35. Getaway Car

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No, nothing good starts in a getaway car
No, nada bueno comienza en un auto de escape
—Taylor Swift

No, nothing good starts in a getaway car      No, nada bueno comienza en un auto   de escape        —Taylor Swift

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Cuando la gala finalmente terminó, Maddy y Pablo salieron del evento juntos. Sus manos se entrelazaron instintivamente, como si ambos buscaran consuelo en el otro. La limusina los esperaba, lista para llevarlos de regreso a casa de Maddy.

Subieron al coche en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos. El viaje a su casa fue breve, pero lleno de un silencio cargado de significado.

Cuando llegaron a la puerta de la casa de Maddy, ambos sabían que estaban a punto de cruzar una línea. Las luces tenues del porche proyectaban sombras en sus rostros, revelando sus expresiones de deseo y conflicto.

Entraron rápidamente, sin decir una palabra. La puerta apenas se cerró cuando Pablo la atrajo hacia sí, capturando sus labios en un beso.

El primer beso fue suave, pero lleno de una intensidad que hizo que Maddy se aferrara a su chaqueta. Las manos de Pablo se deslizaron por su espalda, atrayéndola más cerca, profundizando el beso con una pasión que los dejó sin aliento.

El segundo beso fue más urgente, sus labios moviéndose con hambre, como si hubieran estado reteniendo este momento por demasiado tiempo.

Las manos de Pablo encontraron el camino a su cuello, acariciando la piel suave mientras sus labios bajaban a besarla allí. Los besos en su cuello eran lentos y ardientes, haciendo que Maddy cerrara los ojos y se dejara llevar por la sensación. Los gemidos suaves escapaban de sus labios mientras Pablo la marcaba con cada beso.

El tercer beso fue una mezcla de deseo y desesperación, ambos conscientes de la barrera emocional que se interponía entre ellos, pero incapaces de detenerse. Maddy empujó a Pablo contra la pared, sus cuerpos chocando mientras sus labios se buscaban una y otra vez. Los gemidos de Pablo resonaban en sus oídos, un sonido que alimentaba su propio deseo.

Maddy rompió el beso solo para tomar aire, pero no pudo resistir y volvió a besar a Pablo, esta vez con una suavidad desesperada, como si temiera que él pudiera desaparecer en cualquier momento. Cada beso era una mezcla de pasión y necesidad, una confesión silenciosa de lo que sus corazones no podían decir en palabras.

El quinto beso fue un incendio. Pablo la levantó, y Maddy enredó sus piernas alrededor de su cintura. Sus bocas nunca se separaron, explorándose con una voracidad que los dejaba temblando. Los gemidos de Pablo se mezclaron con los susurros de Maddy, palabras entrecortadas de deseo y necesidad que escapaban de sus labios entre cada beso.

Finalmente, Maddy se encontró encima de Pablo en el sofá, moviéndose sobre él mientras sus manos la ayudaban a marcar el ritmo. La fricción entre sus cuerpos los volvía locos, cada movimiento de sus caderas un estímulo que aumentaba el fuego que ardía entre ellos.

Pablo gemía su nombre, sus manos recorriendo su espalda, bajando hasta sus caderas para guiarla con más firmeza.

Dios, Maddy, te necesito—murmuró Pablo, su voz ronca por el deseo.

The alchemy | Pablo Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora