cuarenta y tres.

2.5K 318 58
                                    

Las palabras de Nata retumbaban en mi cabeza. Maressa se había ido con Óscar a su hotel; llevaban muchos días juntos, y ella misma había provocado todo.

—Mar, no estás en condiciones para que podamos hablar bien.

—Sí lo estoy—responde—Por favor, es que no dejo de ver videos tuyos con ella y yo... no, no lo entiendo.

—Es que ya no estamos juntos—digo levantándome—Tú misma me pediste que te dejara en paz, ni siquiera me detuviste antes de que me fuera.

—No es justo—dice después de unos segundos—Me quitaron todo lo que tenía y...

Respiro antes de interrumpirla.

—Mar, ¿has estado con Óscar, sí o no?

No se escucha nada, incluso sus sollozos se detienen.

—¿Qué?

—El día de la celebración de la disquera, ¿fuiste con Óscar?

—Sí, pero ¿eso qué tiene que ver?

—A él sí lo quisiste acompañar—ríe sarcásticamente—Pero, ¿ese día te fuiste con él al hotel?

—Gabriel, no juegues así.

—Tú estás haciendo lo mismo—respondo—Mariana es quien me está ayudando en la producción, no tengo nada con ella.

Relamo mis labios, buscando qué decir. Estaba por ceder, pero negué. Ya tenía que salir de todo esto.

—Maressa, tú sí te fuiste con Óscar al hotel después de la fiesta—seguí—Y te quedaste ahí.

—¿Pero eso qué?

—Que todavía te indignaste porque salió un video mío abrazando a Mariana.

—¿Y a mí qué me asegura que...?

—Mar, ya—digo desesperado—Tú misma dijiste que no andarías con alguien tan hipócrita.

—¿Sabes qué estás haciendo? Estás echándome la culpa de lo que tú mismo arruinaste.

Niego, molesto.

—No, Mar, yo acepté mi error desde el primer día, intenté enmendarlo—continúo—Y yo hubiera seguido siendo tu pendejo por mucho tiempo, mucho...

Suspiro.

—Pero tú misma elegiste el otro camino—prosigo—Estabas jugando entre Óscar y yo, pues que siga jugando él, yo ya deserté.

—¿Qué significa eso?

—Que por mucho que te adore, ya no puedo seguir así—respondo—Y aunque no me creas, no es por estar con otra morra. Yo no te haría eso, me he mantenido fiel a ti.

Miro al suelo, mordiendo mi labio.

—Y la neta siento que hasta separados, seguiría siendo así—prosigo—Pero ya, en el rollo en que estábamos, ya no era sano para ninguno de los dos, la neta.

—Entonces, ¿oficialmente se acabó esto?

—Te amo, Mar, mucho—digo caminando por el cuarto—Y la neta, espero que en algún momento, la vida nos vuelva a juntar.

Suspiro, triste.

—Porque, fuera de todo, si de algo estoy seguro es que eres el amor de mi vida, Maressa, ese puesto nadie te lo va a quitar.

Siento un hueco inmediato en el estómago.

—Ni tú misma, porque jamás va a importar lo que hagas, yo siempre te tendré en el mismo pedestal.

—Te amo, Gabriel, gracias.

Esperen esperen, denme chance. Yo tengo todo calculado, amiguísimas.

Hoy en la tarde, entré en crisis porque la releí y no me gustó. Entonces estuve por borrarla ajaja pero bueno, al final si pude.

fendi;gabito ballesterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora