28. En vivo y en directo.

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Las despedidas de esa noche fueron un poco extrañas. Tanto a Manson como a Max.
Primero, Max y yo fuimos de vuelta al restaurante a decirle a Manson que nos iríamos. En verdad era un desperdicio de comida, pero no teníamos nada que ver ahí sin Tina.
Él nos dijo que no había problema. Nos dijo que entendía todo y que estaría bien así. No era nuestro lugar negarlo.
Pero antes de irme me di cuenta de algo. Manson estaba estresado. Tenía esa mirada que normalmente notaba en mi madre cuando ella estaba estresada. Los ojos apagados, mirada cansada, pocos ánimos de hacer algo, todo se juntaba para darme la señal. Manson no estaba disfrutando esto.
La despedida de Max fue igualmente extraña, pero no por algo que hiciéramos, sino porque sentía que quería seguir estando con él más tiempo.
"¿Nos vemos mañana?" me dijo metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón.
"Nos vemos mañana," confirmé sonriendo. "Donde siempre, a la misma hora."
"Lleva algo para abrigarte, va a hacer frío."
Mi sonrisa se ensanchó con eso. No estaba acostumbrado a que otras personas me dijeran que me cuidara. Ni siquiera estaba acostumbrado a que otras personas se preocuparan por mí. Tener a alguien que lo hiciera a pesar de no conocerlo por más de un par de semanas era algo increíble. Sentía que lo conocía de años. El tiempo verdaderamente era relativo.
Besé a Max en los labios, luego en la frente y comencé a caminar hacia la casa de Brandon a paso veloz. Estaría listo para lo que fuera que Brandon me mostrara.

Llegué a la casa de Brandon a las nueve con treinta, aproximadamente. Su madre fue la que me abrió con una sonrisa en su rostro al verme.
"¡Cody! ¿Qué te trae aquí tan noche?" preguntó ella con su dulce voz. Llevaba puesto un overol negro sobre su vestido azul, y en él habían trazos blancos que confirmaban las sospechas que había ganado a través de mi olfato: estaba horneando pastelitos.
"Brandon me dijo que viniera," respondí.
"Pasa, Brandon está en su cuarto."
Entré a la gran casa-mansión que poseían los padres de Brandon y evité parecer muy curioso sobre lo que había ahí dentro. No era muy seguido que yo lo visitara, así que siempre me sorprendía lo lujoso que era su hogar. Incluso llegaba a ser intimidante. Ser amigo de alguien con tanto dinero como Brandon te hacía pensar que las personas crearían que su amistad no estaba bien. La sociedad estaba dividida, por menos cierto que pareciera, y Brandon estaba mucho más arriba que sus amigos. Pero eso nunca lo había detenido al intentar estar con nosotros. Desde el principio lo habíamos tratado como una persona normal, justo como debía ser tratado. Y él nunca nos había tratado inferiores, aunque hubiera veces que la economía fuera difícil y no tuviéramos tanto como él para comprar comida lujosa o mantener la casa completamente brillante y sin problemas.
Pero esa vez no me sentía incómodo de ninguna manera. Aunque sonara estúpido, el traje que llevaba puesto me hacía sentir más confiado. Y al parecer a la madre de Brandon también.
"¿Hay alguna razón para utilizar traje hoy?" me preguntó mientras retiraba su overol y lo dejaba en una silla. "¿Algún día festivo del que no me enteré?"
"Fui a comer con una amiga y su pareja," le respondí. "No tuve tiempo de cambiarme."
"Pues déjame decirte que te ves de lujo," rio al acercarse a las escaleras que daban a las habitaciones en la parte superior de la casa. "¡Brandon, Cody llegó!"
Inmediatamente, un sonriente Brandon bajó de las escaleras hasta llegar a nosotros.
"Lo sé," respondió al saludarme, "lo escuché tocar. Estaba terminando algo."
"Bueno, chicos, tienen exactamente veinte minutos antes de que estén listos los pastelitos, así que vayan ahora."
Brandon me miró y alzó las cejas antes de ir corriendo hacia arriba. Yo lo seguí hasta llegar a su habitación, no sin antes detenerme a ver los retratos de su familia esparcidos por la pared del corredor.
Había fotos de unos señores mayores, los cuales debían ser los abuelos de Brandon. Unos tenían el cabello castaño, los otros, rubio. Supuse por lógica que los rubios eran los padres de su madre, quien lo era ella misma. También tenían ojos cafés, igual que los de Brandon y su madre. Por otro lado, los padres del padre de Brandon tenían cabello castaño, igual que ambos varones. Pero tenían ojos verdes, tanto los abuelos como el padre. Y de verdad que era una lástima que Brandon no hubiera salido con ojos verdes, porque si ya era atractivo como era, los ojos de color lo habrían hecho irresistible. Se habría visto tan apuesto como su padre en esa fotografía de él a los veintitantos sosteniendo un trofeo de fútbol soccer en la universidad.
Sólo esperaba que no desarrollara la mirada de su padre. Esa mirada intimidante que lo hacía parecer un poco ambicioso. Parecía querer ganarlo todo, a cualquier costo. Incluso en futuras fotos donde salía vestido formal y con su esposa parecía estar esperando recibir un premio. Y otro en la fotografía donde él sostenía a su recién nacido en sus brazos. Estaba feliz, de eso no había duda, pero no parecía satisfecho. Parecía estar demandando más y más aún.
"¿Vienes?" me preguntó Brandon, sacándome de mi trance.
"Sí. Qué bonitas fotos," respondí para no parecer raro."
"Las has visto antes."
"Nunca les puse mucha atención, para ser honesto. Por cierto, ¿Dónde está tu padre?"
"Salió a algún lado, no me dijo a dónde."
"Como sea, vamos, entonces."
Entramos a la habitación de Brandon y la vi exactamente igual que la vez que le había confesado mis poderes. La única coda diferente parecían ser los posters, los cuales estaban más actualizados.
"Bien," comencé, "¿Qué cosa era tan importante como para hablarme a tales horas de la noche?"
"Siéntate," me indicó a su cama. Yo lo obedecí. "Afortunadamente, estaba usando mi teléfono cuando la noticia salió, así que logré grabar la mayor parte de ella." Sacó su teléfono del bolsillo de su pantalonera y comenzó a buscar.
"¿De qué se trataba?"
"Es mejor que la veas tú mismo."
Brandon me entregó su teléfono y en él apareció la televisión de la sala mostrando el rostro que yo reconocía del noticiero de la ciudad. Justo estaba terminando de hablar cuando la pantalla cambió y mostró el rostro del hermano del director en ella junto a un reportero.
"Buenas noches a ti también, Kelly," saludó el reportero. "Hoy estamos aquí desde la universidad de Ohio, donde el famoso científico, Mario Domínguez, nos ha permitido una pequeña entrevista sobre sus futuros planes y el motivo de su visita a dicha ciudad y universidad.
Mr. Domínguez, ¿quisiera usted decirnos el por qué está aquí hoy?"
"Por supuesto. He venido aquí porque hace tiempo que he estado trabajando con algunos de los mejores científicos del país con el tema de la cura de la homosexualidad. Y aquí mismo, en el gran Ohio, estamos a punto de dar un gran paso a favor de esa investigación."
"Me parece excelente," comentó el reportero. "Muchas personas siguen teniendo varias dudas sobre lo que piensa hacer en cuanto a la cura. Han surgido preguntas como '¿Qué pasará si la encuentra?' o '¿Qué hará para obtenerla?' ¿Qué nos puede decir sobre ello?"
Mario se aclaró la garganta y sonrió a la cámara. "Primero que nada, quiero decir que todo lo que planeo siempre es seguro. No hay investigación alguna en la que no me preocupe por la salud de los involucrados."
"Es bueno saberlo, Mario."
"Claro que sí. Y una vez que tienen eso en cuenta, les puedo decir lo siguiente."
"Déjalo salir."
"Pocas personas lo saben, pero yo he estado haciendo todo lo posible por que el gobierno apruebe mi idea de hacer un centro de conversión en mi estado natal, Texas."
El reportero frunció el ceño un poco. "¿Un centro de conversión? ¿No fueron prohibidos esos hace décadas?"
"Efectivamente, querido amigo," respondió Domínguez."
"¿Y cómo planea lograr algo tan... polémico?"
"Verás, compañero mío, he aprendido algo a través del tiempo: siempre hay una manera de lograr lo que quieres y hacer las cosas bien.
Los centros de conversión que hubo hace años utilizaban unos métodos inhumanos con tal de lograr sus metas. Yo, por otro lado, planeo utilizar métodos que mantendrán a los pacientes sanos y salvos."
"Qué interesante, de verdad."
"¡Por supuesto! Sólo nos hace falta arreglar un par de detalles por aquí y por allá. ¡Un poco más de investigación y estaremos listos para atender a nuestros pacientes!"
"Oh, sobre eso," agregó el reportero, "¿Cómo es que planea continuar con el estudio si es que nadie se ofrece para entrar al centro de conversión?"
Domínguez rio y se rascó la cabeza. "Verás, tengo fe en que, una vez que les muestre a todos que la homosexualidad es una enfermedad, y lo horrible que puede llegar a ser, los pacientes llegarán solos en busca de la mejor ayuda posible. Y mientras no tengamos la cura, los pacientes servirán como voluntarios para hacer más estudios, lo cual nos ayudaría a estar más cerca de la cura."
"Wow," exclamó el reportero. "Se ve que tiene todo planeado, ¿cierto?"
"Así es," concordó Mario.
"Pero dime una cosa. ¿Qué pasará si no logra demostrar que la homosexualidad es una enfermedad?"
De nuevo, una risa de parte de Mario. "Querido amigo, cualquiera con dos ojos y un poco de materia gris se da cuenta de lo horrible que es la homosexualidad. Sólo hace falta leer entre las líneas para darse cuenta de que es una enfermedad mental. Lamentablemente, necesito pruebas, pero por eso es que estoy aquí hoy, en Ohio. Uno de mis compañeros científicos de la Universidad de Ohio nos ha confirmado que es, efectivamente, homosexual. Él mismo nos ha dicho que se siente sucio y que siente que necesita ayuda. Por eso es que nos ha dado permiso de hacer algunas pruebas con él. ¡Todo sea por la ciencia!" Mario volvió a reír junto al reportero.
"En eso tienes razón, Mario. Bueno, amigos, ese es mi tiempo." Volteó hacia Mario y se despidió. "Muchas gracias por su tiempo. Ha sido un placer. ¡Estoy seguro de que más de un estado ahora está ansioso por escuchar más!
Noticias nacionales traídas a usted por Hugo McLaren. Volvemos contigo, Kelly."
Pero nunca logré ver a Kelly. El video terminaba ahí.

Hace muchos años, un día como cualquier otro, un pequeño Cody estaba sentado en su cama viendo televisión tranquilamente. Era verano, así que el pequeño Cody no traía más que unos boxers puestos debido al calor. Especialmente después de haber estado jugando toda la tarde con sus amigos hasta que su madre le dijo que ya era bastante tarde.
Pero no era tarde. Para mí- es decir, para el pequeño Cody, tarde sería a las doce de la noche. El que su madre creyera que era necesario irse a dormir a las diez la hacía obligarlo a entrar a las nueve de la tarde. Y eso hizo.
Las nueve de la tarde. Sí, ahora me doy cuenta de lo peligroso que puede llegar a ser que un niño esté afuera a esas horas. Especialmente si no tenía más de doce años. Pero nunca me di cuenta qué tan peligroso podía llegar a ser hasta esa noche.
No habían pasado ni veinte minutos desde que el pequeño Cody había entrado a la casa. De hecho, juraría que podía escuchar las voces de algunos de sus amigos, cuyas madres normalmente dejaban más tiempo afuera. El único problema era que le estaba poniendo mucha atención a la televisión.
Knock, knock, knock. Tres golpes en la puerta que hicieron a Cody saltar en su lugar. Qué nena, ¿no? ¿Asustarse por unos golpes en la puerta? Bueno, es que el pequeño Cody tampoco estaba acostumbrado a escuchar tres golpes tan fuertes. Parecía que alguien quería tumbar la puerta a golpes. La noche había sido tan normal hasta entonces, ¿Quién rayos podía ser tan agresivo? ¿Por qué no respondía ninguno de sus padres?
El pequeño Cody se levantó rápidamente y se dirigió a la puerta de la entrada.
Knock, knock, knock. Ahí estaban de nuevo. Más fuertes. Más rápidos. Knock, knock, knock. Una vez más. Luego, el pequeño Cody la abrió.
Era Jahaira. El amigo de su mamá.
Sí, amigo. O tal vez debería decirle amiga. Pero en ese entonces, Cody pequeño no entendía muy bien el tema.
Unas manchas rojas. Lágrimas. Llanto. Gritos detrás de él. Fue demasiado para el pequeño Cody. El pequeño Cody se fue a llorar a su cuarto hasta que llegó Papá y le dijo que se tranquilizara. Pero lo único que lo tranquilizó después de una escena tan horrorosa fue irse a dormir.

Al día siguiente, Papá y Mamá le dijeron al pequeño Cody que habían asaltado a Jahaira en plena calle. Un cuchillo había cortado su nuca hasta el punto de que casi la mataba.
Cuando Cody le preguntó a su mamá que por qué habían hecho eso, le dijeron a Cody pequeño que ya estaba bien y que olvidara todo. Pero obviamente no funcionó.

Años después me di cuenta de que habían asaltado a Jahaira, no por dinero, sino por su forma de ser. Las personas eran crueles y lo seguirían siendo a través del tiempo. Mientras las minorías sigan luchando, sangre será derramada cuando sea necesario.

Pero esa experiencia me ayudó a entender algo: nunca sabes en qué te estás metiendo hasta que algo grande sucede.
Y eso era exactamente lo que sentí al ver el video en el teléfono de Brandon. Náuseas, asco, todo gracias al sentimiento de que no estaba seguro ni en mi propio hogar. Un sentimiento causado por Domínguez y su teoría de que la homosexualidad era una enfermedad. Su determinación por encontrar una cura me daba asco. Cada palabra que salía de su boca era una razón más para odiarlo.
Pero ahora que lograba entender por completo su plan, era que más asco y odio tenía hacia él. Y todo eso por una simple razón: tenía miedo.
Muy en el fondo, tenía miedo de que sus palabras fueran ciertas. Temía que terminara descubriendo que la homosexualidad en realidad era una enfermedad. Temía que el centro de conversión fuera un éxito y que docenas de chicos y chicas quisieran ofrecerse a entrar. Y sobre todo, tenía miedo de que mis sospechas fueran ciertas, al igual que mis visiones. Porque, ahora que todo hacía click en mi mente, que las visiones se relacionaban con las palabras de Mario Domínguez, entendía que ese lugar no sería nada bueno. Y que, si sucedía, había oportunidades de que algunas personas queridas terminaran ahí. Incluyéndonos a Max y a mí.

***
Guten Tag, criaturas del señor que vive en el basurero de la esquina. Una rápida disculpa por haber tardado tanto en publicar otro capítulo. Últimamente me hace falta inspiración, así que no puedo escribir algo o me queda pésimo.
Como sea, espero les guste, ya que anoche, a las 4 am, me llegó un poco de inspiración por fin. Espero y siga ahí dentro, porque quiero volver a publicar pronto. Hasta entonces, les dejo la grata sorpresa de que ya hay una imagen de Christopher Keen en el capítulo 7 de la historia (les recuerdo que en los teléfonos puede que no salga hasta que vuelvan a cargar su biblioteca (sólo van a la biblioteca y deslizan hacia abajo)). También he estado buscando un candidato para la imagen de George, así que denme tiempo XD
Bueno, sigan en las drogas, cómanse sus escuelas y no usen vegetales.
Recuerden, un voto equivale a un beso y un comentario equivale a un abrazo, así que bechos, bachos y apapachos y nos leemos luego:3

Aaron.

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