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¿Me estás diciendo que te quedarás en Mónaco por el resto de la temporada? — asentí mientras mordía una papita.— ¿le caes bien a tu suegro al menos? — comentó en un tono burlón, iba a defenderme, pero no iba a mentir que está decisión de quedarnos en Mónaco me había hecho dudar de las cosas.— ¿lo has visto? — negué.— eso es algo bueno, puedes seguir evitándolo, aunque es Mónaco, será imposible no verlo, lo sabes, ¿cierto? — me recosté en el sofá soltando un largo suspiro.— ay mimi, estás jodida.— comenzó a reír mientras se acercaba para hacerme cosquillas.

Vine a tu departamento para que me distraigas y lo único que has hecho es recordarme lo jodida que estoy, Landito.— comenté a duras penas mientras me reía, por sus cosquillas, para luego empujarlo lejos.

Había venido a su departamento, ya que él no podía ir al mío, no cuando estaba ahí Leandro, su padre y todo el equipo, no confiaba en ellos, aunque habíamos dicho que la vida de los pilotos no nos importaba, ¿pero y la mía?, ¿la mía les importaba?, últimamente he dudado respecto a eso.

¿Por qué siempre te metes en situaciones complejas? — se levantó mientras miraba su celular.— primero con el idiota de Samuel y ahora con Leandro, ambos tienen en común Leclerc, pero te encanta estar en situaciones complejas, Mimi.

— Agh cállate.— rodé los ojos mientras le lanzaba una almohada.— mi familia me dice lo mismo, estuvimos enojados por unas semanas cuando les conté de este proyecto. — dejé de hablar cuando me di cuenta que el británico no estaba tomando atención a lo que decía.— Lando, ¿estás bien?, ¿por qué no me tomas atención?

— Viene alguien que quiere saludar.— habló rápidamente para ir hasta la entrada de su departamento, provocando que me levantara del sofá con miedo, ¿será tan hijo de puta de traer a Charles aquí?, no, no creo, lo odia.

— Hola, bonita.— no pude evitar sorprenderme cuando vi a Carlos aparecer por el pasillo junto con caco.— cierra la boca, te entrarán moscas.

Hablen en inglés.

— ¿Qué estás haciendo aquí? — fue lo único a lo cual reaccioné a decir.

Oh, hola Carlos, ¿cómo estás?, tanto tiempo sin vernos.— bromeó el español, pero al ver que no sonreía ni nada, aclaró su garganta.— Lando me dijo que estarías aquí y quise pasar para poder hablar contigo.

— No tenemos nada de que hablar, porque tú y yo no nos conocemos de nada, solo una simple fan, Carlos — agarré mis cosas dispuesta a irme.

— Emilia, por favor no seas una niñata.— Sainz me toma del brazo, pero me zafé.

— Carlos, no hay nada de que hablar, lo pasado es eso, pasado, así que dejar esto hasta ahí, habrás tenido tus razones y siendo sincera no me interesa en absoluto.— mentira, si me interesaba.— ahora yo estoy en otra página y espero que tú también, las disculpas o explicaciones ahora no vienen al caso, hubiesen servido en su momento, pero ahora ya es demasiado tarde.

— ¡Inglés! — volvió a interrumpir Lando.

No te preocupes Lando, ya me voy para que hablen en inglés tranquilos.— Me despedí de caco y Lando, para luego salir del hogar del último mencionado.

— Charles no para de hablar de ti, de cómo la cagó, de cómo extraña tenerte en su vida, de lo orgulloso que está de ti.— Carlos habló cuando ya estaba cerrando la puerta.

— Hijo de puta.— susurré. No sé si se lo decía a Carlos, a Charles o a Lando.

Mónaco no era tan grande, así que podía llegar hasta mi departamento caminando y en verdad, ahora mismo lo necesitaba.
¿Qué estaba haciendo con mi vida?, ¿vale la pena estar aquí en Mónaco exponiéndome a tanto?, ¿podré seguir evitando siempre la conversación sobre Charles? O peor aún, ¿la conversación que debo y merezco tener con Charles?
Ahora en el otro extremo, ¿que mierda le pasaba al padre de Leandro?, ha estado rarísimo conmigo, lo de quedarse aquí en Mónaco ha sido sorpresivo para todos, no estaban en nuestros planes, todos reclamamos, pero no hubo caso. La razón de nuestra estadía aquí, es para estar más cerca de los pilotos, cosa que no tiene sentido, porque no seremos un programa de farándula, ¿entonces porqué necesitamos esa cercanía?

Sin darme cuenta, comencé a llorar por las calles. Todo esto me estaba sobrepasando, tanto estrés y ansiedad por no poder tener todo controlado y no saber lo que pasará en un futuro, si todo esto sale mal, no sé si tendré fuerzas para superarlo.

— Hola mamá, ¿me puedes avisar cuando no estes ocupada?, necesito hablar contigo.— le mandé un audio a mi madre, intentando sonar tranquila y como si no estuviera apunto de perder la cabeza.

Llegué a mi departamento, abrí la puerta dejando las cosas en la mesa que estaba en la entrada, estaría tranquila en casa, esperando a que mi madre me respondiera.

— ¿Dónde estabas? — solté un grito cuando escuché la voz a mis espaldas.

— Me asustaste.— puse una mano en mi pecho.— ¿qué estás haciendo aquí? — me di vuelta mirando a Leandro sentado en el sofá.

— No me respondiste la pregunta.

— Salí a dar una vuelta por la costa.

— Es cierto, había olvidado que tú conoces muy bien este lugar.— su tono de voz fue raro, algo pasivo agresivo.

— Sí, lo conozco como la palma de mi mano.— comenté con ironía. No entendía a que iba ese comentario tan desagradable.

— Mi pregunta es, cómo un paseo por la costa termina siendo un paseo hasta el departamento de Lando Norris.— se levantó para dirigirse hasta donde yo estaba y mostrarme una imagen, donde se veía cómo yo estaba saludando a Lando.

— ¿De dónde sacaste eso? — me arrebaté su teléfono para ver mejor la imagen, no me di cuenta de que alguien nos estaba tomando una foto.

— Mi padre me la envió, pero en realidad da igual quién lo mandó y como lo obtuve, ¿qué hacías ahí?

— No es de tu incumbencia Leandro, no sabía que tu papá me había mandado a seguir. — comenté entregándole el celular con rabia.

— Papá no mandó a seguirte Emilia, no seas ridícula. — comentó riendo.— además, claro que es de mi incumbencia saber que haces, afecta a tu reputación, a la de la empresa y peor aún, necesito saber que hace mi novia con un chico en su departamento.

— Claro que tú papá mandó a seguirme, no tiene la influencia para que todo lo que ocurra en Mónaco sea sabido por él primero.— caminé hasta el living, para alejarme un poco de él.— Segundo, tú y yo no somos novios, nunca hubo nada formal, no me lo pediste y yo tampoco te lo pedí, así que técnicamente no somos novios.

— No quiero que vuelvas a ver a Lando y a nadie de tu antiguo círculo, no te hacen bien y solo te perjudicas tú.

— Yo puedo juntarme con quien se me salga del culo, Leandro.

— No te entiendo, al parecer te gusta que la gente diga barbaridades de ti, que al parecer no son mentiras lo que decían y dicen de ti en internet.

— Ándate.— comencé a empujarlo hasta la puerta.— cuando dejes de ser un imbecil inseguro, me vienes a hablar.— le cerré la puerta en la cara.

Iba a comenzar a llorar, porque esta conversación no me la esperaba, ¿qué intentó decir Leandro con que no eran mentiras lo que decían de mi en internet?, ¿desde cuando comenzó a pensar así?, si él siempre estuvo apoyándome y diciendo que nada de lo que decían de mi me representaba.
Tuve que ahorrarme las lágrimas, porque mamá me mandó un mensaje diciendo que estaba libre ahora para poder llamarla con videollamada, así que eso hice.

— Hola hijita, ¿cómo estás? — ella fue la primera en hablar apenas se estableció la conexión.

— Hola mamá, ya no aguanto más.— y aunque no lo quisiese comencé a llorar, sin que nadie pudiera consolarme.

Distancia || Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora