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— No se preocupen, chicos, pueden estar aquí hasta que las cosas se calmen, y si es necesario también pueden pasar la noche en este lugar. —Sonrió comprensiva, los necesitaba ahí de todas formas.

Los chicos se quedaron ahí como dijo la anciana, Bobby fue a la piscina a divertirse un rato, recibiendo muchos regaños por parte de los cuidadores porque no se permitían clavados ni juegos bruscos, cosas que la anciana y Bobby no dejaban de hacer. Por otro lado, PJ solo observaba sentado en uno de los camastros, toda su tarde se fue en eso.

El sol comenzaba a ocultarse dando a entender que ya era tardenoche y Bradley no había salido de la habitación de la anciana, Max solo estaba en el jardín sentado en un rincón, pensando.

Sabía que la había cagado, lo había arruinado pero ya qué podía hacer.

Se mantuvo más tiempo ahí hasta que finalmente oscureció, PJ hace unos minutos se había acercado a él antes de adentrarse al edificio para informarle que podían pasar la noche ahí, así que no debía preocuparse por eso, Max solo asintió agradeciendo y volvió a quedar solo.

Se puso de pie observando como la alberca comenzaba a vaciarse, al parecer le harían limpieza el día de mañana y decidieron drenar el agua desde hoy.

Tomó asiento en la orilla con sus pies colgando, estaba encorbado y sus manos colgaban. Sintió una presencia detrás de él y luego pasos, seguido de eso llegó la anciana.

— ¿Qué haces aquí tan solo? —Preguntó, Max apenas la miró de reojo, seguía un poco molesto por todo, pero decidió que está vez no explotaría con todos.

— Solo estoy... pensando. —Suspiró, hubo silencio un par de segundos más hasta que la anciana suspiró igual de cansada que Max.

— Jovencito... —Posicionó su mano sobre la espalda del azabache. — Deja ya de negarte a ti mismo, no reprimas tus propios sentimientos —Dijo, entonces Max recordó lo que Tanque le dijo. — Eso solo hace que te limites a ti mismo, no es sano, necesitas darte la oportunidad de experimentar lo que sea que te esté atormentando, de otro modo jamás podrás saber si lo que sientes es verdaderamente auténtico. —Otro suspiro abandonó los labios de Max, sabía que la anciana tenía razón.

— Lo sé, es solo que... me aterra. —La anciana lo miró comprensiva sintiendo verdadera empatía por el otro, lo tomó por los hombros y lo acercó hasta ella brindándole un reconfortante abrazo, Max correspondió casi enseguida. — No me gusta sentirme así, me siento... sucio, mal... y sé que no esta bien.

— Jovencito, no dejes que los prejuicios de la gente te afecten. —Volvió a suspirar. — Las personas siempre van a juzgar, no importa que hagas, siempre habrá gente comentando cosas porque no tienen nada mejor para hacer y no importa que, siempre será mal visto cualquier cosa que llegues a hacer, pero tú decides si vivir deprimido teniendo una vida miserable como todos los demás... o ser feliz, porque no importa lo que los demás puedan pensar de ti, debes estar seguro de lo que eres. —Max se separó despacio tallando sus ojos, pues comenzaba a sentir un nudo en la garganta.

— Supongo que... tiene razón.

— Oh, no supongas, si tengo razón. —Sonrió como era su costumbre, Max rió bajo.

— Gracias...

— No hay de qué, espero que te haya ayudado en algo, y si necesitas seguir hablando, búscame en la maquina de puré. —Se paró con dificultad siendo ayudada por Max y luego se marchó, quedando nuevamente solo.

Ahora podía sentirse ligeramente más tranquilo, la anciana tenía razón, él sabía lo que era y no tenía que prestar atención a los comentarios de los demás, no tenía que demostrar nada a nadie.

Maldito dólar - Maxley [CONCLUIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora