33

1.8K 200 79
                                    

Habían regresado a su habitación desde hace unos minutos, minutos en los que se estuvieron dando mimos y compartiendo besos largos, hasta que uno de esos se volvió más intenso, calentando inmediatamente a Max y al castaño por igual, pues habían estado manoseándose debajo del agua cuando según ellos, nadie los veía. Decidieron volver a la habitación, a petición de Bradley ya que Max solo estaba jugando con él. 

Max se encontraba sentado en el pequeño sillón de la habitación con Bradley encima de él haciendo movimientos con su cadera, rozando con intensidad ambas entrepiernas. Lo tenía tomado de las muñecas sobre su cabeza mientras lo besaba con fiereza, degustándose con esos exquisitos labios que llevaban un sabor a sandía debido a la paleta que hace momentos se había estado comiendo.

— Sabes delicioso… —habló entre el beso, Max jadeo buscando más contacto.

— No me sueltes —dijo de igual forma, con su voz ronca y cargada de deseo.

— Al bebé le gusta que lo sometan, he —rieron entre el beso—. No planeaba hacerlo de todas formas —puso más firmeza en el agarre y sus besos bajaron hasta el cuello del otro, asiendo que ambos soltaran unos cuantos suspiros de satisfacción. Su mano libre viajaba por la cintura del azabache, haciendo un recorrido por su abdomen, pecho, y terminando en su cuello. Hizo algo de presión, sintiendo como Max se tensaba debajo de él—. ¿Te molesta? —preguntó con un susurro, mirándolo directo a los ojos. Si estuviera con alguien más ni si quiera se habría detenido, pero quería tener el consentimiento de Max para no incomodarlo y que sea algo agradable para ambos.

— Me excita —soltó con sinceridad, ambos se sonrieron siendo cómplices y continuaron besándose. Los movimientos de Bradley iban cada vez más en aumento, demostrando como cada vez necesitaba más del otro.

El castaño marcó con su lengua un camino desde su cuello hasta pasar por su mandíbula para finalizar en el oído del este, respirando cerca de. Max rio, era una sensación extraña, pero divertida. Bajó hasta la punta de su oreja y la mordió.

— Quítate el pantalón —ordenó el castaño. Su voz tan demandante hizo erizar a Max, sabía que Bradley tenía un don natural para dar órdenes, y antes solía molestarle, pero en estos momentos le fascinaba. Lo hizo de manera inmediata cuando Bradley se movió de encima para quitar igualmente los suyos, quedando ambos únicamente en bóxer—. Serás mi juguete —sonrió con lascivia. Max no pudo evitar soltar un gemido cuando sintió el peso de Bradley encima de él otra vez, bajó la ropa interior de ambos y comenzó a restregarse sobre el sin vergüenza alguna—. No-huh… —negó con el dedo índice como si de un niño se tratase cuando Max trató de tomarlo por la cintura. Llevó sus manos a los costados del azabache sostenidolas ahí, impidiendo cualquier movimiento de su parte con estas—. ¿Piensas que ya se me olvidó lo que me hiciste en la alberca? —fingió sentir lástima por el otro mientras hacía un puchero y acariciaba su mejilla.

— Oh, vamos, Brad… —apenas pudo articular las palabras, el castaño seguía moviéndose encima de él—, no seas… rencoroso… —rio sintiéndose perdido y entrecerrando sus ojos, sabía que no lo dejaría.

— Lo siento, galán, pero no —se levantó un poco para posicionar la hombría de Max sobre su entrada, sintiéndose más necesitado apenas tuvo contacto con ella. Suspiró sentándose de forma lenta, Max no se oponía al agarre del castaño; descubrió que le gustaba gobernar, pero también sentirse gobernado—. En realidad no...

— ¿No qué? —apenas pudo preguntar.

— No lo siento —comenzó a moverse encima de él sintiendo sus pieles chocar, Bradley seguía recargado sosteniendo las manos de Max, esto ayudaba a que tuviera más equilibrio para tener estocadas más profundas. Llegó un punto en el que era demasiado en éxtasis que su agarre pasó a los hombros de Max, agachando su cabeza en estos.

Maldito dólar - Maxley [CONCLUIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora