Prólogo

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En el frío y sereno paraje de Alaska, donde los días parecían eternos y las noches un suspiro helado, la vida de Kylie Aster Black, conocida por todos como Aster, transcurría en una relativa normalidad. Desde su nacimiento, Aster había sido testigo de un mundo donde lo sobrenatural y lo cotidiano se entrelazaban en una danza intrincada, y aunque su vida estaba lejos de ser ordinaria, había encontrado una especie de equilibrio en su rutina diaria.

Aster, con sus dieciocho años humanos, había heredado la fortaleza y el espíritu indomable de sus padres, Renesmee y Jacob Black. Su crecimiento había sido normal, sin los acelerados cambios que su madre había experimentado. Sin embargo, su vida estaba tejida con los hilos de una herencia única, un legado que combinaba la humanidad con lo sobrenatural.

Sus días en Alaska estaban llenos de pequeños placeres: las melodías del piano que tanto amaba tocar, el tiempo compartido con sus hermanos Nicholas y Noah, y las historias y poemas que su abuelo Edward le leía, llenando su mente con mundos lejanos y sueños de antaño. Pero esa calma estaba a punto de ser perturbada.

La decisión de su familia de mudarse, para evitar sospechas sobre su inusual longevidad y estilo de vida, marcaba el comienzo de una nueva etapa. Las opciones eran Rio de Janeiro o Washington, un retorno a los lugares que su familia había conocido tan bien. Pero no era solo el cambio de escenario lo que iba a trastocar su mundo.

La convocatoria de los Vulturi llegó como un presagio. Los reyes de los vampiros, siempre vigilantes y controladores, querían evaluar el crecimiento y desarrollo de los hijos de Renesmee y Jacob Black. Aster sabía que esto significaba un viaje a Volterra. Aunque no conocía a los Vulturi personalmente, la historia de su familia estaba marcada por encuentros tensos y decisiones difíciles.

Fue en Volterra donde Aster conoció a Caius, uno de los reyes Vulturi. Desde el primer momento, sintió una conexión inexplicable con él, una atracción que iba más allá de lo racional. Caius, con su fría apariencia y su aura de autoridad, hizo de todo por ocultar su interés. Y aunque intentaba disimular sus sentimientos, su deseo de tener a Aster cerca era evidente para algunos presentes.

Caius utilizó su influencia para insistir en que Aster se quedara en el castillo, bajo el pretexto de observar el desarrollo de una trihíbrida. Sin embargo, tanto Aro como algunos de la familia de Aster sabían que las intenciones de Caius iban más allá de la simple curiosidad científica. Aster, incómoda con la situación, buscaba todas las formas posibles de evitar a Caius, pero él no se daba por vencido. Con cada excusa, cada actividad planeada, trataba de pasar tiempo con ella, intentando romper la barrera de su indiferencia fingida.

El vínculo sobrenatural que los unía se hacía cada vez más fuerte, atrayéndolos uno al otro de manera inexorable. Aster se debatía entre el deseo de escapar y la creciente curiosidad por entender la naturaleza de esa conexión. Mientras tanto, Caius luchaba contra sus propios sentimientos, tratando de mantener una fachada de control mientras su mundo se volcaba al encontrarse con la joven que despertaba en él emociones largamente olvidadas.

En el corazón del castillo de los Vulturi, entre los antiguos muros que guardaban secretos de siglos, Aster y Caius iniciaban una danza peligrosa y apasionada. Un juego de voluntades donde el destino y el deseo se entrelazaban, prometiendo cambiar sus vidas para siempre.

Seductora Oscuridad | Cauis VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora