A partir de ese día Maxi frecuentaba la cocina para curar a los sirvientes. De vez en cuando también atendía a los caballeros.
Después de instalarse en la cocina y curar a cinco o seis personas por día, las habilidades de Maxi mejoraron gradualmente hasta el punto en que pudo curar heridas graves. Su impedimento del habla, por otro lado, no mostró signos de mejora.
Su rutina diaria consistía en encerrarse en sus habitaciones para practicar la articulación o intentar conversar con los transeúntes cada vez que estaba parada frente al brasero de la cocina. A pesar de todos sus esfuerzos, su lengua sólo parecía volverse más pesada.
Maxi hizo todo lo posible por no desanimarse. Practicaba sin descanso, leyendo símbolos fonéticos o recitando poesía lírica. Reacia a permitir que Riftan o los sirvientes la vieran de una manera tan patética, mantuvo en secreto sus sesiones de práctica. Pero practicar sola hizo que el progreso fuera mucho más difícil.
Quedaba también la cuestión de sus estudios y deberes como señora del castillo, que no podía descuidar. Además de eso, el trabajo en los jardines comenzaría una vez que Paxias terminara. Ya estaba metida hasta el cuello en arreglos y presupuestos con Rodrigo y Aderon. A medida que se acercaba el final del invierno, la lista de tareas que requerían la atención de Maxi crecía hasta el punto de que deseaba que el día tuviera más horas.
— Pareces cansada — le dijo Riftan.
Recién bañado y cambiado, Riftan le acarició la mejilla mientras hablaba. Maxi esbozó una sonrisa incómoda. Como era de esperar, intentar completar esta cantidad de tareas desconocidas al mismo tiempo fue abrumador.
Durante las últimas semanas, se había despertado al amanecer junto a Riftan y se había quedado despierta hasta altas horas de la noche, esperando que él se acostara. Obligar a su cuerpo a adaptarse a la rutina diaria de un caballero atlético le pasó factura y terminó con círculos oscuros que ensombrecían sus ojos.
Riftan frunció el ceño mientras le pasaba el pulgar por debajo del ojo.
— Es porque te estás esforzando demasiado con la magia, ¿no? Sé que has estado curando todas y cada una de las heridas. Si esa es la razón...
— No estoy... esforzándome demasiado... No podría me-mejorar... si no practicara... D-De hecho, soy yo quien... molesta a todos... Las heridas que cu-curo... son menores... así que... n-no requieren mucha... ma-magia.
Maxi respondió lo más firmemente que pudo mientras miraba a Riftan.
Riftan trabaja al menos tres veces más duro, pero su rostro no mostraba signos de fatiga. ¿Cómo no deja escapar ni siquiera un bostezo sobreviviendo sólo con unas pocas horas de sueño? Ella lo miró con un atisbo de fascinación.
Todos los días, Riftan se reunía con herreros para discutir e inspeccionar la creación de nuevas armas, así como para liderar el entrenamiento de centinelas y escuderos. También había comenzado recientemente los planes para la construcción de una carretera que comenzaría en vísperas de Aquarias (La estación del agua, equivalente a la primavera).
Sin embargo, Riftan siempre estuvo rebosante de energía. Maxi estaba segura de que, si se dividiera en tres, no podría soportar ni la mitad de su carga de trabajo. Riftan tomó a Maxi en sus cálidos brazos y la colocó en su regazo, donde comenzó a acariciarle la nuca y la parte posterior de las orejas.
— ¿Alguien más ha sido impertinente?
— N-No.
— ¿Hay algo que te preocupe?
— N-No, nada... me preocupa.
Una leve línea surcó la frente de Riftan.
Había un tono nervioso en su voz cuando habló.
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Debajo del roble ~ Libro 02
FantasySegunda parte del matrimonio disfuncional de una tartamuda y un bruto que esta locamente enamorado de ella. P.D: En lo personal, amo a Riftan, aunque sea bruto pa sus cosas. RECUERDEN Esta historia no es mía, solo la traduzco para mi deleite. Porqu...