Capítulo 60 ~ Tan hermosa como un ninfa de luz

148 6 0
                                    

Maxi tímidamente pasó un brazo alrededor de la cintura de Riftan, mientras la alegría y una pizca de culpa crecían en su corazón. Riftan comparaba implacablemente su castillo con el de su padre por temor a que ella no estuviera contenta. Aunque podría haberle dicho la verdad sobre cómo la había tratado su padre, el orgullo mantuvo sus labios cerrados. En cambio, hundió la cara en su pecho para tranquilizarlo.

— El Ca-Castillo Calypse es ma-maravilloso - murmuró.

Sintió que Riftan soltaba una risa forzada por encima de su cabeza. Estaba claro que él no le creía.

— Es cierto. Con los mu-muros del castillo tan gr-grandiosos e impenetrables, me si-siento segura... Y como el ca-castillo está en la ladera de una mo-montaña, pu-puedo ver todo Anatol por la ve-ventana. El pa-paisaje es hermoso do-dondequiera que mi-mire. Los si-sirvientes son co-corteses y amables...

Preocupada de que Riftan pudiera pensar que los sirvientes de su padre la habían tratado mal, rápidamente cambió de tema.

— Pe-pero más que nada, el co-cocinero aquí es mu-mucho mejor que el del Castillo Cr-Croyso. To-todo lo que hace es tan de-delicioso que...

Había ganado peso desde que llegó a Anatol, pero se detuvo por miedo a que Riftan pensara que tenía sobrepeso.

— Ta-tan delicioso qu-que...

Maxi se devanó los sesos antes de terminar la frase.

— ¡Qu-que siempre estoy de-deseando que llegue mi pr-próxima comida! Sus po-postres son excelentes y hace de-delicias que nu-nunca antes había visto.

— Me alegro que la comida sea de tu agrado.

Riftan sonrió aliviado y comenzó a acariciar su cuello. Con la mente tranquila, Maxi hundió la cara en su hombro una vez más.

Riftan le acarició la oreja con un dedo y dejó escapar un gemido. Los sutiles movimientos provocaron escalofríos por su columna. En ese momento, un suave golpe disipó el aire íntimo que había crecido entre ellos.

Riftan refunfuñó para sí mismo antes de decir con brusquedad.

— ¿Quién es?

— Soy yo, Gabel Lachzion. Todo el mundo le está esperando en la sala del consejo, comandante.

Riftan suspiró ruidosamente.

—Iré ahora mismo.

— Entonces iré a esperar con los demás.

Riftan esperó a que el sonido de los pasos de Gabel se debilitara antes de soltar a Maxi de su regazo. Ella se sentó en un cojín y siguió mirándolo. Los gatitos asomaron la cabeza fuera de la cesta, despertados por el frenesí de actividad. Riftan miró con nostalgia el rostro de Maxi, que estaba iluminado de rojo por el resplandor del fuego, antes de besarla en la mejilla.

— Te veré en la cena. Haré que el cocinero prepare un festín.

Riftan se levantó, se puso una bata y salió de la habitación. Los gatitos maullaron de disgusto por haber sido molestados. Maxi los acunó en su regazo para darles más leche de cabra antes de lanzarles un ovillo de lana. Una vez que los gatitos se cansaron de jugar, se sentó en su escritorio y abrió el libro que había estado leyendo esa mañana.

El tiempo pasó rápidamente. Cuando volvió a mirar por la ventana, la oscuridad descendía. Sacó la piedra mágica del bolsillo de su bata.

Había comenzado a llevar la piedra con ella en todo momento desde que Ruth le había dicho que la ayudaría a cultivar la afinidad por el maná. De vez en cuando lo sacaba para jugar con él. Sin embargo, no pudo sentir ningún cambio perceptible. Agarrando la piedra con ambas manos, cerró los ojos. La piedra no se sentía diferente de una piedra preciosa ordinaria. Se preguntaba si tal vez necesitaría recitar un encantamiento cuando escuchó un golpe, seguido de la voz de Ludis.

Debajo del roble ~ Libro 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora