34. Pequeños traumas, grandes diferencias.

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¿No es increíble cómo el ser humano puede olvidar experiencias traumáticas con el pasar del tiempo?
A un mes de la balacera en la escuela de Cody, ya nadie recordaba lo ocurrido en ese horrendo día. Bueno, por supuesto que todos lo recordaban, pero ya nadie lo mencionaba ni tenían conversaciones sobre ello como había sido durante las primeras dos semanas. Como ya no había más de qué hablar, las personas siguieron con sus vidas. Así de simple.

Pero era imposible olvidar. Le era imposible a Cody olvidar los rostros de sus amigos, llenos de miedo y angustia. Nunca olvidaría la expresión que puso Max al verlo en el baño. Y la parte donde entraba alguien al baño mientras Cody desaparecía poco a poco, y luego ¡BOOM! Aún tenía pesadillas sobre ello, y esa noche no era la excepción.

Cody se despertó jadeando, y a pesar del sudor que cubría su rostro, temblaba de frío a falta de la cobija que debía estarlo cubriendo. Desde aquél día, Cody no había podido pasar una noche sin despertarse en las mismas condiciones. Al menos no cuando dormía sólo.

Cody tomó la cobija del suelo a tientas y tiró de ella para subirla y cubrirse de nuevo. Buscó de igual manera su teléfono sobre la mesita que había junto a su cama, y una vez que lo hubo encendido buscó a Tina en sus contactos y la llamó. Sabía que Tina siempre dejaba su teléfono en vibrador, así que no le preocupó llamarla tan tarde.

"¿Bueno?" preguntó Tina al contestar.

"Tuve ese sueño de nuevo," le comentó Cody, aunque salió más como una queja.

Tina se quedó callada por un momento y luego volvió a hablar. "Son las 3 de la mañana, Cody. ¿Intentaste volver a dormir?"

"No," admitió Cody. "Pero no importa, dudo poder hacerlo."

"Habría sido más fácil si lo hubieras intentado antes de llamarme."

"Tengo frío," dijo Cody, esta vez con el tono de queja intencional.

Escuchó el suspiro de Tina. "Cody, todos estamos mal por lo que pasó. No eres el único con pesadillas, eso te lo puedo asegurar. Pero no puedes dejar que te esos recuerdos te persigan por el resto de tu vida." Cody no respondió, pero siguió escuchando. "Tú has superado mayores retos, ¿vas a dejar que algo así te traume más que lo demás?"

Odiaba cuánta razón tenía Tina. Sin embargo, cada vez que Cody volvía a pensar en cómo pudieron haber salido mal las cosas ese día, las pesadillas volvían. Lo peor de todo era que recordaba involuntariamente. Entre más quisiera olvidarlo, más lo recordaba. Intentaba no pensar en ello pero era lo único que pasaba por su mente al hacerlo.

"Hablamos mañana," le respondió Cody después de una larga pausa de reflexión. Colgó el teléfono y lo dejó sobre la mesita de nuevo.

Estaba agotado.

Toda su energía seguía dormida, y su alegría congelada con el frío. Aun teniendo la cobija hasta la cabeza, sus pies seguían tan fríos como sus manos. Se puso de lado, en posición fetal, pero con ambas manos en la entrepierna, donde podrían calentarse rápido. Sin embargo, no fue suficiente.
Cody se levantó y fue a buscar entre su ropa. Buscaba cualquier cosa que pudiera ayudarle a calentarse en la gélida noche. Buscó en donde tenía todas sus chaquetas por una que fuese lo suficientemente cálida, una de peluche, tal vez, pero se sorprendió al encontrarse con algo más.
Uno de los suéteres de Max estaba ahí doblado dentro de su cajón. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? Estaba hasta el fondo, por eso no lo había notado antes. ¿Lo habría dejado ahí Max?

Cody tomó el suéter y lo presionó contra su nariz. No olía a ninguna clase de jabón para ropa. En vez de eso, olía a él.

¿Cómo describir un olor? Cody pensó que si la paz y la tranquilidad fueran olores, serían los de Max.
Se puso el suéter mientras volvía a la cama. Tan sólo imaginar que Max estaba con él en ese momento lo tranquilizaba. Se acostó y se cubrió con la cobija. Cerró los ojos y se durmió pensando en la paz que le transmitía Max.

Deja vuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora