Capítulo 42 ~ Culpa

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Maxi casi se ahoga con la sopa. Los normalmente letárgicos ojos grises de Ruth la miraron con expectación, desconcertándola. Si ella revelara que la aritmética no era su fuerte, los caballeros, que ya la miraban con poco respeto, pensarían aún menos de ella. Pero si decía que sabía realizar operaciones aritméticas básicas, estaba segura de que Ruth le impondría una tarea agotadora. Incapaz de decidirse, evitó la mirada de Ruth bebiendo su sopa.

Ruth se inclinó para colocarse en su línea de visión, entrecerrando los ojos como si estuviera tratando de pinchar su conciencia.

— ¿Es así como me paga la amabilidad, mi señora?

— Yo re-realmente no cr-creo que esté ca-calificada...

Lo que Maxi más temía eran los comentarios cáusticos que tendría que soportar si aceptaba ayudar; nunca había conocido a nadie tan crítico como Ruth. Su determinación de evitar sus miradas, sin embargo, no pareció disuadirlo.

— Estará gestionando registros y cálculos simples. Yo diría que está más que calificada para eso.

— Suficiente de eso —. Uno de los caballeros que había estado fingiendo no escuchar el intercambio intervino —. Estás siendo irrespetuoso con su señoría.

Ruth lo ignoró y continuó mirándola implorante. Maxi sabía que si ella se negaba, el malhumorado hechicero probablemente la acusaría de ingrata en cada oportunidad. Con ese pensamiento en mente, Maxi asintió de mala gana y el rostro de Ruth se iluminó con una sonrisa.

— Tiene mi eterna gratitud — le pasó una papa de su plato como agradecimiento.

— Veo que se han vuelto bastante cercanos — dijo Sir Hebaron, rascándose la nuca. El musculoso caballero había estado escuchando en silencio su conversación.

Maxi vaciló antes de decir.

— Ruth br-brindó valiosos co-consejos sobre las re-remodelaciones del castillo.

— Ya veo... — dijo Sir Hebaron con torpeza, dando un gran bocado de pan.

El corazón de Maxi se hundió ante su desinterés.

— El castillo no se ve tan mal — añadió tras un largo silencio.

— Oh... Gr-gracias.

Hebaron desvió la mirada con incertidumbre. Evidentemente, la conversación le pareció tan incómoda como a ella. Aunque se habían conocido hacía mucho tiempo, nunca habían intercambiado presentaciones formales, y ella sabía su nombre sólo porque había escuchado fragmentos de conversación entre los caballeros. El silencio cayó en la habitación una vez más y los ojos de Maxi se movieron inquietos. Pero un momento después, los caballeros se pusieron de pie, asintieron con la cabeza y abandonaron el comedor. Maxi se quedó mirando su sopa abatida.

— No hay mucho que podamos hacer respecto a su actitud — dijo Ruth —. Los caballeros Remdragon sufrieron mucho a causa del Duque Croyso.

Maxi se estremeció y se giró. Ruth mojó lánguidamente un trozo de pan en el rico guiso y se lo llevó a la boca antes de continuar.

— La Campaña del Dragón trajo gran fama y honor a la orden. Pero si la fortuna no hubiera estado de nuestro lado, o si no hubiera sido por Sir Riftan, habríamos perdido muchas vidas. El Dragón Rojo era un enemigo formidable y muchos casi no regresan con vida. Sir Riftan estuvo al frente de todo, bailando con la muerte.

A Maxi se le heló la sangre, pero la voz de Ruth permaneció tan tranquila como si acabara de comentar el tiempo.

— El duque impulsó la campaña hacia Sir Riftan a pesar de ser plenamente consciente de los peligros. Sir Riftan recibió una esposa a cambio de sus problemas, pero ni siquiera ella cumplió con sus deberes.

Debajo del roble ~ Libro 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora