Capítulo 51 ~ Conociendo el mercado

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Raíces de plantas de uso desconocido, polvos embotellados de origen misterioso y ramitas delgadas estaban esparcidos sobre una tabla de madera cubierta con una tela negra. Ruth saltó de su caballo y comenzó a inspeccionar los artículos.

— ¿Todas estas son hierbas? — preguntó Hebaron.

A pesar de sus quejas, estaba estirando el cuello para mirar los objetos. Ruth ignoró la pregunta e hizo una seña al joven que manipulaba hierbas en un rincón.

— Quisiera veinte segal de cada tipo. ¿Cuánto costará?

— Son un derham por diez segal (Equivale a 100 gramos).— respondió el joven de rostro amable. — Son hierbas raras y de gran calidad. Por 20 segal de cada tipo, serán 40 derham.

— ¿Aceptan pago en liram?

— Por supuesto. Déjeme traer la balanza.

Maxi observó cómo el joven pesaba cuidadosamente las hierbas secas en una balanza de latón. Ruth colocó cada paquete dentro de una pequeña bolsa y luego sacó cuatro monedas de plata de un bolso. El vendedor ambulante también los colocó en la balanza.

— ¿Po-por qué las está pe-pesando? — preguntó Maxi en un susurro.

— Está comprobando si son de plata auténtica. Las monedas falsificadas han aumentado últimamente. Algunos sinvergüenzas incluso han empezado a raspar monedas para hacer otras nuevas.

— ¿Ra-raspan las mo-monedas?

— Sí, la forma en que la gente tamiza las monedas de oro en cestas de mimbre para obtener oro en polvo. Recogen el polvo para crear nuevas monedas, lo que hace que las monedas antiguas pesen menos. Pero eso no nos concierne. Mis monedas están como nuevas.

Ruth sacó más monedas para mostrárselas a Maxi. Sus bordes eran nítidos. Satisfecho, el vendedor ambulante deslizó el dinero en su bolsillo y luego colocó ocho monedas planas derham en la balanza.

Después de comprobar su peso tal como lo había hecho el vendedor ambulante, Ruth tomó las monedas.

— Tacaños como siempre — se burló Hebaron.

Ruth permaneció imperturbable.

— Yo lo llamaría ser meticuloso.

Se dirigió al puesto del lado opuesto, donde comenzó a regatear una piedra del tamaño de un puño con un hombre que parecía ser un mercenario. Afirmando que casi había muerto tratando de adquirir la piedra, el hombre quería no menos de quince lirams, pero Ruth resopló e insistió en que no valía más de diez. Al final, Ruth pudo comprar cinco piedras mágicas al precio que quería.

Mientras estaba ocupado, Maxi examinaba los demás puestos. Vio dagas con cuentas, figuritas de animales de madera, cinturones bordados, broches de cobre y telas coloridas trenzadas formando borlas.

Maxi señaló una de las borlas.

— ¿Qu-qué es e-esto?

La pregunta iba dirigida a Ruth, pero el hechicero ya estaba regateando con un comerciante a varios pasos de distancia. Avergonzada, Maxi intentaba irse cuando escuchó una voz brusca responder a su pregunta.

— Son adornos que se pueden colocar en los cinturones de las espadas.

Maxi levantó la vista sorprendida al ver a Hebaron inclinándose para examinar la borla.

— Muchos aventureros creen que estos les otorgarán la protección de las ninfas. Los atan aquí, así.

Hebaron señaló la colorida borla trenzada que colgaba del cinturón de cuero de la espada alrededor de su cintura. Los ojos de Maxi se movieron inseguros de la borla al rostro del caballero.

Debajo del roble ~ Libro 02Donde viven las historias. Descúbrelo ahora