Capítulo 5

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Cuando Aster abrió la puerta, se sorprendió al ver al rey rubio frente a su habitación. Esperó por unos momentos que Caius dijera alguna palabra, pero al ver que no tenía intenciones de hablar, fue ella quien rompió el silencio.

-¿Se le ofrece algo? -preguntó Aster.

-¿Ya te has instalado? -preguntó Caius como si nada.

-Llevo tan solo dos minutos en la habitación, apenas he podido ver la cama -respondió con una ceja alzada.

Caius la miró con ojos entrecerrados, sintiéndose extrañamente nervioso. Quería decir más, pero al mismo tiempo se repetía que solo era una mestiza y que no debía sentirse así por alguien como ella.

Aster se sintió un tanto incómoda por la presencia del vampiro en su espacio personal, pero decidió mantener la compostura.

Caius observó a Aster por un momento, notando la ligera tensión en su postura y su mirada cautelosa. Era evidente que su presencia la afectaba de alguna manera, aunque no estaba seguro de cómo interpretarlo. Quería decir algo, pero las palabras parecían estancarse en su garganta.

-¿Puedo entrar? -preguntó finalmente Caius con un gesto apenas perceptible de deferencia, aunque su tono seguía siendo imperturbable.

Aster se apartó un poco de la puerta, haciendo espacio para que el rey entrara. Caius caminó con elegancia hacia el centro de la habitación, observando con curiosidad los detalles que la joven aún no había tenido tiempo de notar.

-No es una mala habitación para estar en Volterra -comentó Caius, más para sí mismo que para Aster.

Ella se sintió un tanto incómoda con la presencia del rey en su habitación, pero decidió responder de manera neutral.

-Supongo que podría ser peor -respondió Aster, sin saber muy bien qué más decir.

Caius la miró fijamente, como evaluando sus palabras antes de responder.

-¿Cómo es que te llaman Kaz? -preguntó Caius de repente, recordando la conversación que había escuchado entre Aster y Alec.

Aster se sorprendió un poco por la pregunta directa del rey, pero decidió responder con cautela.

-Es un apodo que mi hermano me ha dado. Es una combinación de mi primer y segundo nombre -explicó Aster, manteniendo un tono tranquilo pero alerta, recordando si su familia le había llamado "Kaz" enfrente del rey.

Caius asintió, recordando cómo había escuchado la explicación de Aster mientras caminaba hacia su habitación, porque sí, la había seguido de cerca, verificando el comportamiento de la guardia con la trihíbrida, sin embargo, eso no lo diría.

La tensión en el aire era palpable y ninguna de las partes parecía estar cómoda con la situación.

-Interesante -murmuró Caius, aunque su expresión mostraba más desconcierto que genuino interés.

Hubo un breve silencio incómodo entre ellos. Aster se sintió observada bajo la mirada penetrante del rey, mientras que Caius luchaba internamente con sus propios pensamientos.

-¿Hay algo más en lo que pueda ayudarte? -preguntó Aster, rompiendo el silencio incómodo, pero sin ocultar su leve incomodidad y algo de molestia por encontrarse lejos de su familia.

Caius la observó por un momento más antes de responder, eligiendo cuidadosamente sus palabras.

-Solo quería asegurarme de que estuvieras instalada adecuadamente -respondió Caius, con una improvisada excusa y su tono habitual de autoridad.

Aster asintió con una leve inclinación de cabeza. Caius se giró hacia la puerta, indicando que estaba por retirarse.

-Si necesitas algo durante tu estancia aquí, no dudes en pedírmelo -añadió Caius, tratando de mantener la formalidad, pero genuinamente preocupado por su comodidad.

-¿Y tú, Caius? ¿Necesitas algo más que inspeccionar mi habitación para asegurarte de que no es un peligro para ti y tu clan? -dijo Aster, con un tono que combinaba cortesía con una pizca de sarcasmo, cansada por, según ella, la fingida "amabilidad" del rey.

Caius se detuvo en seco, sorprendido por la directa y ligeramente provocativa pregunta de Aster. La miró con una mezcla de sorpresa y quizás algo de admiración por su valentía.

-No subestimes tu situación, Kaz. No te conviene -respondió Caius, con un tono que intentaba transmitir desprecio pero que apenas ocultaba una curiosidad genuina.

Aster sostuvo su mirada desafiante, sin retroceder, un tanto sorprendida porque su apodo fuera utilizado por el rey, provocando escalofríos por todo el cuerpo de la trihíbrida.

-No tengo intención de subestimarme ni de subestimarte a ti, Caius. Solo quiero saber cuál es mi posición aquí -replicó Aster, manteniendo su postura firme.

Caius la observó unos segundos más antes de responder con un tono más sereno.

-Tu posición es la que nosotros decidimos que sea. Ahora, si me disculpas, tengo asuntos más importantes que atender -dijo Caius, dando media vuelta y saliendo de la habitación sin más preámbulos.

Una vez sola de nuevo, Aster suspiró profundamente. La conversación con Caius no había sido lo que esperaba, pero al menos ahora tenía una idea más clara de la dinámica que enfrentaría en Volterra. Se prometió a sí misma mantener la guardia alta y no dejarse intimidar por el rey de los Vulturi, aunque sabía que no sería tarea fácil.

Su tarea durante la siguiente hora fue desempacar y descansar, a la espera de su comida, la cual ansiaba con todo su ser, pues, aunque normalmente cenaba a las seis, las diferencias de horario estaban afectando su cuerpo.

-¡Adelante! ­-exclamó Aster desde su cama al escuchar que tocaban la puerta.

-Ya está lista tu comida -dijo Jane desde la puerta.

Aster se levantó de su cómoda cama y vio a Jane mirándola con cierto recelo.

El camino hacia lo que Aster creía que era la cocina transcurrió en un tenso silencio que ninguna de las chicas quiso romper. Al llegar, Aster se encontró en un gran comedor diseñado para unas cincuenta personas o más. La mesa era rectangular y demasiado larga, con un gran mantel blanco cubierto por otro más angosto y dorado con detalles bordados a mano. En una esquina de la mesa había un juego de vajilla de porcelana y cubiertos de plata, todo lo cual contrastaba con la modestia de Aster.

-¿Solo voy a comer yo? -preguntó torpemente la humana.

-¿Crees que nosotros comemos comida humana? -preguntó el vampiro con evidente disgusto.

-No sabía qué tipo de comida me darían -dijo Aster con cierta vergüenza, dirigiéndose rápidamente al lugar destinado para ella.

-Desconocía que te alimentaras de sangre -comentó la vampira con sinceridad y curiosidad-. Así que conseguí comida humana.

Aunque rara vez se alimentaba de sangre, Aster lo había hecho en algunas ocasiones.

-Está bien, prefiero esto -dijo Aster a un lado de la silla-. ¿Dónde debo ir por mi comida?

-Te la traerán, solo espera aquí -respondió Jane, empujando la silla para que Aster pudiera sentarse.

Aster tomó asiento y se dio cuenta de que Jane había desaparecido. Pensó que regresaría para servirle la comida o acompañarla mientras comía, pero se decepcionó un poco al ver que otro vampiro le llevó su comida de cuatro tiempos, dejando la mitad en cada plato, ya que Aster no era alguien de mucho apetito.

Cuando Aster terminó y se levantó de su asiento, lista para irse después de una comida bastante aburrida, vio a Alec sonriendo frente a ella.

-Alec -dijo la joven trihíbrida con una sonrisa.

-¿Me extrañaste? -preguntó burlonamente el vampiro al notar la emoción en la voz de Aster al decir su nombre.

-Bueno, tu hermana no es muy amistosa -respondió Aster, tratando de ocultar su entusiasmo.

-Vine para escoltarte a tu habitación -dijo Alec, apartándose para que la humana pasara primero.

Aster asintió y caminó hacia su habitación, seguida por Alec, quien le preguntó sobre su cena.

Al llegar a su habitación y encontrarse sola nuevamente, no pudo evitar pensar que su futuro podría ser solitario. Hizo una mueca, deseando que el rey vampiro hubiera encontrado a alguien más como compañero.

Seductora Oscuridad | Cauis VulturiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora