10. Confusión.

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Me dolía la cabeza al recordar lo que había pasado esa noche. No entendía por qué, cómo o cuándo fue que todo comenzó. Lo único que tenía claro era que, de haber sido real, estaba metido en un gran dilema.

Fue extraño cómo me sorprendí la mañana siguiente al despertar y ver el bulto frente a mí en su saco de dormir. ¿Qué estaba esperando encontrar al abrir los ojos? ¿Un chico desnudo?

Si mal no recordaba, después de que Max me había besado la noche anterior, nos habíamos ido a dormir enseguida. Lo más confuso de todo eso era que no estaba seguro de que hubiera pasado. Lo último que necesitaba era culpar a Max de algo que él nunca cometió.

Como era de costumbre, me había despertado un par de minutos antes de que la alarma sonara. No entendía cómo lo hacía, pero me pasaba al menos dos o tres veces a la semana. Cuando el molesto ruidito sonó, lo apagué con un fugaz movimiento e intenté escabullirme de la habitación antes de que Max despertara. Desafortunadamente, el chico se levantó y me observó mientras iba de salida.

"¿Es hora de levantarse?" preguntó frotándose un ojo con la mano e intentando levantarse con la otra.

"Eh... sí," respondí torpemente. "Iré a ducharme, puedes... comer algo mientras, si quieres. Hay cereal, avena, pan tostado..."

Ni siquiera esperé su respuesta, salí disparado hacia el baño.

Me desvestí somnoliento mientras esperaba que el agua caliente comenzara a salir. Entré por fin y comencé el proceso de limpiado de cuerpo matutino automático. Lo llamaba así porque mi mente prácticamente seguía durmiendo mientras mi cuerpo se encargaba de llevar a cabo lo que se había hecho hábito después de tanto repetirlo.

Incluso después de un par de minutos en la regadera, ya con la mente un poco menos muerta, seguía sin entender cómo era posible que hubiera pesado a Max la noche anterior. ¿Qué había estado pasando por mi mente? ¿A caso había tomado sin darme cuenta? ¿Me había drogado o algo por el estilo? Okay, tal vez eso era exagerar, pero así de mal estaba mi memoria. Si en realidad quería saber qué había pasado, necesitaba hablar con Max. Aunque... para ser honesto, no tenía muchas ganas de hacerlo.

Terminé de ducharme en un par de minutos más (aunque a mi me paresieron segundos). Al salir, maldije. Había olvidado la ropa.

"¡Maldita sea!" grité en voz baja. "¿Ahora qué?"

Me sequé rápidamente con la toalla y luego me la coloqué alrededor de la cintura para servir de shorts. Pegué un oído en la puerta del baño y pude escuchar movimiento que reconocí como cajones de la cocina siendo abiertos y cerrados. Poco después, escuché cómo alguien sacaba utensilios de cocina. Lo tomé como mi oportunidad.

Salí del baño a toda prisa y entré de una a mi habitación, que casualmente estaba justo a lado. Una vez dentro, cerré la puerta con seguro y sonreí.

"Wow, esto no lo esperaba," dijo una voz detrás de mí.

Los colores se me subieron al rostro al darme cuenta de que Max estaba sentado en mi cama, viéndome de pies a cabeza, sonrojado, con un plato de cereal en su regazo y una cuchara no tan lejos de su rostro.

"Uh..." intenté formular una excusa para mi comportamiento, pero nada se me ocurrió. "Lo siento, creí que estabas afuera."

"No importa," respondió él poniendo el plato a un lado junto a la alarma. Se paró y, aún sonrojado, se encaminó hacia la mochila que había traído consigo el día anterior. Luego, intentando desviar su mirada de mí, llegó a la puerta y la abrió.

"Me... bañaré, si no te molesta."

"Adelante," le respondí. "La de la derecha es la caliente."

Deja vuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora