dos.

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—Hablo en serio, Gabriel —dije harta— No me estás escuchando.

—Mi amor, te juro que sí lo estoy haciendo —apagó su celular y dirigió su mirada hacia mí— Pero ya has cambiado de opinión diez veces; siento que me estoy volviendo loco.

—Cuando tú estás a punto de lanzar canciones, también tengo que escucharlas diez veces y además esperarte muchas horas en el estudio.

Me acosté molesta en la cama. Sentía que él no le daba tanta importancia a mi presentación de tesis.

Aunque vivíamos juntos, estos últimos meses han sido caóticos para nuestra relación. Probablemente habíamos peleado más que en los cuatro años que llevábamos de noviazgo.

Sabía que el hecho de que Gabriel ganara fama significaría menos tiempo juntos, pero lo que no imaginaba es que también significaría menos interés en mí.

—Mi amor, no te enojes —me distrajo poniendo una mano en mi cintura y besando mi hombro desnudo— Vuelve a leerme la página, si quieres.

—Da igual, Gabriel —contesté molesta— Ni siquiera sé si aceptarán esta versión.

—No te enojes —repitió— Tú sabes que he estado muy ocupado con la nueva canción, tengo la mente en todas partes.

—No creo que diez minutos de tu tiempo hagan que tu canción fracase.

Lo escuché reír.

—Eres una exagerada, Maressa.

Me jaló de la cintura obligándome a pegar mi espalda a su pecho, quedando completamente acurrucada contra él.

—Ya, mi amor —dijo en mi oído— Como sea, ahí estaré para aplaudirte y si a alguien no le gusta, pues lo callamos, a la verga.

Sonreí.

—¿Y si no la aprueban?

—Claro que van a aprobarla, hiciste una gran investigación —acarició con las yemas de sus dedos mi hombro— Vas a presentar y ahí estaré yo afuera para felicitarte.

Me giré en la cama para mirarlo directo.

—¿Lo prometes? —él asintió— Entonces te perdono.

Rió para después besarme.

—Eres una caprichosa —me dijo entre besos.

Maressa era estudiante de literatura y realmente estaba sola en eso. Cuando sus padres supieron lo que estudiaría y a lo que aspiraba convertirse, solo hicieron enormes muecas de desagrado seguidas de comentarios de negación. Claro que la amaban, pero sabían lo poco rentable que era ese mercado.

Gabriel nunca fue así. Desde que se conocieron, Maressa le regaló uno de sus improvisados poemas que escribió en alguna de sus tareas. Él lo leyó en unos cuantos días y quedó fascinado; probablemente era una de las razones del intenso enamoramiento que tenía hacia ella.

Cuatro años después, ella estaba por graduarse. Llevaba meses intentando escribir su tesis, tardó unos cuantos en elegir el tema, otros en escribir y ahora parece que tardará más en que su tesis sea aprobada.





Sonreí viendo a Gabriel grabando la nueva canción del otro lado de la cabina. Me saludaba cada vez que terminaba un lapso de grabación, yo solo le mandaba besos.

—¿Qué te parece? —me preguntó el productor antes de poner la voz de mi novio junto con la pista.

AMG sonó y sonreí al escuchar a mi novio cantar.

—Increíble —contesté sonriendo. Miré a Gabito y le asentí indicando que lo había hecho muy bien.

Un par de horas más bastaron para que las partes de la canción donde cantaba Gabriel quedaran listas. Unos días más y el video sería grabado para que todo saliera al público.

—¿Te digo algo? —me preguntó mientras mordía su hamburguesa— Yo siento que esta canción será el inicio, mi amor.

—¿El inicio de qué?

—Del despegue total de mi carrera.

Sonreí, estaba muy feliz por él.

—Así va a ser —contesté— Más te vale que no te conviertas en un patán infiel como los demás, ¿eh?

—¿No me quieres compartir o qué? —dijo, molestándome.

—Si las otras también estarán 7 horas en el estudio esperándote y escuchando cada uno de los arreglos, puedo pensarlo.

Él soltó una carcajada.

—Hablo en serio, no me mereces, Gabriel —dije riendo para después morder de mi hamburguesa y tomarle a mi refresco.

—¿Me acompañarás a la grabación del video?

—¿Habrá mujeres? —pregunté.

—Sabes que no pude negociar eso —contestó, a lo que yo volteé los ojos.

Hace unos días, tuvimos una discusión. En la reunión de la disquera con Natanael y Hassan, pude escuchar varias de sus ideas para el video musical. Entendía que era un lanzamiento importante para los tres y querían ser muy llamativos con todo, pero la idea de que mi novio estuviera rodeado de muchas mujeres no me agradaba en absoluto.

—También es tu canción, ¿por qué no puedes decir que no? —pregunté molesta.

—No empecemos, Maressa.

—Es que no entiendes mi punto, ¿por qué para grabar una canción debe haber morras en montón coqueteándoles?

Él me miró harto.

—Yo no di la idea.

—Pero tampoco la rechazaste —reclamé— Ni siquiera tienen nada que ver con lo que dice la canción.

—Pues ya están buscando modelos para el video y yo no puedo hacer nada.

Abrí la boca sorprendida por su contestación.

—Perfecto, pues no esperes verme apoyándote ahí.

Desde que Gabriel había comenzado con la disquera y a tener sus propias canciones, nunca había faltado a ni una sola grabación. Aunque las grabaciones, lluvia de ideas, acuerdos, entre otras cosas tardaran horas.

—No sé si quiero ir entonces —contesté sin mirarlo, solo puse atención en mi comida.

—¿De verdad no me vas a acompañar? —preguntó seriamente.

—No quiero arruinarte nada, Gabriel —me acom odé mejor en mi asiento— Sé lo emocionado que estás por esta canción y yo sinceramente, no sé qué tan cómoda estaré viendo todo lo que harán.

—Es solo un video y ya —dijo tomando mi mano— Por favor, Mar, no estaría igual de seguro si no estás ahí.

Suspiré y miré nuestras manos unidas.

—Está bien —sonrió— Pero si veo que una se te acerca demasiado, entraré a detener todo.

Ambos reímos y él asintió.

fendi;gabito ballesterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora