Lo miré confundida.

—Era mi próxima jugada por si no me perdonabas, pero como ya estamos juntos, puedo mostrártelo como un regalo.

—A ver.

Sonreí. Sacó su celular y lo vi nervioso.

—Bueno, le picas play cuando me vaya, ¿eh?

—¿Por qué no te quedas conmigo?

—Me da vergüenza, Mar —respondió sonrojado—. Pero es para que sepas que nadie te podría amar como yo.

Sonreí y asentí.

—Ve a la cocina entonces.

Me dio el celular y había un archivo que era una nota de voz.

Sabía de dónde venía todo. Hace unos días, lo descubrí mirando al techo en la madrugada:

—¿No puedes dormir? —pregunté y él me miró, negó—. ¿Qué tienes, amor?

Volvió a negar.

—¿Estás estresado? ¿Es por la canción?

—No es eso, Mar.

—Entonces —no respondió y me acerqué a besarlo—, cuéntame, mi amor.

—Eres tú.

Todo rastro de sueño se eliminó en mí.

—¿Yo?

—Bueno, no tú, es que, Mar, no sé cómo rogarte para que no te vayas.

Lo miré confundida. La oscuridad en el auto no me estaba ayudando.

—¿Por qué me iría?

—Porque creas que no te quiero.

—Gabriel, llevamos casi dos semanas aquí —respondí—. ¿Por qué sigues con eso?

—Porque cuando te fuiste, todos me decían eso —peinó su cabello—. Que yo nada más no te iba a alcanzar nunca y que tú te terminarías yendo.

—¿Por qué haría eso?

—¿Cuantas cosas no te he hecho pasar, mi cielo? —dijo triste.

fendi;gabito ballesterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora