Despertada su curiosidad, Maxi siguió a Riftan por los establos. Los caballos aguzaban las orejas al pasar. Pronto llegaron al establo más interno, que albergaba a Talon. Intimidada por la corpulencia del semental, Maxi se quedó cerca de Riftan. Él le dio una palmada en la espalda antes de acercarse a Talon. Ella hizo lo mismo.
A medida que se acercaba, sus ojos se abrieron con sorpresa. Algo se retorcía sobre el montón de heno junto al caballo de guerra.
— Los encontré cuando vine a ver a Talon esta mañana — susurró Riftan.
Maxi miró fijamente. Tres gatitos del tamaño de la palma de su mano yacían acurrucados sobre el heno, profundamente dormidos. Riftan se agachó frente a ellos.
— Noté a Talon paseando y los encontré después de hurgar en el heno. Aunque no hay señales de la madre gata.
— ¿Cr-crees que fueron a-abandonados?
— Parece que sí. El mozo de cuadra dijo que no había visto ningún gato por aquí. Una gata salvaje debe haberse colado para dar a luz. Debe haber sido una gran sorpresa para Talon regresar a casa y encontrar a estos intrusos.
Riftan acarició suavemente la espalda de Talon mientras el semental arañaba el suelo nerviosamente. El gran caballo de guerra negro parecía inmensamente orgulloso y feroz, y Maxi se sorprendió de no haber pisoteado inmediatamente a los gatitos. Miró al caballo con recelo, preocupada de que pudiera cambiar de opinión, antes de agacharse junto a los gatitos.
Cada uno tenía un pelaje diferente: blanco con rayas grises, negro tinta y blanco puro. Conteniendo el impulso de acunarlos en sus brazos, miró a Riftan.
— ¿Pu-puedo to-tocarlos?
— Puedes hacer lo que quieras.
Los labios de Riftan se curvaron en una sonrisa fácil mientras se recostaba contra una columna. Maxi extendió la mano para acariciar suavemente a una de las jóvenes criaturas. Al sentir sus delicados huesos debajo de la fina capa de piel y pelaje suave, se angustio. Los tres gatitos parecían desnutridos.
— De-deben haber pa-pasado hambre du-durante días.
— ¿Los llevamos de vuelta y les damos de tomar leche?
— ¿Po-podemos?
Maxi levantó la vista con ojos esperanzados. Riftan sonrió y bajó la cabeza para besarla en la mejilla.
— Eres libre de hacer lo que quieras. No necesitas mi permiso.
— E-entonces me gu-gustaría ll-llevarlos de vu-vuelta.
La voz de Maxi temblaba mientras levantaba con cautela a un gatito, temiendo que la más mínima presión de sus manos aplastara los huesos de la pequeña criatura. El gatito se retorció impotente. Maxi lo colocó con cuidado dentro de su capa y Riftan recogió a sus dos hermanos.
— Necesitaremos encontrar una canasta para que duerman.
— Lu-Ludis nos e-encontrará una si se lo pe-pedimos.
Maxi apretó a los gatitos contra su pecho para protegerlos del viento cortante mientras salían del establo. Al ver al gatito respirando suavemente en sus brazos, sintió que la compasión crecía en su corazón.
— Nu-nunca he tenido gatos a-antes.
— ¿En serio?
— A mi pa-padre no le gu-gustaban los animales. I-incluso a sus perros de caza no se les pe-permitía entrar al castillo, por lo que a me-menudo me e-escabullía al ja-jardín trasero para ju-jugar con ellos.
ESTÁS LEYENDO
Debajo del roble ~ Libro 02
FantasySegunda parte del matrimonio disfuncional de una tartamuda y un bruto que esta locamente enamorado de ella. P.D: En lo personal, amo a Riftan, aunque sea bruto pa sus cosas. RECUERDEN Esta historia no es mía, solo la traduzco para mi deleite. Porqu...