dieciocho.

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Me desperté temprano y no vi a Gabriel en la cama. No llegó.

Me arreglé rápido y en una maleta alisté todas mis cosas.

Bajé las escaleras y ahí estaba él llegando con un enorme ramo de rosas. Rodé los ojos.

—¡Cierra los ojos! —dijo apenas me vio—. Me faltan por meter más cosas.

Negué.

—No las quiero.

—No digas eso, Mar —busqué las llaves de mi auto—. Por algo te quedaste aquí.

—Sí, para despedirme —contesté—. En el refri está tu comida favorita, es lo último que recibirás de mí.

Subí por las maletas y bajé, pero al intentar subir todo al coche, Gabriel me detuvo.

—Vamos a platicar.

Me reí.

—¿De qué? —pregunté molesta—. ¿De que se te olvidó nuestro aniversario por irte a tomar?

—Estaba en el estudio.

—Y todavía mientes, Gabriel —reclamé—. Estás aquí desde antier y no fuiste capaz de siquiera avisarme.

—Estábamos peleados.

Rodé los ojos y seguí mi camino al coche.

—¿A dónde vas a ir?

—Tengo que conseguir mi propio lugar.

—Aquí es tu lugar, esto es tuyo.

—Ya no, yo ya no pertenezco aquí.

—Maressa, deja de ser necia, no conoces a nadie aquí.

—Pues tendré que comenzar sola —lo miré—. ¿No dijiste que siempre me quejo de eso? Pues ya arreglé el problema.

Entré de regreso a la casa por más cosas y vi un montón de regalos.

—Yo no quiero nada de esto —dije mirándolo—. No lo has entendido, no me sirve nada de esto si tú no estás.

—Pues trabajo, Maressa.

—Y yo no te estoy reclamando —subí mi tono de voz—. Te estoy pidiendo que estés, como sea y como quieras, pero que estés.

—No te entiendo.

—Lo sé y apenas me di cuenta —respondí—. Creo que es necesario que nos demos un tiempo.

Me miró asustado y antes de que hablara, lo interrumpí.

—No por mí, sino por ti —suspiré—. Creo que todo te está llegando tan de golpe que lo que más quieres es disfrutar y ya.

Él solo me escuchaba atento.

—Y yo jamás podría impedir que disfrutes todo lo que te está pasando porque solo yo sé cuánto te costó —continué.

No esperé más y lo abracé.

—Yo siempre te perteneceré —dejé un beso en su mejilla para salir de ahí.

fendi;gabito ballesterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora