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Cuando el entrenamiento con los Gammas finalizó, se dirigieron al lugar donde vendían los frapuchinos, tal y como Max había mencionado antes. Estaba feliz porque realmente quería uno desde hace mucho, y fue muy oportuna esa apuesta.

Entraron al establecimiento, había pasteles en la vitrina y también algunos jugos. Había brownies arriba de esta con dibujos llamativos sobre ellos, seguro compraría unos para comerlos más tarde con los chicos.

— Este frapé está delicioso, ¿han probado los de tamarindo?, saben exquisitos. —Platicaba Max bastante alegre mientras lo bebía con entusiasmo.

Todos lo miraron extrañados, como siempre. Max ya estaba harto.

— Veo que estas feliz, Babe. —Habló Tanque una vez que tomaron asiento y los otros empezaron una charla ajena a ellos.

— ¿Por qué?

— Usualmente no dices mucho con tanto entusiasmo, en cambio más bien nos llamas pobres por no conocer dicho alimento o lo que sea. —Max rió tratando de aguantarse, podía imaginarse a Brad llamándolos pobres y podía imaginar las caras de los otros también. — Has estado diferente, Bradley, te he dado tu espacio y lo he entendido, pero soy tu mejor amigo y es obvio que has dejado de tenerme confianza. —Dijo de la nada cambiando un poco de tema.

Max se quedó en silencio, genial, estaba pasándola tan bien y llegaba Tanque a cagarle su noche. Bueno, ya qué.

Meditó un minuto pensando lo que le diría a continuación, tendría que poner una buena excusa porque al parecer a Tanque nada se le escapa.

— ¿Te gusta Max? —Esa pregunta lo tomó desprevenido.

— ¿Cómo?

— El Novato, ¿te gusta? —Max se insulto mentalmente, se le había olvidado que se supone era Bradley. Era increíble como algo así podría desaparecer de su mente, si que era algo distraído, quizá su profesor tenía razón.

— Bueno... —Estaba por halagarse a simismo y decir cuan genial era, pero sería bastante sospechoso. — No, ¿por qué?

— Estás muy cerca de él últimamente, Babe, todos piensan eso.

¿Dijo "todos"?, Max trago seco.

— ¿Quienes son... todos? —Preguntó temeroso con su bebida en su mano derecha, podía sentir las gotas frías deslizarse por esta y cada vez veía como el hielo se hacía más líquido debido al calor.

— Todos en general, los chicos, los de la Uni... —Respondió. — Es extraño que te hables más seguido con él, solo digo. Pero me alegra que se lleven mejor ahora.

Max se sintió acorralado, no sabía cómo podría Bradley reaccionar entonces hizo lo que creyó correcto y lo que pensó que Bradley haría. — No me llevó bien con él, no. Me cae mal, es apestoso y parece vagabundo. —Repitió las palabras que alguna vez Bradley le dijo. Escuchó la sonora carcajada de Tanque y se sintió más liviano.

— Cómo digas. —Dijo cuando terminó de reír, el resto del tiempo fue más tranquilo y trato de incluirse en la platica, pero no tanto porque al parecer Bradley era más de los que les gusta escuchar.

Cuando salieron de ahí Max regresó a comparar los brownies que desde que los vio le estaban haciendo ojitos, compró solo dos, jamás había visto unos tan jodidamnete caros.

Al llegar a la fraternidad todos se fueron a sus habitaciones, estaban todos agotados al igual que Max, únicamente tomó una ducha rápida y se recostó en la cama del castaño que se encontraba destendida todavía, las malas costumbres no se iban.

(...)

— Hey chicos, miren lo que compré ayer. —Les mostró Max los pequeños pedazos de pan de chocolate, se había escabullido con sus amigos cuando las clases finalizaron y tuvo que aguantar toda la mañana y parte de la tarde aguantando la tentación, fue una verdadera batalla.

Maldito dólar - Maxley [CONCLUIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora