38. Perdido.

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Cody tocó el timbre de la casa bastante nervioso, pero decidido a confrontar a la madre de Max.
Tenían un buen plan sobre lo que harían una vez comenzara todo. Lo único que debían lograr era que la madre de Max quisiera escuchar, luego J haría todo lo demás justo como lo habían planeado.
Al abrirse la puerta hasta la mitad, pudimos ver a un señor rubio vestido en un traje, y bastante apuesto. Llevaba un teléfono en la mano con la cual sostenía la puerta.
"¿Son amigos de Scott?" fue lo primero que preguntó sin siquiera terminar de verlos a todos.
"No," contestó Tina. "Queríamos hablar con Max."
"¿Con el hijo de Selena? ¿Para qué lo buscan?"
"Creemos que puede estar en peligro," contesta Tina de nuevo. Eso pareció llamar su atención un poco más, ya que abrió la puerta completamente para poder verlos a todos.
"¿Basándose en qué?" preguntó.
"Lo que nos dijo su padre," habló Brandon esta vez.
Se pudo observar un cambio ligero en el rostro del señor, indicando que el tema del padre de Max era delicado.
"¿Qué? ¿Cristian no pudo venir él sólo por su hijo así que mandó a los amigos? ¡Ja! Patético."
"Él no nos mandó, señor," le dijo Tina en un tono respetuoso, aunque Cody sabía que estaba apretando los dientes para no soltarse diciéndole toda clase de majaderías.
"¿Entonces? ¿Quién?"
"Vinimos por nuestra cuenta."
"¿Por qué?" rio él. "¿Qué tanto les preocupa si es para su propio bien?"
"Nos preocupa porque ese lugar no es lo que parece."
"¿Qué quieren decir?"
J se acercó más al señor y dijo, "que es un infierno. El lugar a donde quieren llevar a Max lo destruirá con todas las cosas que hacen."

"Una vez más, ¿quiénes son ustedes?"
El padre de Scott los había dejado entrar a la casa porque había tenido que tomar una llamada y no podría haberlos dejado hablando solos así como si nada. O bueno, sí podía, pero por alguna razón había decidido no hacerlo. Ahora todos, incluyendo a J, estaban sentados cómodamente en el gran sillón de la casa de los Harris.
Cody recordaba bien esa casa, aunque parecía haber sido años atrás que había peleado con Max en la cocina. Intentó alejar esos recuerdos y se enfocó en su misión actual.
"Somos amigos de Max," contestó Brandon.
"¿Y ella?" preguntó el señor dirigiéndose a J. Tal vez a nadie más le importó, o ni siquiera se dieron cuenta, pero Cody notó que había usado 'ella' y no 'el'. O incluso algo menos apropiado...
"Es mi tía," contestó Melanie. "Y venía a hablarle sobre-"
"Sobre lo horrible que son los centros de conversión," la interrumpió J. Melanie no se vio muy contenta.
"Pues dime, ¿qué debo saber?" El padre de Scott se sentó frente a nosotros y esperó a que comenzásemos a hablar. Volteamos hacia J esperando a que ella comenzará todo.
"Pues, verá usted..." dijo ella, indicándole al papá de Scott que aún no sabía su nombre.
"Marcus," le respondió él con un tono no muy alegre.
"Verá usted, Marcus. Cuando yo estaba en el centro de conversión pasaron infinidad de cosas horribles de las que me podría pasar hablándole por horas. Pero en vez de eso, lo que haré será mostrarle."
Todos nos sorprendimos por lo que estaba pasando. El plan había sido que J hablara con él, no que le hiciera una presentación en Powerpoint. ¿Qué tramaba?
J se levantó y sacó de su bolsillo lo que Cody pudo reconocer como una fotografía antigua. No, eran dos. Las llevó hacia Marcus y levantó una frente a él primero.
"Este era yo de aproximadamente quince años," le dijo y le entregó la foto. "Sólo un par de días antes de que mi padre me internara en un centro de conversión."
Luego levantó la otra frente a él y habló de nuevo, sólo que esta vez se le quebró la voz un poco al ver de reojo la imagen antes de entregársela. "Y este soy yo tres años después, cuando mi padre dejó de tener control sobre mí y pude salir de ese lugar."
Nadie más alcanzaba a ver las fotografías, pero a juzgar por el rostro de Marcus Harris, no debían ser muy placenteras.
"Tomé esa foto como un recordatorio de que nadie puede corregir algo que no está mal. Sí lo intentas, sólo haces de ello algo peor de lo que imaginabas."
Marcus continuó observando la fotografía por varios segundos más antes de regresarla. Al hacerlo, ni siquiera pudo ver a J a los ojos por más de medio segundo.
"Y yo tuve suerte," continuó J. "Hay personas que se traumatizan con esto. Pierden la cordura. Se vuelven nada más que un saco de piel lleno de miedo, yendo a dormir cada noche con la esperanza de no tener pesadillas esa noche, sabiendo que no tendrán tanta suerte. Y esos somos los que logramos salir de ahí."
"¿Qué hay de los que no logran salir?"
"Mueren. Se suicidan, más bien."
Se podía observar la preocupación en el rostro de Marcus.
"¿Tan malo así es?"
"Peor. Tienen que encontrar maneras de suicidarse porque no te dejan poseer algo que pueda ser dañino. Nada de cuerdas, ni para los zapatos, nada de cortinas ni armarios, nada de utensilios ni químicos y los espejos hechos de plástico en vez de vidrio."
"¿Cómo lo lograban?"
J suspiró, como si estuviera recordando una memoria vieja que había enterrado ya en el pasado y ahora tenía que volver a visitar.
"Encontraban la manera. La mayoría se iba por morderse la lengua y ahogarse con su propia sangre. O se golpeaban demasiado fuerte la cabeza contra el suelo, aunque casi nunca funcionaba y lo único que lograban era que pusieran más atención en ellos. Era triste, pero era una salida válida.
"Esto es... Horrible," concluyó Marcus. "Nadie debería pasar por eso."
"Es por eso que estamos aquí," le dijo Cody con la voz más segura que pudo lograr. "No queremos que Max pase por eso."
Marcus puso sus manos en su rostro y dio un fuerte suspiro. "Lo siento tanto."
"No hay nada que sentir, señor Harris. Sólo tiene que hablar con la mamá de Max y decirle que haga lo correcto."
Marcus Harris negó con la cabeza y quitó las manos para verlos a la cara. "No lo entienden, no puedo hacer eso."
"¡Claro que sí puede!" intentó animarlo George. "¡Crea en sí mismo!"
"¿A qué se refiere con que no puede?" preguntó Tina.
"Oh, por los cielos, no," dijo J.
Marcus vio a Cody a los ojos como si supiera lo mucho que Max significaba para él.
"Firmamos un contrato de un año entero," dijo Marcus con la voz baja. "Max, y mi hijo Scott también, ambos están ahí desde ayer. Domínguez los tiene a los dos."
***
Hola! De nuevo, gracias por ser pacientes. Eso es todo por hoy, ¡espero hayan disfrutado! No olviden que un voto equivale a un beso y un comentario equivale a un abrazo, así que bechos, bachos y apapachos y nos leemos luego.




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