30. Una nueva temporada se acerca.

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"¡BOO!"
Si me preguntan a mí, una de las peores cosas que te pueden pasar mientras bebes un capuchino helado es que llegue una amiga por detrás de ti y te haga derramarlo todo con un susto.
Las risas de Emma y Max resonaron por los cuatro vientos mientras mi corazón comenzaba a palpitar de nuevo.
"¡No es gracioso!" les grité a ambos. "¡Casi me da un infarto!"
Emma comenzó a abanicar su rostro aunque el sol aún estaba por salir y la fresca brisa de una ligera lluvia la noche anterior seguía refrescando a todo aquél que estuviera esperando el autobús escolar.
Miré al suelo a mis pies y suspiré. Apenas había alcanzado a darle un par de tragos a la bebida y ya se había escapado de mí. No pude evitar pensar en qué haría Tina si descubriera que había dejado tirado el vaso, así que lo recogí y lo llevé al gran basurero de la tienda que estaba detrás de nosotros. Cuando volví, Emma seguía cubriendo su boca para ocultar su incontrolable risita, y Max seguía soltando pequeñas risas, como temiendo que me fuera a enojar con él por ello.
"Emma, Halloween es hasta el viernes."
"¿No les encanta hacer bromas?" me respondió, a lo que ella y Max rieron más.
"Ja ja ja," reí con sarcasmo. "Si de bromas se trata, más vale que no te metas conmigo de nuevo si no quieres amanecer un día con el cabello púrpura."
Emma volvió a reír y me palmeó el hombro. "De hecho, suena divertido, cariño."
"Solo cuídate, 'cariño'," le devolví con su mismo tono. "Y me debes un capuchino."
"Dije un capuchino, no un moca late triple suplex con brillitos de unicornio. Pero cuando se me antoje algo así, te aviso."
Max se acercó más a mí hasta que nuestros hombros quedaron juntos. Seguía sonriendo, así que tomé su nariz con mis dedos y tiré de ella para molestarlo.
"¡Au-!" me reclamó de inmediato, a lo cual yo respondí con un arremedo.
Por fin le solté la nariz y, como los otros chicos que esperaban el autobús no nos estaban observando, le tomé la mano por un par de segundos y le sonreí como disculpa. No me podía decir que no.
Parecía haber sido ayer cuando Max estaba cayendo del segundo piso hacia mí, cuando tenía a Alice entre mis brazos, cuando peleaba con Brandon en el parque... Sin embargo, el tiempo había pasado. El verano había acabado por fin y las personas ya comenzaban a hablar de días festivos cuyas fechas estaban cada vez más cerca a la actual.
En tanto tiempo había cambiado bastante. No sólo era consciente de que poseía poderes sobrenaturales que me permitían ver el futuro o hablar en la mente de mi amiga, sino que también había comenzado a descubrir mi verdadera sexualidad y había aceptado mi personalidad por fin. Y todo eso se debía a nada más ni nada menos que Max.
Mi relación con él había sido el mayor factor de los más grandes cambios en esos últimos dos meses. Mi relación con él había pasado de completos extraños a novios en un abrir y cerrar de ojos. Y aunque a veces pensaba que tal vez eso era un poco acelerado, recordaba lo bien que me sentía al estar con él y se me pasaba.
Y yo no era el único que había cambiado en esos meses. Mis amigos también habían sido arrastrados con mi corriente de verdad cruel y pura.
Tina, por ejemplo, ahora estaba más motivada que nunca a ayudar a otras personas sin pedir nada a cambio. Sobre todo a los que sufrieran de injusticia social.
Brandon ahora estaba más educado sobre el tema de la homosexualidad, gracias a pláticas repentinas entre él, Max, Tina y yo.
Incluso George, de quien yo no estaba completamente seguro si sabía que Max y yo estábamos juntos, se limitaba a hacer chistes que no implicaran burlarse de la homosexualidad. Tal vez sí lo sabía, o tal vez Tina ya le había dado su lección sin avisarnos.
Pero, como fuera que fuera, Tina nos había dicho una vez que cualquiera con ojos que pusiera suficiente atención podría darse cuenta de que algo andaba entre nosotros dos. ¿Tan obvios seríamos? Cuando estábamos en la escuela nos limitábamos a sentarnos cerca el uno del otro e intercambiar miradas de vez en cuando. ¿Tal vez era demasiado?
Pero eso a nadie le parecía importar. Especialmente no con un día tan emocionante como Halloween tan cerca. Los alumnos esperaban con ansias ese día en el que íbamos a la escuela sólo la mitad del día y la otra mitad era opcional. Y tú dirás, "¿cuál es el punto de hacerlo opcional? ¿Por qué no mejor los mandan a casa a todos si saben que nadie se va a quedar?"
Pues déjame decirte que te equivocas rotundamente. La verdad es que el 80% de los alumnos se quedan a la fiesta de disfraces que hay después de escuela. No exactamente por la fiesta, sino por la increíble casa del terror que organiza Consejo Estudiantil en el gimnasio principal.
¡Era una locura! Nadie entendía cómo, pero todos estaban de acuerdo en que Mrs. Maudie se superaba a sí misma con esa atracción de primera.
El año pasado había sido tan terrorífica que algunas personas temían volver a entrar cuando sus amigos se los proponían. La maestra lograba hacer de esa parte de la escuela una verdadera escuela embrujada, y este año nos había pedido ayuda a nosotros para llevarla a cabo.
Todos los del grupo de apoyo que habíamos empezado quisieron ayudar, entre ellos estaban todos mis amigos y nuestro invitado especial, Christopher.
El niño del hospital que me había dicho que era gay estaba visitando nuestra escuela por un proyecto especial que su secundaria estaba llevando acabo. Consistía en llevar a algunos de los mejores estudiantes a una preparatoria durante las últimas dos horas de clases por un par de semanas para que pudieran familiarizarse con el ambiente. Gracias a que estuvimos pasando más tiempo con Mrs. Maudie las últimas semanas, pude llegar a ver a Chris y algunos de sus compañeros y una maestra de su escuela hablando con Maudie, y al enterarme del asunto no pude resistirme a pedirle a la maestra que asignara a Chris a nuestro grupo, por lo que él ha estado yendo a nuestros últimos dos periodos desde hace dos o tres semanas. Aparte de eso, insistió en asistir al grupo de apoyo como un decimotercer miembro de éste y en ayudar con los preparativos para la casa del terror de Halloween.
A cuatro días de Halloween, sólo faltaban algunos detalles más antes de comenzar a pegar todo en diferentes partes de la escuela. Luego, el jueves en la tarde, Mrs. Maudie nos daría instrucciones más específicas, cubriríamos casi todas las ventanas con papel especial color negro, y la casa del terror estaría lista para comenzar.

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