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Bradley salió del sanitario en el que se encontraba, pues al igual que el azabache se había ocultado ahí para responder su llamada. Regresó a donde se encontraba momentos antes con el padre de Max.

No podía evitar sentir ese mal sabor de boca al recordar lo que le dijo, pero no fue a propósito, aunque cueste creer.

Tomó asiento frente a Goofy, estaban en la heladería favorita de ambos, o bueno, de ambos hasta que Max creció. Sin embargo, era sólo una heladería más para el castaño.

— ¡Oh, Maxie!, volviste hijo, la camarera vino, pero como no estabas entonces pedí tu favorito por ti. — Dijo. — ¡La vamos a pasar muy bien hoy!, te llevaré al parque de diversiones, iremos a comer lo que tú quieras, ¡podríamos ir de pesca otra vez!, o si quieres podemos ir al cine y- —Llegó la chica con sus helados. — Oh, muchas gracias señorita.

La chica sonrió y se marchó de nuevo.

Brad miró su helado, era de menta con chocolate. ¿Este es el favorito de Max?, que asco. Pensó.

Ni si quiera tenia razones para pensar eso, pues jamas en su vida lo había probado, su padre pocas veces lo dejaba comer helado cuando era pequeño, y cuando lo dejaba únicamente era de fresa o chocolate, entonces cuando creció jamás pensó en probar otro.

Tomó la cuchara, dudoso y lento se lo llevó a la boca, Goofy lo miraba con una sonrisa en su rostro, realmente estaba feliz de ver a su hijo luego de tantos meses.

Brad sintió el sabor frío en su boca, abrió los ojos grandes, jamás espero que supiera así de bien, había oído a gente dar sus opiniones sobre dicho helado y según ellos, era solo pasta de dientes y chocolate, pero en realidad sabe delicioso. Continuó comiendo ahora con más ganas y una sonrisa pintada en su rostro, parecía un niño pequeño.

— Oh Maxie. —Dijo Goofy limpiando la pequeña lágrima que comenzaba a salir de su ojo. — Te extraño demasiado, hijo. —Cambió de lugar y se sentó a un lado de él en el taburete, le dio un gran abrazo haciendo un gran drama.

Brad no supo como reaccionar, se quedó tieso ahí comenzando a sentirse incómodo por las miradas que los otros les daban.

— Ah... Claro, yo igual padre. —Goofy detuvo sus actos y sorbio su nariz. — ¿Padre? —Preguntó.

— ¡Papá, papá!, quise decir papá. —Se apresuró a aclarar nervioso, sentía que ya lo había arruinado.

— Bueno... Maxie, cuéntame como te va en la Universidad, ¿no has extrañado a tu osito? —Regresó a su lugar cambiando de tema y continuó comiendo helado. — A mi... ¿osito?

— ¡Si!, ¿Lo olvidaste, Maxie-Poh? —Maxie-Poh. Bradley abrió los ojos al recordar algo que no era suyo, todos los momentos o al menos la mayoría en los que ese oso estuvo involucrado, tales como cuando Max se raspo la rodilla de niño, hasta cuando estaba por irse a la Universidad llegaron a él.

Max es más idiota de lo que creí, ¿un oso de peluche en la Universidad?. Pensó y luego rió por el recuerdo.

— Oh, claro que lo recuerdo, pad- Papá. —Dijo con un tono similar al que usaba con él cuando se unió a su fraternidad, alcanzando a corregirse. Adquirió después una postura más relajada, poniendo sus codos en la mesa mientras seguía comiendo.

— Sería imposible que lo olvides, hijo. Ese osito ha estado contigo todo el tiempo, como cuando te daba miedo dormir con la luz apaga. —Y Brad tuvo otro recuerdo, volvió a reír. Este material valia oro, le servirá para molestar más a Max.

Se la pasó contando infinidad de cosas vergonzosas sobre el de pelo oscuro, teniendo a Brad prestando mucha atención y claro, esto desconcertó un poco al mayor, ya que usualmente su hijo le reclamaba por recordarle cosas que para él resultaban vergonzosas, mientras que para Goofy era un recuerdo lindo.

Maldito dólar - Maxley [CONCLUIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora