Capítulo 55 ~ Deseos de ayudar

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Maxi se cansó ante la perspectiva de pasar la noche en aquel lugar desolado. Estaba absorta en sus pensamientos, preguntándose si podría regresar al castillo esa noche, cuando un cuenco de madera de repente fue puesto frente a ella.

— Por favor tome un poco, mi señora.

Sorprendida, Maxi levantó la vista. Era el joven caballero que había intentado enviarla de regreso al castillo ese mismo día. Tenía un cuenco de sopa humeante en sus manos.

— Es estofado de conejo. No se puede comparar con la comida del castillo, pero es comestible.

Maxi parpadeó sorprendida y aceptó a regañadientes el cuenco. Estaba hambrienta y no había comido desde la mañana. Se llevó con entusiasmo a la boca una cucharada de estofado caliente.

— Gr-gracias."

— Un placer. Y sobre antes...

Maxi sintió que su cuerpo se tensaba, temiendo sus siguientes palabras. Sin embargo, para su sorpresa, el caballero inclinó la cabeza.

— Por favor perdóneme, mi señora. No me correspondía decir esas cosas.

Maxi miró fijamente su cabeza agachada, con la cuchara todavía en la boca. No esperaba tal muestra de deferencia. Rápidamente dejó su cuenco y agitó las manos.

— To-todo está bien. No de-debería haber estado tan de mal ge-genio... Pi-pido disculpas.

— No, mi señora. Fui yo quien la ofendió. No es necesario que se disculpe.

— Gr-gracias... — sonrojada, Maxi relajó los hombros.

El caballero parecía no saber qué decir a continuación y permanecieron encerrados en un silencio incómodo hasta que Ruth entró en la tienda. Levantó una ceja cuando notó al caballero.

— ¿Pasa algo, Sir Elliot?

— No, yo estaba... disculpándome con su señoría por ofenderla.

Ruth pareció sorprendido, pero no presionó más al caballero. En cambio, suspiró ruidosamente y comenzó a calentarse las manos junto al brasero.

— Los caballeros que fueron a patrullar las murallas han regresado. Parece que todavía no hay monstruos escondidos. Creo que es hora de que regrese al castillo, mi señora.

— ¿Qu-qué hay de ti, Ruth?

— Me temo que debo pasar la noche aquí. Algunos de estos hombres pueden tener fiebre por la noche. Y una vez que haya recuperado mi magia, podré curar a algunas personas más.

Maxi vaciló brevemente. Completamente agotada, deseaba acostarse en su cama, pero no le parecía correcto regresar sola a la comodidad del castillo.

— Qu-quizás debería qu-quedarme y...

— Ya ha hecho suficiente, se lo aseguro.

El rostro de Maxi se endureció. Se preguntó si a Ruth le resultaba una molestia su presencia. Al sentir su inquietud, Ruth le dedicó una suave sonrisa.

— Si Sir Riftan descubre que paso la noche en una choza, habrá que pagar un infierno. Les pedí a los caballeros que la escoltaran de regreso, así que vaya y descanse un poco. No necesita preocuparse por nosotros. Dormiremos mejor sabiendo que está a salvo en el castillo.

— Permítame acompañarla, mi señora — interrumpió de pronto el joven caballero.

Maxi asintió, incapaz de protestar más. A decir verdad, se alegró de no pasar la noche en ese lugar apartado, rodeada del hedor a cadáveres quemados.

Debajo del roble ~ Libro 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora