Capítulo 21

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Los días continuaban pasando y, con ello, la relación entre Aster y Caius se fortalecía. Ya no había cartas de por medio, ahora ambos dedicaban un pequeño tiempo de su día para reunirse y hablar en persona. Sus conversaciones no eran realmente extensas. A Caius aún le costaba ser comunicativo, pero que Aster fuera más abierta ayudaba mucho en sus interacciones.

-¿Entonces nunca lo has hecho? -preguntó una asombrada Aster.

-No era algo común en mi época -explicó el rey, apreciando la emoción de su compañera-. Aunque me doy cuenta de que ahora es algo muy normal.

-No te estás perdiendo de mucho, realmente -dijo Aster, restándole importancia con un sutil movimiento de hombros.

Caius tenía muchas ganas de acercarse a la chica, tomar su mano o tan solo rozar sus dedos por su rostro, pero aún le daba vergüenza ser demostrativo frente a la linda chica frente a él, un falso movimiento creía que arruinaría todo su avance.

-¿Qué estás pensando? -preguntó Aster al ver el rostro serio del rey.

-Nada importante, solo que aún me parece increíble todo esto -respondió el rey, escondiendo sus verdaderos pensamientos, aunque no estaba mintiendo.

-¿El qué? -preguntó la humana, entrecerrando un poco sus cejas.

-El hecho de que tengo una compañera. Tú, yo. Que estemos hablando justo ahora -explicó el vampiro.

Aster sonrió y, por primera vez durante estos días en que habían estado hablando, tomó la iniciativa de acercarse más a su compañero. Camino al sillón donde el rey se encontraba, se sentó a su lado, acortando la distancia que había hace unos minutos entre ambos, lo cual provocó una alegría que atravesó el frío cuerpo del rey.

-Para mí también es algo increíble -comenzó a hablar la tríbrida, tomándose un corto tiempo para ver los anillos que llevaba en sus manos, todos regalos de su familia-. Pero sinceramente, disfruto mucho de tu compañía.

El rey sonrió y el corazón de Aster comenzó a acelerarse. Sí, ya se habían abierto a compartir conversaciones personales, pero, aun así, el rey seguía siendo alguien que pocas veces mostraba sus emociones con acciones, salvo por pequeñas frases donde Aster confirmaba las intenciones del rey hacia su relación con ella.

Y aunque Caius estuvo reprimiendo el impulso, al final, terminó presionando su dedo índice sobre la delicada nariz de la chica, haciendo que esta riera un poco. Un pequeño gesto que tenía desde su conversación en el jardín. Aster no sabía a ciencia cierta por qué lo hacía, pero le gustaba, era la única ocasión en la que el rey se dignaba a tocarla. Mientras tanto, para Caius era un pequeño gesto que hacía cada vez que sentía las ganas de besarla, pero aún no tenía la valentía suficiente para hacerlo de verdad.

Caius no apartaba la mirada del rostro de Aster, su corazón, a pesar de los siglos de inmutabilidad, creía sentirlo latir con una extraña sensación de nerviosismo. Nunca había experimentado algo así. Se preguntó si era la luz de la luna reflejada en el cabello de su compañera o la suavidad de su risa lo que le hacía sentir tan vulnerable. Tomando aire, se acercó a ella un par de centímetros más, decidido, pero interiormente temeroso.

-Aster -comenzó, con la voz un poco más firme de lo que se sentía-, hay algo que necesito decirte.

Aster levantó la vista, sus ojos curiosos y expectantes. Caius, de repente, sintió que todas las palabras que había ensayado se desvanecían. Su mente, siempre tan afilada y clara, ahora era un torbellino de pensamientos desordenados.

-Yo... -empezó de nuevo, su tono ahora más vacilante-, he estado pensando mucho en ti... en nosotros...

Ella le sonrió con calidez, lo que solo logró hacerlo sentir más torpe. No estaba acostumbrado a esta vulnerabilidad. Aster, notando su lucha, decidió aliviar la tensión con un poco de humor.

Seductora Oscuridad | Cauis VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora