treinta y tres.

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Llegué rogándole al cielo poder encontrar a Mar aún. Pidiendo que le haya ido tan bien en su presentación y se la haya pasado tan bien en la fiesta que ni siquiera haya sentido mi ausencia.

Pero obviamente no era así. Yo mismo sabía cuán importante era para Maressa que específicamente yo estuviera ahí. Finalmente, yo era lo único que tenía.

Entré al salón y agradecí cuando vi el coche de Mar estacionado afuera. Mi sentimiento cambió drásticamente a tristeza cuando me encontré con la escena dentro del salón.

—Ya, Mar —Maydon le decía frotándole la espalda.

Vi a Maressa arrancando toda la decoración del jardín con odio. El cartel que había pedido que pusieran con palabras mías estaba destrozado.

Mi familia la veía con tristeza y Oscar solo intentaba calmarla.

—Mar —dije agitado por lo rápido que llegué—. Mi chula, perdóname.

Yo sabía que necesitaría decir mucho más, pero un perdón era necesario como inicio.

Hubiera deseado no ver a mi novia. Nunca se me había roto tanto el corazón; estaba completamente destrozada.

Cuando volteó, tenía el maquillaje completamente corrido y los ojos tristes, indicando lo mucho que había llorado.

Por fin se había graduado y entregado esa tesis que tanto le costó, y aun así lloraba desconsoladamente. El día más feliz de su vida se arruinó porque yo no hice algo tan simple como llegar.

Podría haber dicho alguna excusa pendeja que me justificara, pero de verdad no podía mentir en nada esta vez porque Mar lo sabía, me conocía perfecto.

—Gabo, mejor vete —dijo mi mamá tomándome del brazo.

Me miró decepcionada. Ella adoraba a Maressa.

—No la presiones o ambos se lastimarán —susurró.

Escuchaba lo que me decía, pero no dejaba de ver fijamente a mi novia.

—No, no me voy a ir —dije alterado—. No voy a dejar a mi Mar aquí.

Me acerqué a ella, estiré mi brazo para tomarla, pero fue más rápida y dio un paso hacia atrás rechazándome. Lo acepté y di un paso atrás.

—Mi chula, de verdad, voy a explicarte.

—¿Explicar qué!? —dijo furiosa, sus manos se movieron con brusquedad—¿Cómo siquiera puedes explicar esto? ¿Qué verga quieres explicar? ¿Cómo rompiste tu promesa de estar aquí esta noche o el por qué no pudiste apoyarme en la noche más importante de mi vida?

Todos estábamos en silencio. Mi familia, Oscar y yo. Nunca la habíamos visto tan alterada. Mar normalmente era callada, tímida y se guardaba todo para ella misma, y normalmente ella era la mediadora de cualquier conflicto. Pero esto, este lado de ella salió a la luz de repente y nos dejó a todos sin palabras.

—Mar, Junior me invitó a comer porque me quería invitar a más proyectos y me conectó con más gente para que me ayude a crecer. No era hora de que me viniera todavía, así que fuimos a tomar y yo... perdí la noción del tiempo. Mi chula, lo siento muchísimo.

Conocía perfectamente a mi novia. La vi morderse el labio, cerrar los ojos y respirar. Sabía que se estaba conteniendo de gritarme y explotar ahí mismo.

—¿Entonces estás diciéndome que te perdiste esta noche, en la que recibiría mi título en el que trabajé demasiado, porque preferiste irte a celebrar algo tuyo?

Sentí terrible solo de escuchar a Mar decirlo, pero así era. No podía negarlo.

Quería contestarle pero no sabía qué. Estaba sumamente nervioso de solo ver los ojos de Mar llenarse de lágrimas de furia.

Ella sorbió por su nariz y soltó una risa fingida mientras su mano quitaba con enojo las lágrimas de sus mejillas.

—Bien, está bien. Es bueno saberlo.

Asintió, girándose para darme la espalda y esta vez, tomar sus cosas.

Me acerqué a ella intentando detenerla pero simplemente me empujó con el hombro.

—Gabriel, por favor, vete a casa —volvió a decir mi mamá.

La ignoré y volví hacia Mar, quien ya me miraba fijo con lágrimas cayendo por su cara sin parar.

—Por favor, mi amor —hablé—. Sé que jodí las cosas, solo por favor, déjame recompensártelo, perdóname.

Estaba sumamente desesperado. Volví a tomarla de la cintura.

—¡Gabriel, ya, por favor! —Gritó aún llorando, desesperada y alejándose de mí para poder siquiera respirar bien—. He estado para ti siempre, nunca he siquiera soñado en perderme algo que sé que es importante para ti, porque todo lo que significa algo para ti también lo hace para mí. Esa es la manera en la que las cosas siempre han funcionado porque te amo más que a nada. Siempre te he puesto en primer lugar.

Sentía que estaba suplicando. Ni siquiera eran gritos de odio, eran gritos de ruego. No sabía qué hacer, solo la miraba sumamente culpable.

—Me he perdido incluso mis propias fiestas de cumpleaños, viajes de negocios y tiempo de vacaciones para poder demostrarte lo mucho que me importa y siempre me va a importar todo lo que haces. Te he apoyado en cualquier manera posible desde que estamos juntos. Así que, ¿por qué fue tan difícil para ti estar aquí para apoyarme la única vez que he hecho algo para mí?

Volví a intentar tomar su mano en el desespero de calmarla y esta vez la aceptó. Miré nuestras manos entrelazadas.

—¿No crees que te pongo a ti primero? —Pregunté mirándola—. Todo lo que hago es por ti. ¿Cómo es que no te das cuenta? Eres todo lo que me importa.

Elevé nuestras manos entrelazadas y las llevé a mi pecho, dándole un apretón a su mano en un intento de mostrarle lo mucho que la amaba. Y a pesar de que tal vez había fallado en mostrarle su amor alguna que otra vez, nunca iba a amar a alguien de la manera en la que la amaba a ella.

Ella negó un poco, retiró sus manos de las mías para poder buscar en su bolso. Sacó una hoja de papel arrancada y la puso en mi pecho. Eran los agradecimientos.

—Yo estoy en segundo lugar para ti, Gabriel. Siempre lo he estado. Nunca he sido capaz de competir con tu carrera.

Miré el papel, fruncí el ceño mientras leía lo que se suponía que debí de haber escuchado salir de los labios de Mar.

Y si había pensado que mi corazón ya estaba roto, nunca había estado tan equivocado en mi vida. El discurso entero era sobre mí. Todo lo escrito en ese papel era sobre mí. Cada parte, desde el inicio hasta el final, era sobre cómo su carrera era como un regalo para mí.

No podía siquiera imaginarme el dolor y lo lastimada que debió de haberse sentido mientras le agradecía por todo lo que había hecho por ella mientras miraba a una audiencia en la que él no estaba y no saber el por qué.

—¿Si te hubiera dicho antes sobre qué era mi discurso, hubieras venido?

Me quedé callado. No sabía cuáles eran las palabras correctas, ni cuáles conciliarían a mi Mar correctamente.

—Por supuesto que lo hubieras hecho, porque era sobre ti. Justo como todo lo demás.

Asintió, me miró decepcionada y se dio la vuelta. La vi tomar todas sus cosas de la silla que estaba detrás.

—Puedes quedártelo porque no quiero volver a ver ese estúpido discurso nunca jamás. No quiero volver a ver este maldito título tampoco porque todo lo que hice para llegar aquí fue por ti, y a ti simplemente no te importa.

Puta madre, ¿por qué no puedo decir nada?

Vi a Mar acercarse a mi familia y agradecerles mientras yo estaba parado en shock. Le dijo algo a Oscar en el oído, él asintió y salió.

—No tengo a dónde ir, así que seguiré en la casa.

Suspiré aliviado. Por lo menos no estaría fuera y la tendría cerca.

—Ahora voy a mostrarte cómo es vivir bajo el mismo techo que alguien que nunca ha estado para apoyarte. Ya no esperes que siga estando para ti, porque no lo estaré. Tal vez me veas en la misma casa, pero no me verás más a tu lado hasta que no te vea en el mío.

fendi;gabito ballesterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora